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18/11/2016 - 

MADRID, (EP). Siempre se ha hablado de la posibilidad de que los aparatos eléctricos sean perjudiciales para la salud. Y es que en un mundo interconectado, en el
 que los dispositivos que estamos acostumbrados a emplear se nutren de ondas electromagnéticas, surgen dudas sobre los daños que generan. El móvil, la televisión, los electrodomésticos, los climatizadores y los calefactores están presentes en nuestro día a día y son objeto de estudio por la ondas que emiten.

Durante las últimas décadas, diferentes disciplinas ya han abierto investigaciones al respecto, para determinar si existe riesgo por exposición a campos electromagnéticos (CEM). Por el momento, no se ha hallado una evidencia que determine que existen efectos negativos relacionados con los mismos, en los niveles de radiación permitidos por los organismos internacionales. 

Según el estudio que elaboró el Ministerio de Sanidad, a través de un Comité de Expertos, sobre cómo afectan a la salubridad, los campos electromagnéticos que generan radiación no ionizante, son el movimiento de cargas eléctricas en un metal conductor, que origina ondas de campos eléctrico y magnético y que se propagan a través del espacio vacío a la velocidad ‘c’ de la luz. Estas ondas llevan asociada una energía electromagnética que puede ser captada por una antena receptora. 

Pero estas radiaciones tienen un único efecto conocido, y es el aumento de temperatura. “No se asocian a otros fenómenos que hayan sido considerados agentes causales de patología pulmonar en el caso de los aires acondicionados o los climatizadores”, explica Dan Sánchez, Neumólogo del Hospital Municipal de Badalona.

En este sentido, desde Bosch Termotecnia, atestiguan que los aparatos eléctricos de hoy en día no sólo retienen sustancias o partículas en suspensión en sus filtros, sino que además purifican el aire que respiramos. Esta funcionalidad unida a la de climatizar el aire, según la temperatura que queramos mantener en la vivienda, hace que sean eficientes y nada nocivos para la salud. Por este motivo, Dan Sánchez, especialista en neumología, reitera que el uso de estos aparatos “no se asocia a la aparición de ninguna patología de la vía aérea y no pueden considerarse agentes causales de enfermedad pulmonar o bronquial”.

Dicha teoría, además, ha sido corroborada por el informe emitido por el Instituto de Salud Pública de Noruega, a través de una Comisión de Expertos, que determina que no hay pruebas científicas de que la exposición a campos electromagnéticos, tenga algún efecto adverso sobre la salud. Otra investigación similar, la realizada por BJM sobre más de 350.000 personas, deduce que no existe vínculo entre el uso prolongado de los aparatos electrónicos y los tumores del cerebro o el sistema nervioso central.

Efectivamente no afectan porque los aparatos eléctricos de uso doméstico, tal y como apunta el Dr. Sánchez, “producen radiación ionizante en niveles muy bajos dada su baja intensidad, pese a poseer materiales potencialmente radioactivos. Su capacidad de alterar los tejidos, más concretamente el tejido pulmonar es, por esta vía, mínima”.

Asimismo, el informe del Ministerio de Sanidad señala que, tras revisar la cuantiosa información científica publicada, no se puede confirmar que la exposición a los campos electromagnéticos, dentro de los límites establecidos en la Recomendación del Consejo de Ministros de Sanidad de la Unión Europea relativa a la exposición del público en general, produzca efectos adversos sobre la salud humana.  

No obstante, los expertos convienen que es mejor ser cautos, de forma comedida, con los aparatos eléctricos porque todavía no se disponen estudios epidemiológicos que evalúen los efectos nocivos derivados de la exposición a radiofrecuencias, que pueda tener el uso excesivo de los aparatos eléctricos a largo plazo. 

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