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MUJERES ILUSTRES DE LA COMUNITAT

Concha Piquer, la valenciana eterna

6/02/2019 - 

VALÈNCIA. Hablar de Concha Piquer e intentar descubrir algún nuevo matiz o alguna suerte de revelación es imposible. Pero una visita reciente por la Casa-Museo de Concha Piquer me ha servido para reivindicar su figura. El museo está compuesto por una sala amplia que contiene una exposición permanente con documentación gráfica y objetos personales de la cantante que reflejan la trayectoria pública y artística de esta valenciana universal.

Este museo se ubica en la misma vivienda donde nació Concha, en el barrio de Sagunto. Concha Piquer López nació en València el 13 de diciembre de 1906. Este año de nacimiento fue rebatido por la propia Concha que solía quitarse siempre un par de años por coquetería. Concha nació en el seno de una familia muy humilde. La casa donde ahora se ubica el museo es la típica vivienda unifamiliar de clase obrera, con planta baja y único piso. Allí todavía hoy puede verse el popular baúl que hizo tan famoso a la Piquer, la reconstrucción de su camerino y su despacho, así como una enorme colección de vestidos. 

Sus padres, Pascual Piquer Catalá y Ramona López Ferrándiz, vivieron su particular desgracia, pues antes de Concha nacieron cuatro hijos que murieron prematuros. Desde muy jovencita Concha mostró dotes artísticas y con solo 11 años se estrenó en el Teatro Sogueros de València. En la parte superior de la Casa-Museo se ha recreado la decoración y el mobiliario de la vivienda: el dormitorio de sus padres, el comedor, la salita de estar donde su madre tuvo el taller de modista, etc.

Concha se formó con el maestro Laguna quien se convirtió en su gran valedor. Aunque, sin duda, su verdadero descubridor fue el maestro Manuel Penella que, mientras preparaba el estreno de su ópera El gato montés en Nueva York, la conoció. En 1922, cuando solo contaba con 16 años, Concha interpretó 'El florero', un tema compuesto por el propio Penella. Debido a su gran éxito pasó más de cinco años cantando por teatros de Broadway y de todo Estados Unidos. 

En todos esos viajes se hicieron famosos sus famosos baúles. Su hija Concha Márquez Piquer, en una entrevista concedida en 2008 al diario Las Provincias explicó el origen curioso de estos célebres baúles: 

"Mi madre viajaba con un montón de baúles. Además de los suyos, que eran enormes, estaban los de la compañía, que podían llegar a ser setenta. Y a eso había que añadir los de la casa, porque ella alquilaba siempre una casa allá donde iba de gira y se lo llevaba todo: ropa de cama, de mesa… Y luego estaba mi padre, que siempre acarreaba con él dos baúles llenos de aceite de oliva de la marca Ybarra. A todo eso había que sumar a mi perro, Tico, y al canario de mi madre, que se llamaba Don Marcelo".

A su vuelta, y motivada por el gran éxito norteamericano, Concha se fijó como objetivo convertirse en una nueva estrella del espectáculo. Mítica fue la función que realizó en su vuelta a España, concretamente en Madrid, el 6 de julio de 1927. Entre el público se encontraban personalidades como Miguel Primo de Rivera, el dramaturgo y Premio Nobel Jacinto Benavente, los hermanos Quintero y otros nombres ilustres de la sociedad española. 

En España viviría momentos fulgurante entre los años 1929 y 1931, pues conocerá al matador de toros Antonio Márquez, del que se enamora en un baile de máscaras y se convierte en el gran amor de su vida; al maestro Quiroga y a Rafael de León, que serían los artífices de sus grandísimos éxitos. En aquellos años, además, comenzaría una carrera cinematográfica muy prolífica con films como El negro que tenía el alma blanca y La bodega de Benito Perojo o La Dolores de Florián Rey, quizás su película más conocida.

Concha vivió la Guerra Civil imbuida en su particular disputa familiar. Antonio Márquez estaba casado con una mujer cubana y tenía una hija. A juzgar por lo que Martín de Plaza cuenta en la biografía no autorizada de la reina de la copla, Antonio no llegó nunca a divorciarse. Lo cierto es que el gran estallido de la guerra le pilló en Sevilla. Pasada la guerra, en 1940, Concha montaría su propia compañía a la que llamó Compañía de Arte Folklórico Andaluz Escenificado. Con ella recorrió España entera cantando sus mejores canciones. 

En el año 1945, por fin, nacería su hija. Según sus biógrafos, Concha ya había perdido dos bebés durante sus embarazos. Sucedió en Buenos Aires y cuando volvió a España en 1947 siguió con su meteórica carrera, convirtiéndose en símbolo de la españolidad. Fue en 1958 cuando en el teatro Victoria de Isla Cristina tomó la decisión irrevocable de retirarse, mientras interpretaba 'Mañana sale'. Y aunque no volvió a actuar en público sí continuó grabando discos como aquel que dio a conocer una de sus canciones más famosas, 'Cinco farolas'.

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En los años 50 se hizo famosa por su rivalidad con Juanita Reina pero también por ser alabada por intelectuales como Alejo Carpentier, el gran escritor y musicólogo cubano que escribió un artículo aparecido en el Nacional de Caracas en el 31 de mayo de 1952. Carpentier situaba la figura de la Piquer por encima de sus predecesoras y elogiaba su temperamento y el clima expresivo en el que se desenvolvía.

València fue siempre el hogar y refugio de Concha. Ella, por su parte, no dejó nunca de amar a su tierra, de cocinar paella en tierra extranjera. Su última aparición pública en la ciudad fue en la presentación de la Falla Plaza del Pilar en el año 1964, de la que ella fue fallera ilustre. Tanto amor tuvo por la fiesta que en el año 2008 se le dedicó un ninot en la Falla Convento Jerusalén Matemático-Marzal. El ninot fue, finalmente, indultado. Concha Piquer murió en Madrid en 1990 mientras dormía, como consecuencia de la enfermedad bronquial que padecía. Su figura y su legado sigue intacto en València, siendo una de las mujeres valencianas más queridas de todos los tiempos.

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