VALÈNCIA. Bienvenidos, bienvenidas, al maravilloso mundo de Toxic Pop. Música con sonidos contemporáneos, letras desde las entrañas, actitud y estética. El colectivo valenciano está acaparando algunos de los lanzamientos más interesantes de los últimos meses en la escena local y ya colaboran con artistas más allá de las fronteras de la Comunitat. Rare, Ciberchico, Carlo Frío, Leftee y Popin’Love están construyendo algo así como un universo cinematográfico de superhéroes, con historias independientes pero también entrelazadas entre sí. Las últimas entregas han sido el último LP de Leftee, Al fondo de la barra, y el que será el primer trabajo de Popin’Love, Notas Sensibles. Con ellos dos se sienta Culturplaza para entrar de lleno en sus propuestas.
La entrevista tiene lugar en un piso de Alboraia donde tienen ubicado el estudio, un lugar hiperestimulante en el que trabajan y pulen sus temas. Antes lo hacían todo desde su cuarto, ahora tienen un home studio para dar un paso más allá. ¿Hacéis bedroom pop? “Nunca me había planteado que hiciéramos eso, la verdad. Es la manera en la que hemos creado música siempre, no conozco otra. Para mí es lo natural”, comenta Leftee, que sin embargo, confiesa: “Me gustaría poder trabajar en un estudio, ver cómo se funciona allí. Yo quiero que mis canciones suenen lo mejor posible”.
En un salón casi rodeados de atrezzo, responden a las preguntas de este redactor. Casi todas las respuestas tiene un denominador común: es inevitable y natural hacer lo que hacen, funcionan desde la entraña, no piensan demasiado a la hora de hacer sus creaciones y disfrutan muchísimo.
En el caso de Leftee, Al fondo de una barra, no es un trabajo conceptual, sino una colección de canciones que ha ido acumulando y reuniendo en el disco con el único propósito de “demostrar lo que sabía hacer”, por ejemplo con la guitarra. Su música, producida por él mismo -es, junto a Rare, “el músico del colectivo”-, destila miles de matices que se configuran en un espacio entre el pop, la música urbana y la electrónica más desenfadada. Sus letras hablan de amor -por supuesto, qué canción de la historia de la música no-, pero también de drogas, de amistad, de diversión y de las expectativas. Al fondo del bar, que apenas ha cumplido un mes, ya tiene su hit: Mocasines Prada.
En el caso de Popin’Love, Notas sensibles sí es producto de una idea más concreta. Cuando le confinaron unos días, se puso a hacer canciones de manera obsesiva. Las letras salen de la aplicación de notas de su móvil -de ahí el nombre- y ha intentado que cada canción se sumerja en un subgénero diferente. “Empecé a experimentar con las pocas herramientas que conozco. Leftee me echaba la bronca por ciertas cuestiones técnicas y me ha ayudado mucho, pero ante todo quería ser muy experimental”, explica. El segundo adelanto de Notas sensibles se titula Pienso en mi ++ y es una colaboración con Megansito el Guapo.
¿Qué tienen de València sus trabajos? Leftee se define como nieto de La Ruta y, en efecto, confirman que sí hay un mínimo común que atraviesa la creación musical valenciana. “València es oscura porque ocurre de noche, y esos territorios lúgubres se acaban colando en la música. Luego se hace extraño, porque también somos el territorio de la luz, del mar, del cielo claro…”, apunta Popin’Love.
Preguntar por referencias se hace absurdo: no escuchan mucha música ajena y están dedicados a explorar hasta dónde llega la suya. “Sobre todo, nos retroalimentamos entre nosotros”, explican. La sensibilidad creada es la de cualquier hijo de los 90: el pop arrastrado del legado de los Beatles y notas de rock y otros géneros que se colaron en el imaginario popular. Sin embargo, sí han sabido ir generando unas alianzas y una red de colaboración que elevan exponencialmente su propuesta. Un artista es lo aquello que hace, pero también con quién lo comparte. En este sentido, Popin’Love ha hecho un buen puñado de creaciones con gente con la que ha ido surgiendo “aunque no haya escuchado mucho de ellos”. Por su parte, Leftee tiene fichados algunas de sus filias locales para -“ojalá”- poder hacer algo juntos.
Si hace unos meses hablábamos en este diario del una nueva forma de trabajar inminente y naturalmente cooperativa en los colectivos audiovisuales, esta bien se podría extender a cómo funciona Toxic Pop, al igual que otros colectivos como Dominio o Vlex. Dentro del propio colectivo, se autogestionan todas las artistas de las creatividades: “Cada uno sabemos de algo (fotografía, audiovisuales, diseño, etc.), trabajamos para otras productoras o trabajos, pero lo volcamos también en Toxic Pop”.
La otra cara de la realidad valenciana es la necesidad de encontrar cobijo en proyectos fuera de València. En el caso de Popin’Love, en el sello Jeanne d’Arc: “La diferencia de plantear un proyecto aquí o en otras ciudades es que allí sí hay dinero para hacer las cosas de manera remunerada, mientras aquí hay muchísimo talento o muy mal pagado o funcionando a base de colaboraciones”, señala. Leftee, que se autoproduce, ratifica, aunque explica que “hay que luchar por poder hacer las cosas desde València”, y sentencia: “Yo no quiero ir para poder hacer mi música”. Los dos esperan que con la red creada en los últimos años, el relevo generacional también cambie las dinámicas y el potencial del sector local.
Para hablar del futuro (unas líneas más abajo), toca hablar antes del pasado y el presente: Toxic Pop es el último de muchos otros intentos de proyectos musicales llevados a cabo por este grupo de amigos de toda la vida. Creen que este ha salido bien “porque somos más maduros intelectual y musicalmente… y también somos más tranquilos”. Ensayo y error hasta el acierto. ¿Vuestro futuro pasa por el underground? “Mi trabajo principal no es la música, aunque me encanta y es un territorio que quiero que siga estando ahí”, responde Popin’Love; “Hasta donde pueda llegar, llegaré. El debate no ha de ser underground sí o no, sino ser coherente con aquello que eres desde el principio y hasta el final. Pero vamos, yo tengo claro que quiero vivir de mi música”, sentencia Leftee.