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El desastre nuclear de Chernóbil planea sobre la primera serie alemana para Netflix

Dark entreteje el drama familiar, el thriller de asesinato y los viajes en el tiempo

7/12/2017 - 

VALÈNCIA. “La distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión obstinadamente persistente”. La primera serie alemana producida por Netflix, Dark, se abre con esta cita de Albert Einstein. Es una pista del engranaje de esta propuesta audiovisual minuciosamente ensamblada. Sus responsables son el matrimonio formado por el director Baran bo Odar y la guionista y productora Jantje Friese, autores del thriller político y cibernético Who Am I - Ningún sistema es seguro, que en 2014 se encaramó al número uno de la taquilla de su país y fue merecedora de tres galardones en los Premios del Cine Alemán y del Bambi a la mejor película germana.

El film se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto y fue allí donde Netflix le echó los trastos a la pareja, con la oferta de desarrollar la trama en formato de serie. El tándem creativo prefirió no repetirse y contrapropuso la filigrana que desde este 1 de diciembre está disponible en la plataforma de visionado online. 

En la estrategia de marketing de la multinacional de streaming se está promoviendo la tanda de 10 episodios como un Stranger Things a la alemana, pero nada que ver. Los únicos nexos en común son la desaparición de menores, la presencia inquietante de una central nuclear inaccesible y la ambientación de parte del argumento en los años ochenta.

Un exquisito batiburrillo referencial

“Los estadounidenses no tienen el monopolio de la imagen –alegaba Friese en el pasado TIFF, donde la serie fue presentada a los medios -. Está claro que el tipo de fotografía es inusual en un producto audiovisual acuñado en Alemania, pero ambos nos aproximamos a las historias de manera muy visual”.

Hay ecos de thrillers nórdicos de reciente facturación y de la serie francesa Les Revenantsejemplos audiovisuales que circundan el enigma y miman la dirección de arte. Pero sus autores remontan sus musas al pasado. 

“Ambos crecimos con Twin Peaks, así que nos miramos más en el mundo de David Lynch”, aseguraba Jantse.

Su marido se declara admirador del cine estadounidense de los años setenta y cita Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) y Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976). “Pero también soy fan de los directores asiáticos, porque son muy dados a mezclar géneros. Me gustan los coreanos Park Chan-Wook y Bong Joon-ho”. De este último realizador cita The Host, “una gran película por su combinación de comedia con monstruos” y Memories of Murder, “una investigación de crímenes que en ocasiones hace reír”.

Dark se localiza en una pequeña ciudad ficticia cercana a Berlín, llamada Winden, donde dos críos desaparecen en extrañas circunstancias. El suceso abre la caja de Pandora donde se ocultan los secretos de cuatro familias. Adulterio, bullying, maltrato familiar, delaciones y mentiras se van revelando a lo largo de un imbricado argumento que relaciona la historia de sus protagonista con la misma población en 1986 y 1953. 

“El argumento se articula en torno a los adolescentes, los padres y los abuelos de estos clanes. Es como un gran puzzle. Cada episodio de 50 minutos te facilita una nueva pieza, hasta que descubres que todo es una especie de fenómeno que pliega el tiempo y el espacio”, avanza Jantse. 

Ambos creadores crecieron en pequeñas ciudades. Y con esta serie dan rienda suelta a la imaginación mórbida que despiertan los secretos ocultos en las pequeñas comunidades. “Le hemos dado vueltas a la idea de no saber qué está pasando detrás de las puertas de las casas de los vecinos, incluso detrás de las puertas de tus padres. Nos interesaba esa imagen de postal de una ciudad tranquila que esconde un interior horripilante”, comenta la guionista.

Y de fondo, la turbadora humareda de las torres de refrigeración de una central nuclear. El padre de Baran bo Odar trabajaba en una. Y Jantse recuerda como traumático, al igual que toda una generación de europeos, el accidente acaecido en Chernóbil el 26 de abril de 1986: “Encontramos muy interesante explorar nuestros recuerdos y desarrollar una narrativa personal en la que indagar qué nos provocó este suceso cuando éramos niños y qué pensamos hoy sobre la energía nuclear como consecuencia”.

Más oscuro todavía

Dark hace honor a su título y es una serie literalmente oscura. Muchas de las secuencias transcurren arropadas por la noche y el atardecer. Otras están empapadas en lluvia y en bruma. Abundan las carreras por bosques frondosos y entre los escenarios interiores hay cuevas, búnkers y casas en penumbra. 

“Quería que la ambientación fuera más oscura todavía, pero no pudo ser. ¿Recuerdas cuando se estrenó Panic Room (David Fincher, 2002) y lo controvertida que resultó porque no se podía ver nada? –pregunta Baran bo Odar-. En mi opinión, era brillante, porque respondía a la atmósfera de la película. Lo acertado era que se te escaparan momentos porque no los hubieras visto bien. A mí me gusta el cine que no te da todas las claves. Me gusta el terror. Y entre todas las películas de género destaco El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), porque no te brinda todas las respuestas”. 

El director suizo, que recientemente ha estrenado Sleepless Night, protagonizada por Jamie Foxx, revela que siempre quiso ser pintor, así que a menudo piensa en imágenes. Para Dark su referencia ha sido el trabajo del fotógrafo neoyorquino Gregory Crewdson, autor de escenas suburbanas donde hay un elemento de extrañeza. Sus instantáneas despiertan incógnitas. 

A nivel auditivo, le han cedido la creación de atmósferas al músico  islandés Ben Frost, especializado en instrumentación minimalista y experimental con influencias que van del punk rock al black metal. Un envoltorio musical tétrico, gélido e industrial que sirve de remate a esta nueva e inminente adicción seriéfila. 

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