MEMORIAS DE ANTICUARIO

Demasiado pronto: artistas fallecidos antes de lo que tocaba

23/09/2018 - 

VALÈNCIA. La inspiración para llevar a buen puerto estos artículos puede llegar de cualquier parte. En este caso lo hace de un excelente texto, como todos los que escribe, que mi colega Rafa Cervera. De esos que nos hacen viajar en el tiempo, y que, en este caso versaba sobre artistas que nos dejaron demasiado pronto. Él se centraba sobretodo en la música, que de eso lo sabe todo, y yo lo haré aquí en nuestros artistas plásticos.

Se entenderá fácilmente que en tantos siglos de arte la nómina de creadores que fueron visitados tempranamente por muerte no es corta, sin embargo existen casos en que en términos de justicia y más allá de la pérdida humana, entiéndaseme la licencia, este abandono prematuro del mundo es especialmente doloroso pues se trata de artistas todavía tenían cosas importantes que decir, y en ciertos casos posiblemente las más importantes, hasta el punto de que si en lugar de vivir menos de cuarenta años, su vida se hubiese prolongado un par de décadas más, hasta la vejez, la historia del arte quizás se escribiría de forma distinta. Es el caso socorrido aunque no por ello menos relevante de Mozart. Si tenemos en cuenta cuenta las obras que componía en sus últimos años de vida eran cumbres como la Sinfonía Júpiter, la Flauta Mágica o el Réquiem ¿qué podría estar haciendo con sesenta años? ¿de qué forma habría influido en Beethoven, y así sucesivamente hasta nuestros días?.

No me resisto a abrir un paréntesis para recordar a aquellos artistas, de los que no hablaremos en esta ocasión, que cesaron de producir pero no por causas biológicas. Una forma de irse en vida, que se produce cuando el artista deja los hábitos generalmente por no poder vivir de su trabajo con la dignidad que merece. Últimamente tiendo a encontrarme con casos de estos, acordes con lo tiempos complejos que nos tocan vivir, un tema que no me resisto tratarlo en otra ocasión.

El ámbito valenciano

He intentado hacer una síntesis cronológica de algunos de aquellos que su marcha prematura dejaron cierto interrogante en el aire sobre la evolución de su arte pues no solo se trataba de simples artistas sino también de creadores de un arte en continua evolución en unos casos más acorde con los cánones de la época y en otros, más propio de lo artistas del siglo XX desligados de corsé alguno.

Juan Ribalta, Vicente Castelló y Abdón Castañeda formaron un equipo que llevó a cabo a principios del siglo XVII, es decir, el primer Barroco valenciano, para abordar importantes proyectos y decoraciones pictóricas como fue entre 1621 y 1626 las puertas del retablo de Andilla en el Alto Palencia. Curiosamente a esta “unión temporal de artistas” les une también un dato, que obviamente no depende de ello. Nuestros tres artistas mueren de forma prematura, si bien es cierto que en aquellos albores del siglo XVII la esperanza de vida distaba mucho de ser la de ahora. Juan Ribalta, hijo De Francisco, fallece con a penas 32 años, Abdon Castañeda con 49 y Vicente Castelló, igualmente, con medio siglo de vida. Una pena, sobretodo en el caso de Juan Ribalta dada su precocidad y extraordinarias dotes. De haber vivido más años estos tres importantes artistas, el capitulo dedicado al arte barroco valenciano se habría escrito con otras palabras, pues integraron, junto a otros, la columna central del movimiento.

Aunque de alguna forma ensombrecido por la figura de Ignacio Pinazo, José Pinazo Martínez fallece a los 54 años cuando quizás habríamos podido disfrutar de una visión hacia la modernidad de una pintura que se adentraba en las estéticas de su tiempo siempre dentro de la figuración en cierta forma de corte clásico. Unas décadas antes el pintor de Almácera, Antonio Cortina nacido en 1841 y que fue apodado tragallibres, dado que se dedicaba a devorar libros, cuando no se entregaba a su profesión, fallece rodeado de misterio. Lo que dicen los libros es que su cuerpo fue hallado en una buhardilla de la calle de la Palma en Madrid y que le faltaba el reloj y el dinero. Los rumores hablan de que apareció con una aguja de tejer clavada al parecer por la mujer con la pasó aquella noche. Tuvo una trayectoria plagada de premios y condecoraciones locales y regionales y de su obra fue admirador el mismísimo Joaquín Sorolla.

