VALÈNCIA. (EP). Un 52% de las personas atendidas por Cruz Roja en la Comunitat Valenciana come menos cantidad de lo que debería y un 87% necesita cambios en su alimentación por mala calidad, sobre todo por un bajo consumo de frutas, verduras y un exceso de embutidos y dulces. Especialmente preocupante es la situación de la población infantil ya que el 10% de los menores comió menos de lo que debía por falta de dinero y recursos.
Así, se desprende del primer Estudio sobre la Alimentación Saludable para Personas Vulnerables en la Comunitat que ha elaborado en la Cruz Roja, en colaboración con la Universitat València, a partir de una encuesta telefónica sobre hábitos de alimentación realizadas a 1.133 personas.
El presidente de Cruz Roja, Javier Gimeno, ha explicado que se trata del primer estudio del Observatorio de la vulnerabilidad social de la Cruz Roja en la Comunitat Valenciana, con el que se quiere comprobar si el reparto de alimentos que realiza esta organización humanitaria desde 2008 es "equilibrado" y la situación de riesgo de cronicidad para poder adaptar sus estrategias.
La conclusión es que tres de cada hogares de los atendidos sufre inseguridad alimentaria. Esto supone que por cuestiones económicas el 80% tiene una alimentación poco variada, el 70% poco saludable, un 52% come menos de los que debería y un 16% come solo una vez al día o no come. De hecho, un 5,1% de la población valenciana no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días.
Por provincias, Alicante es la que tiene menor porcentaje de seguridad alimentaria (16%). Por contra, encontramos hogares con mayor seguridad alimentaria en las provincia de Valencia (21%) y Castellón (23%).
Al respecto, la directora de Intervención Social de Cruz Roja en la Comunitat, Teresa Navarro, ha explicado que la mayoría de estas familias se encuentran bajo el umbral de la pobreza y por ello el gasto que destinan a alimentación no es fijo sino que depende de lo que puedan obtener en cada momento de ayuda externa: para un 39% de donaciones y un 10% de ayudas de ayudas de familiares y amigos y solo el 43% adquiere la alimentación a través de sus ingresos.
De este modo, la alimentación es el cuarto nivel de prioridad del gasto ya que en primer lugar se centran en asegurarse gastos inflexibles en los que su impago tiene consecuencias como la vivienda, la luz y el agua. De este modo, conforme aumentan las desigualdades sociales y económicas, aumentará la inseguridad alimentaria y la malnutrición.
No obstante, la nutricionista Clara González ha recalcado que el acceso a una alimentación saludable no solo dependen de un factor exclusivo de capacidad económica, sino de las priorizaciones que se hace en el carro de la compra en los que intervienen factores culturales, tradiciones, nivel educativo, o la información.
Por ello, ha recalcado la necesidad de seguir con talleres nutricionales para enseñarles a comprar ya que "sí que es posible una alimentación saludable" con el nivel de recursos que se disponga. Por ejemplo, sustituir las proteínas de origen animal, carne o pescado, por las que aportan legumbres.
El estudio revela que el 25% de los hogares no tiene ingresos (22%) o son irregulares (3%) y para el 75% de los hogares que sí que tienen ingresos regulares, un 35% percibe entre 300-500 euros, seguido de un 13% con ingresos entre 500-700 euros.
Además, del conjunto de hogares que perciben ingresos, sólo el 25% lo obtiene a través de un salario, pues tres de cada cuatro lo obtiene de otras fuentes como puedan ser la prestaciones sociales (47%) o ayudas familiares o de amigos.
Asimismo, ocho de cada diez hogares no puede permitirse gastos escolares, o de vestuario y un 99% no puede hacer frente a gastos médicos o sanitarios relacionados con la salud visual, bucodental u ortopedia.