La institución europa está tratando de forzar la caída de los rendimientos aunque realmente no tiene muchas herramientas para conseguirlo como explica el analista
MADRID. Aunque lo principal en la jornada donde el Banco Central Europeo (BCE) daba conocer su política monetaria no fue una sorpresa -mantener los tipos sin cambios-, la rueda de prensa posterior de la presidenta Christine Lagarde fue mucho más esperada como nos tienen habituados los bancos centrales en sus últimas sesiones de política monetaria.
Concretamente la presidenta destacó que el reciente aumento de los rendimientos de la renta fija sí que plantea un riesgo para las condiciones financieras de la Eurozona, pero el incremento de los precios se debe principalmente a factores temporales de corto plazo. Recordó para aquellos que todavía no entienden cómo funciona esto, que si los bancos centrales subieran los tipos antes de lo previsto podrían provocar un endurecimiento prematuro de las condiciones monetarias, generando precisamente una mayor política de compra de activos.
Aún así, el BCE sigue siendo flexible en cuanto a su Quantitative Easing (QE) -programa de compras masivas de deuda por cantidades ingentes de dinero-, el cuarto en diez años. En las compras de la semana pasada vimos que el importe fue 5.000 millones de euros inferior a lo previsto; mientras en la rueda de prensa del pasado jueves Lagarde enfatizó que si los parámetros macroeconómicos siguen mejorando, su programa de compras PEPP irá reduciendo su importe. Todo ello enfatizando que en general los riesgos siguen siendo elevados en lo relativo a la pandemia del coronavirus, pero que poco a poco se van equilibrando.
En la reciente rueda de prensa, Lagarde ajustó las previsiones del PIB de la Eurozona mejorando levemente la previsión para este año desde el 3,9% inicial al 4%, recortando el de 2022 desde el 4,2% al 4,1% y manteniendo para el año 2023 el 2,1% sin cambios, año en el que se supone que podríamos ver subidas de tipos.
Para el organismo europeo, lo más importante en el corto plazo es que la inflación se sitúe por debajo del objetivo marcado del 1% para 2021 y del 1,2% revisado para 2022. Siendo así que la política actual de tipos de interés cero y negativos seguirán estando sobre la mesa y que todavía tienen margen para usar el programa PEPP con un presupuesto de 1 billón de euros. Tampoco tiene previsto ajustar su programa de compra de bonos para evitar intervenir en la curva de rendimientos.
Lo que se tradujo de la rueda de prensa es que el BCE está tratando de forzar la caída de los rendimientos aunque realmente no tiene muchas herramientas para conseguirlo -más allá de reajustar el ritmo de compras-, siempre y cuando el importe sea superior a los 100.000 millones de euros que parece que es la 'cifra mágica' con la que los mercados están contentos.
Darío García es analista de XTB