Demasiado pronto se fue Manolo Gil, con apenas 32 años, cuando el artista se encontraba en su mejor momento creativo y su carrera gozaba de un mayor reconocimiento de crítica y público. Gil era un estudioso de la historia del arte y su plástica es un compendio de sabiduría ya que estudió numerosas escuelas pictóricas por toda Europa, a lo que hay que sumar unas inquietudes filosóficas y espirituales que quedan plasmadas en su obra. Aunque puede podría pensarse lo contrario, su arte es el resultado de la sublimación a través de lo esencial que la acumulación. A pesar de la vasta cultura artística, Gil desde el inicio decide caminar por una senda personal. Recupera la pintura al fresco (Ateneo Mercantil). Aunque no lo parezca la modernidad de su obra es una evolución del arte de los renacentistas italianos. Tras un periplo por la República Dominicana, vuelve a Valencia en 1956 integrándose en el Grupo Parpalló por apenas un año más. En el año 2006, el IVAM le dedicó una muestra junto a Rafael Pérez Contel aprovechando en parte la donación al museo que efectuó su viuda, la también artista Jacinta Gil Roncalés.

Especialmente trágico es el caso de los hermanos Pastor Pla. Carmelo que fallece con poco más de cuarenta años dedicándose a la escultura, mientras que Vicente con a penas 33, se centró en la pintura. Es trágica no sólo por la vertiente personal al tratarse de dos hermanos, sino porque su marcha cercena dos carreras singulares del siglo XX en el panorama valenciano e incluso español. Carmelo llegó a tener una enorme fama en Italia concretamente en Roma debido a diversas esculturas que realizó a Juan XXIII y a Pablo VI, por lo que se le llamó “scultore di papi”. En cuanto a su hermano Vicente, su pintura es de lo más interesante de la plástica valenciana, sobretodo a partir del año 1956 en que entra, felizmente, en el campo de la abstracción con una personalísma y evocadora de combinación matérica, informalista y geométrica que nunca ha sido suficientemente valorada, y por tanto pasando a integrar esa larga lista de injusticias en el mundo del arte de nuestro tiempo.

En cuanto a Vicente su pintura lo más interesante es su entrada en el campo de la abstracción en 1956. Su personalísma y evocadora combinación matérica, informalista y geométrica, nunca ha sido suficientemente valorada. Una más de una larga lista de injusticias en el mundo del arte.

Juan Antonio Toledo, confundador, en 1964, y activo miembro del Equipo Crónica de Valencia, junto a Rafael Solbes y Manolo Valdés, es también es un artista que nos dejó con 55 años, sin quizás haberlo dicho todo en su personal visión de la figuración plástica. Fue Toledo un artista de talento llevando la figuración a unos terrenos hasta la fecha inéditos en el arte español, a través de una personalidad y estilo reconocible al instante. Sus circunstancias personales provocaron largos periodos de inactividad que dedicó sin embargo a la reflexión y maduración de su obra pictórica. El estilo pop inicial se fue metamorfoseando en crítica social, sobretodo en la década de los setenta lo que quizás actuó como handicap a la hora de desarrollar una carrera de éxito comercial que merecía. Sin duda un artista a reivindicar como hace unos meses me hizo ver el que fuera director del IVAM Jose Francisco Yvars.

No puede faltar aquí el nombre de Rafael Solbes, que nacido en 1940, nos dejó con a penas 41 años. Sin duda uno de los nombres más importantes de la plástica de la segunda mitad del siglo XX en España, ya que funda en 1964 el Equipo Crónica junto a Manolo Valdés y Juan Antonio Toledo. Toda la producción de este grupo viene firmada por Solbes pues fue su fallecimiento lo que dio lugar a su disolución. Difícil predecir dónde habría llegado la ya de por sí importantísima carrera de Equipo Crónica, que como hace poco pude comprobar llena prácticamente toda una sala del Museo Nacional Reina Sofía.

 


Noticias relacionadas