Alicante se encuentra en un momento trascendental de su historia. La ciudad, que en las últimas décadas ha crecido sin planificación, sin un proyecto colectivo, necesita encarar un futuro del que parte con multitud de proyectos que se han llevado a cabo de manera descoordinada, sin tener claros cuáles debían ser los objetivos de los mismos, y sin tener en cuenta las propias dinámicas urbanas. Alicante ahora tiene por delante para el próximo mandato, a mi parecer, cuatro grandes retos estratégicos a afrontar:
En primer lugar su propia cohesión interna a varios niveles (cómo intervenir ante la degradación de gran parte de sus barrios y revertir el proceso de dualidad al que está siendo sometida en cuanto a la diferencia en la calidad de los espacios urbanos, las tasas de paro, de riesgo de exclusión o de envejecimiento de su población, así como el debate sobre el proceso de una nueva modalidad de movilidad que avance hacia criterios de sostenibilidad y recuperación del ámbito público, y la vertebre con su comarca y con el resto de poblaciones importantes de su ámbito de influencia).
En segundo término cómo hacemos para que todas aquellas iniciativas que tiene la ciudad y que cuentan por separado con un moderado éxito, tengan un hilo conductor, una coordinación común con objetivos encaminados al fomento de un nuevo modelo económico que genere empleo más estable, con mejores condiciones de contratación y que, a su vez, sea capaz de atraer más y mejor turismo a nuestra ciudad como son los proyectos de las Cigarreras, el Adda, MARQ, MACA, MUBAG, la Ciudad de la Luz-Distrito Digital, el vivero de Empresas y otros que podemos gestar como los que debemos seguir impulsando como la Capçalera del Matadero, los depósitos de Campsa, el Cine Ideal, etc.
Un tercer eje sería, en mi opinión, la reconexión de Alicante con su medio natural, desde el adecentamiento de su fachada litoral, hasta el cinturón verde, la rehabilitación del Saladar d’Aiguamarga, el exiguo espacio que queda por conservar en las Torres de la Huerta, las lagunas de Rabassa y por supuesto un plan de transición ecológica para enfrentarnos al reto climático general que ya tienen consecuencias en nuestra tierra.
Por último, será fundamental el reto del diálogo, de la reinstauración de los consensos como principal motor para el cambio político que estamos reivindicando, de la Democracia como instrumento al servicio de la ciudadanía y de la recuperación de la dignidad y el orgullo de ser alicantinos y alicantinas, desterrando finalmente la sombra de la corrupción y los sainetes y centrándonos en el trabajo para y por la ciudad. Lo que venimos a llamar “sentido de ciudad”
Es en el concepto de “sentido de ciudad “ y en este e cuarto punto es en el que me quiero detener. Durante estos últimos años hemos escuchando en numerosas ocasiones la apelación entre políticos al conocido “Sentido de Estado”. Esta apelación suele ser utilizada en momentos clave en los que se requiere una visión superadora de la lógica partidista y/o electoralista ante retos estratégicos para el interés general. Son en estos momentos donde la clase política se retrata y muestra su altura de miras o la ausencia de la misma, dónde se evidencia si se mira por el interés de la ciudadanía o por el interés particular, donde se puede observar hasta que punto hay una visión de futuro o simplemente propuestas y posicionamientos a golpe de improvisación.
Esta semana tenemos un triste ejemplo de ello a razón del posicionamiento de Luis Barcala y el Partido Popular respecto al convenio que desbloquea un proyecto que lleva paralizado 20 años, como es el Parque Central. De esta manera, quien pronto dejará de ser alcalde, el señor Barcala, ha decidido empezar su campaña electoral a costa de poner en peligro una obra trascendental para el futuro de Alicante. Un munícipe responsable mediría bien las consecuencias irreparables para la ciudad que pueden tener alguno de sus actos, como por ejemplo, negarse a firmar el convenio que puede garantizar el inicio de las obras del parque a corto-medio plazo. Un convenio que entendemos no le guste, como tampoco nos gusta a nosotros y nosotras, porque continua relegando a Alicante a la cola de la inversión y a la desatención por parte del Gobierno central.
Por ello, hubiéramos entendido que, tras atar la posibilidad de coser finalmente la herida abierta que el antiguo trazado del ferrocarril por superficie mantiene abierta, hubiese reunido a todos los partidos políticos municipales y entidades sociales (Podemos está dispuesto) para hacer un bloque común y reclamar a Madrid mayor financiación y la incorporación en los próximos presupuestos generales de la dotación necesaria para ejecutar los proyectos que quedan en el aire (Estación Intermodal, variante de Torrellano…etc).
Un alcalde responsable, de no gustarle el redactado ni la dotación como creo que le pasa a todos los alicantinos, hubiera entendido que lo imprescindible era desbloquear para a continuación seguir negociando. Que no es incompatible. De haberlo hecho, pese a las diferencias ideológicas, yo le hubiese aplaudido y me hubiera puesto a su lado , al igual que aplaudo la responsabilidad de aquellos grupos que han entendido el fondo del asunto. Por el contrario, Barcala ha demostrado que el futuro de Alicante no le importa tanto como el puñado de votos que cree puede aspirar a conseguir con este movimiento y que por lo pronto nos costará a los y las alicantinas más de 15 millones de euros además del bloqueo ya comentado. Creo que deberíamos tomar nota.
En conclusión, tras veinte años de parálisis a causas de la corrupción o de unos presupuestos intervenidos que impedían la proyección de la ciudad en el largo plazo, todo apunta a que el próximo mandato será el de las grandes decisiones, el que ponga los cimientos de las próximas décadas. Esto requerirá de grandes pactos, de diálogo, de otra manera de hacer política, pero sobretodo de este sentido de ciudad. Esto va de querer Alicante. Estimar Alacant.
Xavi López es candidato a la Alcaldía de Alicante por Unidas Podemos.