La misión Cultur Plaza de otear los interiores de aquellos que trabajan en ‘lo creativo’ alcanza las oficinas de la agencia Player
Lugar: Oficinas de Player Dirección: Hernán Cortés 28, València Metros cuadrados: 140 Año de inauguración: 2015 Diseñador del espacio: “Teníamos claro qué tipo de espacio queríamos crear y (Toni) Cosín nos ayudó a hacerlo realidad.” Trabajadores: 8
VALÈNCIA. Llamo a este portal de Hernán Cortés, en el alma del barrio de l’Eixample, y como por imantación los pasos me arrastran al patio cochera, allá al fondo, donde los árboles y el cobertizo desvelan esa València hermética de patios interiores, tan poco revelada, tan poco generosa. Una enredadera trepando en la mañana bucólica. Hago marcha atrás. Player, el objetivo, no está en el patio sino en los pisos superiores de un edificio de la burguesía en la que las corbatas ejecutivas se saludan con los creativos despampanantes.
En la portería el portero advierte bien justo: “entráis como si supiérais dónde vais y luego no lo sabéis”. El ascensor, con las puertas de madera, es un #AccidentallyWesAnderson en toda regla. ‘No abrir la puerta hasta que se apague la luz azul’. La seducción del montacargas de época elevándome a otra esfera.
Luz azul apagada. Puertas cerradas. Lourdes Mínguez, una de las fundadoras de la valenciana Player (junto a Cristina Real), espera. Son una agencia creativa con clientes como Hojiblanca, Deoleo, Zümex, Prisa Radio, Vicente Gandía… Sus aires digitales de neón y relámpago, con bonus de megas y electrones, toma cuerpo en unas oficinas con rastro de piso franco silencioso y luminoso donde la calma y la harmonía han vencido al caos y al barullo.
La apasionante concreción de las necesidades espaciales de quien crea. Un dime dónde creas y te diré cómo lo haces… La entrada de Player
es como un salón de una casa inspirada, una duda repentina sobre si se trata de un estudio creativo o más bien la sala de espera de una revista.
“Buscábamos un espacio amplio, que tuviera diferentes salas para poder diferenciar zonas de trabajo, pero conectadas y abiertas para facilitar el trabajo en equipo. Un sitio que tenía que ser inspirador, donde poder rodearnos de diseño y buen rollo”, explica Lourdes Mínguez.
En las estancias -junto al salón una sala de reuniones con aura de burbuja- se suceden las piezas de la marca danesa de mobiliario Hay. Aunque la favorita para estos ojos es un andamio a modo de estantería. “Nos lo trabajamos con mucha fatiga”. El andamio, recuperado de la obra, se fundió en negro para ser soporte decorativo. Un indulto. Cerca un cuadro de Joan Cornellà y sus viñetas definitivas.
1. El mural: Una de las paredes de bienvenida acoge la obra del director de arte de la casa, Aaron Feliu (Mr.Simon). Sus formas geométricas con inspiración cubista, un gusto primitivo por la sencillez del blanco y negro. Una experimentación que huele a nuevo.
Silencio. La sala donde los trabajadores de Player pasan la mayoría de su tiempo la ocupa una mesa corrida con ordenadores en las dos orillas. Similitudes con una redacción donde impera la calma, la concentración… con salidas fluidas hacia otros usos. Frente a las oficinas sin aspiración de compatibilizar vida y trabajo, aquí una declaración de intenciones inversa: “Para nosotros Player es como nuestra casa, es indispensable sentirnos cómodos y tener lugares para poder concentrarte, inspirarte o desconectar”.
Al fondo de todo una zona común, epítome de la variabilidad de las previsiones. En el inicio, 2015, imaginaron la pequeña terraza mirador. Sería el lugar de evasión. “Con unas vistas super guays a un limonero enorme, todo verde, buen karma, un lugar perfecto para desconectar…”. Pero justo al instalarse “nos cortaron el limonero y adiós vistas”. “Ahora nos inspiramos contemplando los deslunados de l’Eixample”. En esas terrazas vecinales gente al teléfono camina buscando el poder del rooftop. Deberían unirse por un día, cruzar los lindes y celebrar el ‘Dia del terrat’.
Para crear unos necesitan libertad nómada, otros la aspereza de una silla de oficina de horario fijo, en este caso reproducir la calidez hogareña par clonar las coordenadas propias: “no queríamos un sitio frío, queríamos sentir el espacio como nuestra casa”.
Hasta ahora, Player. Luz azul del ascensor encendida. Un último vistazo al patio cochera. Un adiós al portero.
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