El espectáculo de La Troupe Malabó compara la década dorada del siglo pasado con nuestro presente
VALÈNCIA. “El hombre, la mujer o el niño que no usen una máscara en estos momentos son unos holgazanes peligrosos". Estas palabras de un anuncio de la Cruz Roja no se contextualizan en la actualidad. Ni siquiera en la tercera, la segunda o la primera ola de la COVID. Son una opinión vertida a finales de la primera década del siglo pasado para concienciar sobre el uso de mascarilla durante la pandemia de la mal llamada gripe española de 1918, pues en realidad la enfermedad se originó en EE.UU.
Hubo renegados que se encomendaron a las libertades individuales para no emplear mascarillas, y algunos que les practicaban agujeros para poder fumar. Entre las medidas aplicadas durante el periodo hubo cierre de colegios y espacios de esparcimiento, ordenanzas que prohibían escupir y campañas para promover el uso de pañuelos desechables. La crisis sanitaria arrasó con la vida de 50 millones de personas. Aquellas pérdidas humanas se sumaban a 20 millones de muertes causadas por la Gran Guerra.
A un momento aciago de tales dimensiones le sucedió una década de hedonismo, vanguardia cultural, avances sociales y revolución tecnológica. Fue el periodo de la música charlestón, las flapper, los gramófonos, el art decó y el jazz, de las fiestas en clubes anegados en humo y alcohol ilegal, de la popularización de los coches y los electrodomésticos.
El pasado parece cíclico y a la pandemia hoy instalada en nuestras vidas, los expertos le auguran unos años veinte igualmente disfrutables, libertinos y creativos. Bien es cierto que en el siglo XX, precedieron al crack del 29 y al ominoso avance de los totalitarismos, prolegómeno de la II Guerra Mundial. Pero La Troupe Malabó no quiere especular sobre los años treinta de esta centuria, sino sobre la década que vivimos. Así que en Els Bojos 20! trazan paralelismos entre los felices años vividos por nuestros antepasados y los que ojalá nos aguarden.
La propuesta inaugura el festival Sagunt a Escena los días 4 y 5 de agosto. Se trata de un espectáculo de circo y teatro desarrollada ex profeso para la cita cultural estival en el Teatro Romano de Sagunto. No en vano, como recuerda la directora del montaje, Marisa Ibáñez, “en la época clásica ya surgió un movimiento artístico de circo, que aunque no es tal y como se conoce hoy en día, ya que se programaban competiciones de cuádrigas y luchas de gladiadores, si fue el origen etimológico del género que practicamos”.
Las tres cuartas partes de la función transcurren en 1920, entre Nueva York y París, y a partir de un remolino temporal que trae la acción hasta ahora, la parte final transcurre en el presente, 2020. “Nuestra intención es subrayar que todo lo que sucedió vuelve a repetirse, como la lucha por la igualdad de la mujer. Es como un círculo que gira y gira y nos devuelve al mismo inicio, pero arrojamos un mensaje final de esperanza”, avanza la directora, cuya licenciatura en Bellas Artes ha puesto en práctica para el diseño de ambientación y vestuario.
A fin de ubicar la acción en aquel periodo histórico, la compañía de Castellón emplea sobreimpresiones en 3D. De hecho, no hay escenografía alguna: el escenario romano sólo consta de los imprescindibles elementos circenses. La contextualización temporal la procuran videoproyecciones. “El marco del teatro nos ha llevado a elegir las disciplinas circenses más potentes visualmente”, explica Ibáñez, que detalla la presencia de un total de 17 artistas que acometerán números de trapecio, equilibrios, suspensión capilar, rueda Cyr, cama elástica, rueda alemana, hamaca aérea, aro aéreo, malabares y patines.
A diferencia de anteriores piezas de La Troupe, la disciplina clown no adquiere un mayor protagonismo, sino que a través de dos mozos de pista, sirve de hilo conductor entre escenas. El conjunto se acompaña de música en vivo a cargo del trío vocal Divinas, a las que acompañarán piano, saxo, batería y clarinete.
En lo que se refiere al vestuario, la compañía pretende plasmar la liberación femenina a partir del contraste entre el uso del corsé y su sustitución por vestidos sueltos de flecos, plumas y lentejuelas. “En 1918 llevaban pololos, refajo, falda, sobrefalda, sombrero y parasol: mil capas que les impedían moverse, podían romperles las costillas y deformar los órganos internos”, observa la directora del montaje, cuya autoría y dirección de escena corre a cargo de Jordi Purtí.
Como viene siendo habitual en La Troupe Malabó, Els Bojos 20! incorpora un mensaje social. Si en Sophie exponían la situación laboral, de reivindicación, diversión, hermanamiento y represión en el universo femenino, y en Karpaty, la soledad y el infortunio de la emigración, en este nuevo ejercicio circense instan a aprender de nuestros errores históricos.
“Ya que la rueda nos pone en el mismo punto de partida, aprovechemos para que haya una explosión creativa, con el apoyo de las instituciones, que logre al fin que la cultura se convierta en un bien de primera necesidad, no en un oficio de segunda fila. Cuando hay que recortar partidas, se incide en la cultura, pero tras el confinamiento, el público nos ha dado las gracias en nuestras actuaciones, porque lo necesitaban. No hablamos únicamente de alimentarse a nivel cultural y educacional, sino también de poder olvidar los malos momentos, de reírse y darse cuenta de la complicidad que tiene el artista con el público”, reivindica la directora.
La bailarina, recientemente premiada con un Max, lleva su Corps seul a Sagunt a Escena