VALÈNCIA. Los últimos sondeos estatales y autonómicos apuntan casi en su totalidad a un descenso generalizado del apoyo al PP y un ascenso de Ciudadanos, que le arrebata en buena medida el espacio de centro-derecha en el electorado español. Unos datos que siguen la senda marcada en Cataluña y que dibujan una ola que, de confirmarse en la cita con las urnas de 2019, proyectarían un nuevo escenario político entre las fuerzas conservadoras.
Unas encuestas que los dirigentes del PP se muestran reacios a creer. Así, los populares confían en la existencia de mucho voto oculto que les apoya, además de puntualizar -y en esto no les falta razón- que en otros momentos también se produjeron predicciones catastrofistas respecto a su rendimiento frente a Ciudadanos que luego no se cumplieron.
Ahora bien, el temor en el PP de que se produzca un enorme bocado por parte de la formación que lidera Albert Rivera se palpa en el ambiente estatal y también en la Comunitat Valenciana. De hecho, preocupa especialmente en las filas populares que esta competencia con Cs se empiece a plasmar en un trasvase de militancia que pueda provocar agujeros de difícil reparación en el partido de la gaviota. Y es que no lo es lo mismo leer una fría encuesta que presenciar cómo vecinos o amigos deciden afiliarse a otro partido.
Ante esta eventualidad, las reacciones son dispares. Fuentes de Ciudadanos aseguran que sus afiliaciones están creciendo de forma vertiginosa pero que incluso lo podrían hacer todavía más rápido si aceptaran determinadas propuestas que se producen, sobre todo, en municipios de menor tamaño.
En este sentido, desde la formación naranja aseguran que en los últimas semanas se ha repetido en diversos pueblos la oferta por parte de militantes del PP para incorporarse a Ciudadanos con el compromiso de sumar incluso a decenas de personas al proyecto. Una vía que, según las citadas fuentes, no se viene aceptando como norma dado que incluso en ocasiones la oferta de incorporación supera la estructura vigente por parte de Cs en el municipio de turno. Es decir, que si se dieran luz verde a esas altas, los afiliados originales del partido naranja quedarían en minoría frente a los recién llegados, lo que viene a significar la pérdida de golpe del control de la agrupación.
Ahora bien, aunque en principio desde Ciudadanos se esté conteniendo en primera instancia esta oleada de afiliados del PP que buscan pasarse a este partido, la debilidad de estructuras que todavía acusa esta formación en el ámbito local podría abocar a que en la recta final antes de los comicios se abriera más el grifo para confeccionar listas con garantías a lo largo y ancho de la Comunitat. Una situación esta que está activando todas las alarmas en la formación que lidera Isabel Bonig.
Así, la primera reacción de los populares ante esta situación por lo pronto en lo que se refiere a la provincia de Valencia es la de no ejercer presión sobre las agrupaciones locales a la hora de la composición de las listas locales y candidaturas a las alcaldías. Es decir, para taponar una posible fuga o dispersión de militancia la intención es la de aplicar los estatutos con las menores excepciones posibles. En este sentido, las reglas del partido marcan que los comités electorales locales son los que elevan su lista completa a la dirección provincial -en este caso una gestora presidida por Rubén Moreno- que, en el caso de los municipios de menos de 20.000 habitantes, tiene ocasión de tumbarla si así lo considera.
Sobre esto, las fuentes del partido consultadas por este diario subrayan a que la idea es intervenir lo menos posible en las decisiones que vengan desde las agrupaciones locales y, en el caso de que se eleven dos candidaturas, tratar de alcanzar una candidatura de consenso.
Esta línea de actuación va dirigida precisamente a tratar de no tomar decisiones que vayan en contra de las propuestas emanadas de los municipios ante la preocupación de que un desaire o desencuentro por las listas termine con un salto de los afectados a Ciudadanos o que haya un trasvase de respaldo electoral en las urnas como protesta. Sobre esto cabe recordar que los estatutos ya marcaban esta manera de actuar con anterioridad, si bien la jerarquía existente antes con una dirección más consistente y nula competencia electoral por el centro-derecha permitía más arbitrariedad a la dirección provincial de turno.