Triste octubre el que vivimos la inmensa mayoría de personas, quiero pensar que gente de buena voluntad que sólo pretendemos vivir en paz y armonía. Los pirómanos y los políticos de uno y otro lado del país queman los montes, queman la convivencia y generan dolor en nuestra querida patria
España arde de este a oeste, y también nuestra vecina Portugal, DEP las víctimas. Pese a la virulencia del fuego y los incendios –provocados parece ser por quienes deberían extinguirlos- y la tristeza que nos provoca ver montes arrasados, pueblos y ciudades rodeados por el fuego, vecinos impotentes huyendo de sus hogares...espero y deseo que la lluvia que comenzó a caer y el trabajo de la UME –Unidad Militar de Emergencias- y los bomberos, policía, protección civil y cientos de voluntarios logrará que la normalidad vuelva a esas queridas tierras gallegas y asturianas, tan auténticas y tan nuestras.
Asturias y Galicia, con nuestra Santina, Covadonga y nuestro Patrón, Santiago a quienes debemos encomendarnos en estas difíciles horas para España. El norte arde y el fuego genera llanto, rabia y dolor, bien lo sabemos los valencianos que tantas veces sufrimos el azote del fuego. Especialmente dramático es imaginar que exista una trama de desalmados que se dedican a incendiar nuestra piel de toro. Ahora bien, que el ser humano puede ser malo, perverso o corrupto es algo que no debemos olvidar; pero considerar que estos incendios son responsabilidad de todos nosotros porque con nuestra “falta de civismo”contribuimos al famoso cambio climático y las elevadas temperaturas favorecen el fuego, como seguro algunos piensan, me parece excesivo. Como en otras cosas, un sentimiento de culpabilidad que ni el más devoto practicaría.
La casualidad o la providencia han hecho coincidir estos fuegos con unos días donde el nazionalismo muestra su atrevimiento y desafía la ley y la democracia representativa española. Ante esa actitud de intentar colocar a España, sus instituciones y sus leyes frente a una ficción utópica y perniciosa para la convivencia no alcanzo a entender a quienes siguen siendo equidistantes y siguen hablando genéricamente de diálogo y de política. Se nota que no son padres y madres que han sufrido en primera persona el acoso y amedrentamiento a sus hijos en el colegio o sus familiares en el trabajo. Esa omertà tan siciliana que indefectiblemente se impone en las sociedades donde los comportamientos mafiosos y delictivos campan a sus anchas.
La alegría de hace unos días, especialmente tras el discurso del rey y la manifestación en Barcelona el 8 de octubre, torna poco a poco en una sensación de angustia y tristeza. La aparente unidad de PP y PSOE es frágil y no tiene como base y fundamentó fortalecer la democracia, la unidad y el futuro común de España en Europa. Más bien, volverá a ser un pacto para desmembrar, dar voz a los radicales –que a fuer de ser tremendamente pesados, vocingleros y machacones siempre acaban quedando como los necesitados que reclaman un poco de atención y cariño- y buscar la fórmula para que la desigualdad y la insolidaridad entre españoles y territorios conste en la Carta Magna. La última y única esperanza es la sabiduría popular que podrá rechazar ese cambalache en el referéndum legal y preceptivo que deberá aprobar la modificación de la norma suprema.
Y en medio de este paisaje, héroes anónimos y conocidos. El día de la fiesta nacional y tras el desfile moría en Los Llanos al estrellarse en su Eurofighter, el capitán Borja Aybar y ayer martes por la mañana en la base de Torrejón de Ardoz se estrellaba un F18 y moría el teniente Fernando Pérez. Jóvenes, militares, valerosos, comprometidos, con carreras profesionales de éxito, ese tipo de personas que deben inspirar nuestro día adía y a los que un país civilizado rendiría gratitud, honores y reconocimiento. Pero no sólo esas figuras que llegan al extremo dando su vida por su país. También hay periodistas, escritores, cantantes y diversas personalidades que están alzando la voz en medio de tanta ignominia y que sirven de referente para que el sentido común vuelva a imponerse e nuestra sociedad. Uno de los últimos ha sido el cantautor y artista Joaquin Sabina, afirmando que el conflicto “no es Cataluña contra España sino Cataluña contra Cataluña” y recordando los males que siempre provocan los nacionalismos. Pues pese a todo, seguirá habiendo buenistas (por no decir otra cosa) que se la pillan con papel de fumar y no ven fuego ni peligro donde hay tierra quemada, calcinada. Mucho por hacer, mucho por reparar y muchas culpas que pagar. No tengo la certeza de que la clase política vaya a estar a la altura, pero la esperanza en el pueblo español no la perderé, todavía.