tendencias escénicas

El evangelio bakala según María Magdalena

Bárbara Sánchez nutre su performance de textos de San Juan de la Cruz, Rafael de León, Angélica Liddell, Ingmar Bergman y Marguerite Yourcernar

25/11/2020 - 

VALÈNCIA. Cada generación tiene su propia versión cinematográfica de la vida de Jesucristo. Ahí están El evangelio según San Mateo (Pier Paolo Pasolini, 1964), La última tentación de Cristo (Martin Scorsese, 1988) y La pasión de Cristo (Mel Gibson, 2004), pero no sucede así con las figuras femeninas de la Biblia. El signo de los tiempos marca que una película bíblica sea más fiel a las escrituras o más transgresora, más lírica o más violenta. En el año 2018, acuñado como el de la revolución de las mujeres, el foco de atención en el relato religioso alumbró a María Magdalena. El director Garth Davis adaptó la vida de uno de los personajes más enigmáticos y maltratados de la iconografía popular. Rooney Mara protagonizaba esta reinvención humanista del mito. 

Este próximo fin de semana, los días 27 y 28 de noviembre, la coreógrafa y performer sevillana Bárbara Sánchez sube a las tablas de La Mutant su propia lectura. Y es un acercamiento libre y feminista a ritmo de música bakalao que lleva por título Várvara

“María Magdalena es la primera papisa, la que tomó todo el  legado de su compañero. Es importante su visión sobre la religiosidad y la espiritualidad. Falta un evangelio desde el punto de vista de María Magdalena, una biblia en la que pudiéramos apreciar como lo hubiera relatado ella”, lamenta la bailarina.

Una comunión pagana y sobre ruedas

Foto: MILA ERCOLI.

Su propuesta no tuvo como punto de partida, sin embargo, a la discípula de Jesús de Nazaret. La obra de Sánchez va en paralelo a su vida. Describe que hay momentos en los que siente una llamada. El toctoc esta vez tuvo que ver con un recuerdo nostálgico, el de sus noches de baile en los años noventa: “Aquella época fue muy importante. Yo sólo fui una vez al Central Rock de Alicante, pero en Sevilla teníamos nuestra propia ruta en coche, de fiesta en fiesta. El movimiento bakala se extendió por toda España. Tenemos idealizados nombres de discotecas como ACTV o Spook. Había algo de espiritual en ese fenómeno hedonista. Era una comunión pagana donde la música era el motor y el rezo, con las manos en alto, el baile”.

En ese diálogo entre el bakalao y la mística, la artista trata de invocar el sentimiento espiritual del movimiento clubbing para limpiarlo de la demonización que siempre lo ha acompañado

Para ahondar en esta remembranza sublimada, la coreógrafa ha leído ¡Bacalao!: Historia oral de la música de baile en Valencia, 1980-1995 (Editorial Contra, 2016) de Luis Costa, y En éxtasis. El bakalao como contracultura en España (Barlin Libros, 2017), de Joan M. Oleaque.

La apóstol cayó del guindo

La figura bíblica entró en la ecuación cuando ya tenía la obra esbozada: “Fue un caer del guindo al final de la creación. Es lo que pasa con las obras, que van más allá de ti y de tus intenciones. En este caso, el arquetipo de María Magdalena entró porque llevaba tiempo reflexionando sobre al amor, y ella fue la gran amante”.

A diferencia de sus obras anteriores, donde el sarcasmo y la mordacidad estaban muy presentes, en esta propuesta no hay espacio para la ironía, “porque entra de lleno en la emoción”.

Lo que no soslaya es la autorreferencia. Várvara representa a su reverso. “Físicamente he intentado trabajar la posesión y de aquí ha surgido una gurú del mystic bakala que es mi antagonista”, explica Bárbara Sánchez, quien pone su cuerpo al servicio del discurso.

Ese despojamiento responde a la imagen típica de Jesús, desnudo y expuesto, pero también a la rendición al ser amado y al erotismo carnal presente en toda la imaginería cristiana. 

Para arroparse, viste su performance de versiones de textos de San Juan de la Cruz, Rafael de León, Angélica Liddell, Ingmar Bergman, Marguerite Yourcernar, Javier Melloni, Yesenia Then y Emilio, más conocido como el reputado cañero valenciano, toda una leyenda viva de la ruta.

“Oleaque afirma que aquel movimiento representaba un espacio de libertad, de riesgo y de aventura. Al leerlo encontré una analogía con lo que supone para mi la creación escénica, y el paralelismo lo encuentro incluso en que también te da malos viajes, como ir de fiesta”, se ríe la creadora.

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