VALÈNCIA. En muchas ocasiones se ha intentado ridiculizar el género del diario atribuyéndolo a una forma literaria de la juventud -esencialmente femenina- en la que se volcaban los anhelos, deseos e inquietudes de jóvenes adolescentes que comenzaban su etapa adulta entre dudas y angustias. Naturalmente no siempre ha sido así, pero también ha sido así. Los diarios de jóvenes adolescentes anónimas que han comenzado a explicarse a través de la palabra escrita, íntima e inapelablemente emocional, constituyen el germen de algo que puede revelarse profundo.
Con este ánimo comenzó Beatriz Navas Valdés su diario en el año 1992.
4 de mayo de 1992. Eres mi nuevo diario. El anterior abarcó un año y pico y en él conté un montón de historias. Espero compartir contigo muchas más aventuras. Hoy tengo catorce años, tres meses y diez días, y vivo un año muy importante para España: el famoso y esperado ¡1992! Tenemos la Expo en Sevilla, que es una exposición importantísima que merece la pena visitar; también celebraremos las Olimpiadas en Barcelona, que seguro que serán un éxito y que no me pienso perder por nada del mundo; además, es el quinto centenario del descubrimiento de América, y, por si esto fuera poco, es Madrid, en este momento, la capital cultural europea. ¡No nos podemos quejar!
Este comienzo pertenece a Y ahora, lo importante, el diario de Beatriz Navas Valdés recientemente publicado por Caballo de Troya. El libro recoge aquel diario escrito entre 1992 y 1993 y añade un emocionante epílogo en el que reflexiona sobre aquella etapa, estableciendo una relación con el presente, con la mujer que es 25 años después. El escenario es un Madrid post-movida, en una década -la de los 90- que se vivió como anodina pero también como preludio de algo importante, algo que iba a suceder y que, sin embargo, nunca acababa de suceder con la magnitud que se pensó.
La vida rutinaria de la adolescente -con todos sus tópicos incluidos: salidas con amigas por Malasaña, la libertad para beber y fumar, los primeros 'rollos' con los chicos- se mezcla con los hitos de un país que en el 1992 vivió dos hechos históricos -Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona- y con la banda sonora de aquella década: Nirvana, U2, INXS, Faith No More, Guns N' Roses, Mudhoney o L7.
Una de las características más singulares del libro es esa intersección entre la España de los 90 y cómo una adolescente de 14 años la observa desde la expectación pero también desde una personalidad crítica. Cada día, en sus entradas, irá añadiendo los titulares de ese día:
He esperado a que mi madre llegue con los periódicos para poner algunos titulares (mi idea es ir haciéndolo cada día, siempre que pueda; si no, dejaré un hueco para añadirlos después). El País: «Los sindicatos quieren que la huelga general dure al menos 12 horas»; «El ejército yugoslavo libera al presidente bosnio y abandona su cuartel en Sarajevo»; «Dos naves vikingas con destino a la Expo se hunden frente a la costa de Alicante a causa del temporal»; «Bush declarará Los Ángeles zona de catástrofe». ABC: «Policía Municipal de Madrid: en 1975, ochenta y cinco días de vacaciones; en 1991, ciento sesenta y ocho días»; «Los Reyes recibirán hoy a Lech Walesa, primer jefe de Estado extranjero que visita la Expo»; «Dos viajeros del AVE tuvieron que ceder sus plazas a Alfonso Guerra y a su familia»; «Desconvocado a última hora el plante de los picadores».
Después de la sucesión de hechos nacionales e internacionales, la autora afirma: “Y ahora, lo importante”. Y ese hecho sustancial no es otro que el relato de su vida.
Y ahora, lo importante. Hoy es un lunes normal y corriente, pero que viene detrás de un fin de semana de lo más loco. El jueves salimos, ya que el viernes era fiesta. Estuvimos todo el rato en el centro comercial y nos lo pasamos genial haciendo el gilipollas y fichando, ¡cómo no!, a Álvaro y todos estos. Aunque tampoco hicimos nada fuera de lo normal. (...) Patricia y yo fuimos a Morasol con la idea de cogernos una mierda enorme (ponernos pedo, se entiende). Primero bebimos en el Zorpes, bar de al lado de Morasol, un par de minis de cerveza con tequila, mientras esperábamos a Itziar y las demás. Ya en Morasol nos bebimos todas las consumiciones que pudimos pillar: cua-cua (Cointreau con Licor 43), licor de menta con chocolate y varios whiscolas. Además de todo el alcohol, fumamos bastante y el tabaco nos dio el toque final para ponernos fatal.
Llama la atención de qué modo, mucha de la adolescencia de aquella década vivía todavía anclada en una concepción edulcorada y romanticista de las relaciones entre hombres y mujeres. Una considerable parte del relato está dedicada a los jóvenes con los que Navas y sus amigas se relacionaban desde una posición que, desde 2018, se juzga algo sumisa e idealizada.
(…) Pero al final de la noche me amargué un poco porque Álvaro se puso delante de mí a enrollarse con la tía con la que sale: la zorra de Paula Asencio, que está en 2.º de BUP. Ah, Valeria, la hermana de Álvaro, es una tía que te cagas y hace unos días me dio varias fotos de Álvaro de pequeño. No sé cómo ella puede ser tan genial y simpática y su hermano tan chulo y tan gilipollas.
La propia autora es consciente de su enganche a los muchachos y se dice a sí misma: “Estoy en una edad complicada y el que piense tanto en chicos y no en cosas importantes es de entender”. Cierta ternura desprende constantemente esta lectura, no solo a su propia autora que en el epílogo se revisita, sino también a los lectores que entendemos ese diario como una suerte de retrato generacional. Según avanza el año, conforme la autora va creciendo, las reflexiones se hacen más densas y una cierta oscuridad y malestar existencial se apoderan del relato. Como si el dolor de la lucidez se plasmara en las páginas. Ahí aparece, por ejemplo, el episodio del asesinato de las niñas de Alcàsser.
En todo el diario subyacen algunos de los problemas que todavía hoy existen: el acoso sexual, la maternidad, el machismo, el racismo, el futuro laboral, etc... Son los problemas de aquella niña de 14 años que podía fumar y beber en cualquier lugar. El actual diario fue publicado parcialmente en la revista El Estado Mental. Ahora se ha corregido, se han eliminado algunos nombres reales y se ha añadido una revisión actual de la autora.
La escritura enternece por su ingenuidad pero cautiva por ese estilo directo y el epílogo se desvela esencial en esta obra. ¿Cómo verá la autora ahora, con cuarenta años, a aquella niña? ¿Es el relato de Navas un relato generacional? ¿Podría extrapolarse a otros ciudadanos que vivieron en aquella sociedad disruptiva y algo anodina? Deberán leer el libro de Navas para averiguarlo.