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atracón de pantallas

Dejar las series a mitad: del 'hype' al desencanto

El exceso de oferta, las propuestas cada vez más similares o la pérdida de interés hacen que abandonemos algunas series antes de llegar a su término

22/03/2019 - 

VALÈNCIA. Ya lo dijo John Landgraf, el ejecutivo del canal estadounidense FX, y mucho antes Paul Schrader: “Hay demasiada televisión. Demasiada historia. Demasiada narrativa”. Si hace diez años el director de cine y creador del guión de Taxi Driver ya se lamentaba de la dificultad de ser original, con la proliferación de nuevas plataformas de contenidos el problema se acentúa. ¿Cuántas series han descartado tras unos cuantos capítulos, con la sensación de haberlas visto ya? ¿Cuántas, de las que les entusiasmaron en su primera, segunda o hasta tercera temporada, ya no son objeto de su deseo? ¿Cuántos hypes, que esperaban con entusiasmo, les decepcionaron? Recordemos, por ejemplo, aquellos supuestos bombazos de Marvel junto a Netflix que nunca llegaron a ser lo que se esperaba; o del estreno de Taboo de Tom Hardy, del que oímos hablar hasta la saciedad antes de su estreno y olvidamos rápidamente; o de la última temporada de Vikings, House of Cards, Orange Is The New Black, Black Mirror, Mr. robot y un larguísimo etcétera.

“Para un narrador de historias, cada vez es más difícil cubrir las expectativas del espectador. Casi todos los temas posibles no solo se han cubierto, sino que se han cubierto exhaustivamente”, confesaba Schrader ya en 2009. “Luego mejora”; “no se puede juzgar una serie por su primer episodio”; “no tienes paciencia”, decimos a nuestros amigos cuando renuncian a algún título. Sin embargo, debemos reconocer que teniendo en cuenta la enorme oferta disponible, y la cantidad de horas necesarias por completar un visionado, es comprensible que el espectador, aquejado del síndrome “FOMO” (“fear of missing out”), es decir, que no quería perderse lo que estaba en boca de todos, se baje del barco si no siente la suficiente atracción por el producto.

El exceso de oferta también de por sí bloquea al consumidor. Probablemente se reconozcan en esta rutina: abren su plataforma de contenidos preferida, comienzan a buscar en el catálogo y se tiran demasiado tiempo intentando dar con la serie idónea, hasta que se bloquean. “Paso más tiempo tratando de elegir, que viéndolas. Y después me parece una mierda lo que elegí ver”, se puede leer en Twitter en más de una ocasión. Esta parálisis fue descrita por el psicólogo norteamericano Barry Schwartz en su libro La paradoja de la elección: por qué más es menos. Según el teórico que estudia nuestros comportamientos de consumo, el exceso de opciones disponibles debilita nuestra capacidad de elegir.

¿Por qué abandonamos?

La consultora norteamericana Parrot Analytics trató de encontrar más respuestas a esta compleja cuestión, con un estudio que a grandes rasgos nos ayudan a entrever algunas pistas.

Ante la pregunta de por qué no terminan algunas series, la razón más común es la “pérdida de interés”, con un 39,3% de las respuestas. “Me cansé”, “no es lo suficientemente interesante”, fueron las frases más reiteradas. La segunda respuesta más repetida fue “la falta de tiempo”. Las horas disponibles son limitadas, pero además se compite con una enorme cantidad de oferta de entretenimiento, además de las propias series, ya sea la televisión lineal, la lectura de libros, cómics, las redes sociales, los videojuegos, etc. Y luego está la vida personal. De hecho, el 25,8% argumentó que tenía que dar prioridad a otro asunto, como “dormir” o “atender a los niños”, y por eso dejó de ver la serie. En nuestro microcosmos de heavy users seriéfilos, evangelizadores a ultranza y publicistas en las redes sociales de todo lo que se menea en forma de serie de televisión, tal vez nos olvidemos que la gran mayoría de personas tienen muchísimos más asuntos que atender que el segundo capítulo de la tercera temporada de Stranger Things.

Por otra parte, tras décadas como espectadores, a medida que vemos más producciones, nos volvemos más exquisitos. Este nivel de exigencia también aparece entre las respuestas más repetidas. Un 12,8% aludió a la calidad de la serie como razón para abandonarla, ya fuera por una mala actuación, diálogos mal escritos o unos valores de producción insatisfactorios. El rechazo puede ocurrir por una cuestión de cánones de producción pero también simplemente por gustos personales. Un 10,6% de los participantes confesaban haber probado a visionar una serie, pero acabar rindiéndose porque simplemente no les gustaba. “Esta serie no es para mí”, “no era lo que esperaba” o “era demasiado intenso”, son algunas de las declaraciones englobadas en este tipo de respuestas.

Que una serie que arranque fuerte pero un cierto tiempo después termine decepcionándonos no es, por tanto, tan extraño. Un 4,9% de los encuestados confirmaban que habían dejado de ver alguna serie simplemente porque esta “empeoró”, es decir, la evolución de la trama y/o los personajes dejó de atraerlos. Esta respuesta se diferencia de la primera de las citadas (la de “pérdida de interés”) por incluir en este caso el desacuerdo del espectador por un evento en concreto, como puede ser la desaparición de un personaje, mientras que la pérdida de interés es un proceso más gradual.

Los problemas de accesibilidad también aparecen entre las respuestas más comunes. Un 4,2% dejó de ver una serie por perder la posibilidad técnica de hacerlo. Algunas respuestas dentro de este grupo son del tipo “no pudimos terminarla porque se acabó el tiempo gratis” o incluyen casos de series que están en una plataforma en sus inicios y se pasan a otra más adelante

Se habla mucho de los serieadictos, y se comparte con inmediatez el último tráiler del momento, en un trabajo de promoción y publicidad brutal. Pero apenas se habla sobre la enorme burbuja repleta de títulos que son desterrados a la mitad y se olvidan. 

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Décadas antes de Stranger Things, Richard Ayoade, el mítico Maurice de The IT Crowd (Los informáticos) creo una de las mejores series de humor inglés de la historia. En ella pretendía burlarse y parodiar todos los clichés de la televisión de los años 70 y 80. Era una serie de hospitales, pero los médicos resolvían misterios paranormales como se liaban a tiros con recortadas o hacían artes marciales. Mientras, se abrían las puertas del infierno y ojos con patas querían sodomizar a los pacientes.  Y todo contado como telenovela melodramática

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