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El relato estatal y valenciano del 10N: un mero ajuste de cuentas entre bloques

30/09/2019 - 

VALÈNCIA. En los meses previos a la reciente convocatoria electoral, los partidos nacionales -especialmente los protagonistas de las negociaciones- han mantenido una doble vida de cara a la opinión pública. Por un lado, evidenciar su implicación en las conversaciones con el objetivo de llegar a un acuerdo que permitiera la investidura del socialista Pedro Sánchez y, por otro, teatralizar cualquiera de sus manifestaciones o gestos para evitar que la culpa, en caso de no llegar a buen puerto, no recayera en sus propias siglas.

Es la lucha por el llamado relato que ha terminado por ponerse de moda en España tras cuatro elecciones generales en apenas cuatro años. Con esos intervalos de tiempo, resulta evidente la complejidad de que algún partido político cambie su programa electoral o sus propuestas políticas de una cita a otra. 

Así pues, todo se reduce a estrategias calculadora en mano destinadas a la victoria por la vía de la eliminación. Una realidad que no es nueva en política y que algunos llevan aplicando toda la vida: "Gané porque convencí a la gente de que el otro candidato era peor que yo", resumió en privado en una ocasión un alcalde de un importante municipio alicantino sobre su triunfo en las urnas.

Una especie de Battle Royale -best seller y después película japonesa de supervivencia- entre bloques que, con la irrupción del partido Más País impulsado por Íñigo Errejón, se hace especialmente interesante e incluso divertido sino fuera por lo que hay en juego. 

Errejón e Iglesias cuando aún estaban juntos en Podemos. Foto: EFE

No se puede negar el interés e incluso la épica que genera la primera batalla en las urnas entre los dos -al parecer- examigos, Iglesias y Errejón, encabezando la misma circunscripción. Un duelo -y no a primera sangre- entre los dos principales creadores de Podemos que resulta una de las grandes atracciones de los comicios dado que se verá, negro sobre blanco, cuantos votantes dan su respaldo a uno y a otro en la tierra de ambos, Madrid. Ajuste de cuentas número uno.

Quién asistirá a ese pulso con quizá cierto alborozo será el socialista Pedro Sánchez, que puede ver dividido el voto a su izquierda y, de esta manera, debilitar al partido con el que no alcanzó un acuerdo de investidura, Unidas Podemos. De hecho, el líder del PSOE ya se ha dedicado a alabar públicamente a Errejón tratando de presentarlo como una opción más razonable que la de Iglesias. Esa es la venganza que quiere culminar Sánchez: enterrar a la formación morada o debilitarla lo máximo posible y, pese a ello, sumar los suficientes apoyos ya sea buscando a Ciudadanos u otras combinaciones posibles.

Baldoví, Oltra y Errejón juntos en un mitin en València. Foto: EVA MÁÑEZ

Mientras, Unidas Podemos tendrá como objetivo lograr una revancha que solo puede permitirle la aritmética. Subir, mantenerse o perder lo mínimo posible pero seguir siendo absolutamente imprescindible para que Sánchez pueda gobernar. Esa sería la venganza fría para los de Iglesias.

A la derecha también se pelea por el relato

El concepto de ajuste de cuentas no es exclusivo de la izquierda en este proceso. La maniobra del PP de buscar un gran acuerdo con Ciudadanos y Vox es, de por sí, una lucha por ganar el relato ante el electorado conservador: una manera de presentar a su candidato, Pablo Casado, como una figura dialogante y aglutinadora. En los últimos comicios, los populares solo lograron 66 escaños y pudieron ver claramente en su retrovisor la mancha naranja de Ciudadanos con 57 diputados.

Pablo Casado. Foto: EFE

Ahora, los sondeos apuntan a una recuperación de Casado, quien en las últimas semanas ha aplicado un discurso moderado tratando de seguir arañando votos del electorado de centro decepcionado por la poca utilidad efectiva de haber apoyado en su momento a Ciudadanos. Con ello, aunque no ganara los comicios, un ascenso de la ventaja sobre el partido de Albert Rivera y un probable debilitamiento de Vox sería el ajuste de cuentas deseado por el PP.

Precisamente por ello la campaña se perfila muy tensa también en el bloque de derechas. Ciudadanos tiene difícil arañar al PP y atacar el centro del PSOE sería un nuevo vaivén en sus posiciones, mientras que en los últimos meses Vox parece haber perdido fuelle por lo que todo apunta a que tratarán de aumentar su agresividad en campaña.

También deudas pendientes en la Comunitat

La batalla también se librará en tierras valencianas por bloques. Bien es cierto que si Compromís hubiera buscado una venganza directa con el PSPV por el adelanto electoral acometido por Ximo Puig, quizá la elección más adecuada habría sido pactar con Unides Podem.

Cantó, Rivera y Giner juntos en un mitin. Foto: MARGA FERRER 
No obstante, el acuerdo de la coalición valencianista con Más País de Errejón ha sido una patada en el estómago de Unides Podem, socio en el Botànic II y en el Gobierno valenciano. Sin duda, uno de los datos más interesantes de los comicios será ver cuál de las dos fuerzas políticas obtiene mayor número de votos. Otro duelo servido con aroma a ajuste de cuentas y del que el PSPV-PSOE tratará de alejarse lo máximo posible, si bien el malestar de sus compañeros de gobierno con su jefe de filas, Pedro Sánchez, ha sido especificado públicamente.

En el bloque de derechas también habrá una revancha respecto al 28 de abril. En aquellos comicios estatales, Ciudadanos se quedó a tan solo 15.000 votos del PP y en los autonómicos celebrados en la misma fecha, Toni Cantó se quedó a un solo escaño de empatar con Isabel Bonig

El candidato de la formación naranja lleva esforzándose en estos meses por asumir el rol de jefe de la oposición, un espacio que defiende la presidenta popular, por lo que se augura una campaña dura y cuyo resultado influirá en la fortaleza o debilidad de cada uno de ellos. De la misma manera, ambos partidos tratarán también de ajustar cuentas con Vox, posiblemente por la vía de la indiferencia, debido a que la mayoría de sondeos no termina de registrar ninguna mejoría -más bien lo contrario- en la fuerza de ultraderecha que dio la sorpresa en abril.

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