La nueva serie de Netflix está protagonizada por Daniel Brühl, Dakota Fanning y Luke Evans
VALÈNCIA. La Nueva York de la serie El alienista dista muy mucho de la apabullante ciudad de los rascacielos y vibrante vida nocturna que hoy mismo puedes visitar con un paquete turístico de vuelo y hotel por menos de 800 euros. En concreto, casi siglo y medio. La acción de este thriller psicológico que ha estrenado en nuestro país Netflix se desarrolla en la llamada Gilded Age. Esto es, la época dorada entre la guerra de Secesión y el periodo de Reconstrucción en la que EE.UU. vivió un crecimiento económico y demográfico nunca antes visto. Pero el oro iba de la mano de la mugre. En las calles de esta saga inspirada en el best seller homónimo de Caleb Carr, los caballos trotan en las calles empedradas junto a los cabriolés, los corsés y los trajes de tweed de tres piezas se cruzan con las prendas harapientas y cubiertas de hollín.
En ese contexto de desigualdad y bullicio se empezaron a practicar las primeras investigaciones forenses y a desarrollar las ciencias de la mente. Los especialistas que las estudiaban y ejercían recibían el nombre de alienistas por tratar a personas que se sentían alienadas y terminaban forzadas a ingresar en instituciones mentales.
Uno de esos proto psicólogos es el protagonista de esta trama ambientada a finales del siglo XIX, cuyo responsable es Cary Fukunaga, director y productor de la primera temporada de True Detective. Suyos son los guiones, escritos a cuatro manos con Hossein Amini, autor de Drive (Nicolas Winding Refn, 2011)
Y como más azúcar más dulce, entre los directores de los 10 episodios se encuentran Jakob Verbruggen y James Hawes, directores de capítulos de Black Mirror y Juego de Tronos.
El doctor Kreizler, interpretado por Daniel Brühl entra en escena cuando una serie de brutales asesinatos de chavales que ejercen la prostitución en los bajos fondos pone en jaque a la población pobre e inmigrante de la ciudad.
“Disfruté mucho el proceso de preparación. Leí mucho sobre psicología, pero también sobre Nueva York. En especial, me aportó mucho un libro llamado Island of Vice, de Richard Zacks, donde se aborda la corrupción y la política en el departamento de policía y el compromiso de Theodore Roosevelt para luchar contra el vicio y la negligencia”, compartía el actor alemán en Roma, donde la semana pasada se celebró el evento anual See What’s Next.
La presencia del vigésimo sexto Presidente de los Estados Unidos no es el único guiño de la trama al espectador. El banquero y coleccionista de arte J.P. Morgan y el propietario del legendario restaurante de lujo Delmonico, Charlie Delmonico.
Los cameos arquitectónicos también son habituales, para regocijo de los amantes de la ciudad que no duerme. La serie arranca en el puente de Williamsburgh, en construcción, y tiene paradas en el primer hospital público de Nueva York, Bellevue, y los burdeles de Bowery.
La paradoja es que toda la ambientación de esta propuesta de atmósfera gótica se ha recreado en Budapest. El responsable ha esta reconstrucción tan fidedigna ha sido la diseñadora de producción Mara LePere-Schloop, directora de arte de la primera temporada de True Detective y de Múltiple (M. Night Shyamalan, 2016).
“Nueva York ha cambiado mucho, los escaparates y los edificios han dejado de ser así. De ahí que tuviéramos que edificarla por completo. El set era extraordinario. Los interiores de las tiendas estaban completamente vestido. Era un sitio mágico, que te sumergía en un viaje en el tiempo”, aplaude el actor Luke Evans, que da vida a un dibujante del The New York Times que acompañan en sus pesquisas al personaje de Brühl por averiguar las motivaciones y la identidad de uno de los primeros asesinos en serie de la historia de Nueva York.
A ambos protagonistas les secunda la primera secretaria del departamento de policía, aspirante a convertirse en la primera detective del cuerpo, a la que da vida Dakota Fanning.
“No es que El alienista tome temas contemporáneos, como la demonización de los inmigrantes y el trato a la mujer en el puesto de trabajo, sino que demuestra que 122 años después, seguimos lidiando con los mismos problemas”, lamenta Evans.