Comienza otro curso escolar con el mismo discurso de las autoridades educativas, caracterizado por la autocomplacencia y la falta de realismo. Los profesores y los alumnos lamentan el final de sus largas vacaciones. Sólo los padres se muestran satisfechos de volver a la rutina. Yo pienso en los estudiantes que empiezan la ESO. A ellos va dirigida esta carta
Querido alumno:
Esta semana comienzan las clases. Lamento tanto como tú el final de las vacaciones. Se está muy bien sin hacer nada productivo, sin obligaciones ni horarios. Seguro que si pudieras elegir te quedarías otro mes en casa, pero no sé lo que tus padres pensarían de esto. Ellos son los más interesados en que comience el curso porque así te perderán de vista algunas horas.
Me han dicho que este es tu primer año en el instituto. Los primeros días extrañarás el colegio y a los maestros, y te sentirás desorientado con tantos cambios. Tendrás nuevos compañeros, muchos profesores, cada uno con la matraca de su asignatura, y deberás madrugar más que en la escuela. Como me sucedió a mí cuando empecé el BUP (tus padres te explicarán de qué hablo), la primera semana la pasarás entre inquieto y fascinado porque todo será nuevo para ti. Debes de tener doce años, una edad en la que despiertas a la vida.
Vas a tener buenos y malos profesores, trabajadores y vagos, puntuales e impuntuales, que se toman en serio su tarea o que, por el contrario, les resulta indiferente si sus alumnos aprenden. Por suerte hay más de los primeros que de los segundos. Arrímate a los buenos, aprendiendo todo lo que puedas de ellos, e intenta no tomarte en serio a los malos. Ya te irás dando cuenta de que en la vida hay que gente que sabe cumplir con el papel que le ha tocado interpretar, y otra que no.
Si algún profesor insiste en hablarte de la necesidad de ser creativos, de la importancia de jugar, del poder de las emociones, desconfía de él. Estoy casi seguro de que será un un impostor, un vendedor de humo que quiere quedar bien con los adolescentes. El típico profesor que se las da de colega. No hay creatividad posible, recuérdalo, sin una base previa de conocimientos. Y esto último se consigue con el esfuerzo, el estudio y, aunque parezca desfasado, con la memorización de contenidos.
Respeta siempre a tus profesores. No sigas el mal ejemplo de otros compañeros maleducados. Un profesor, como cualquier persona, merece ser tratado con consideración. Espero que tus padres te hayan enseñado a comportarte. Si no lo han hecho, a tu edad tiene difícil remedio. La mejor herencia que los padres pueden dejarle a un hijo son una buena educación y unos buenos genes. Si eres educado, aunque otros no lo sean, se te abrirán puertas en la vida.
Sé tú mismo, piensa en ti, no te importe ser egoísta. Persigue sacar buenas notas. No es lo mismo un 8 que un 5. No te distraigas de tu camino, que es el de acabar la ESO y, si te ves con fuerzas y ganas, un bachillerato que te lleve a la Universidad. No te dejes contaminar por la mediocridad de algunos compañeros, de aquellos que te dirán que no merece la pena estudiar porque al final siempre te acabarán aprobando en las rebajas de junio y, además, según ellos, estudiar no te garantizará un buen trabajo. No les hagas caso porque ser un estudiante aplicado siempre trae cuenta. Tienes que sacarte la Secundaria y, de ser posible el bachillerato, si no quieres acabar trabajando once horas diarias en un empleo miserable por 600 euros.
De todas las asignaturas del curso yo me centraría en algunas. Estudia bien la lengua de tu país (el castellano), la del mundo (el inglés) y la de tu tierra (el valenciano). Quien domina la lengua influye en los demás y se defiende mejor de quienes pretenden engañarle. Céntrate también en las matemáticas, la geografía y la historia, la filosofía, la física y la química…
Sé tú mismo, piensa en ti, no te importe ser egoísta. Saca buenas notas. No es lo mismo un 8 que un 5. Y no te dejes contaminar por la mediocridad de algunos compañeros
Te vendrá bien hacer deberes para reforzar los conocimientos aprendidos en el aula. Esto no quiere decir que te olvides de tus aficiones. Al contrario; si te gusta el deporte, la música, el teatro, la danza, qué se yo, dedícales tu tiempo y tu atención. ¡Quién sabe si en el futuro te ganarás la vida como futbolista o actor!
Por hoy tienes suficiente con lo que te he dicho, pero volveré para preguntarte cómo te va en 1º de la ESO. Antes de despedirme y desearte suerte, me atreveré a darte otro consejo, el más importante de todos. Sé crítico siempre. Crítico con los demás y crítico contigo. Y cuando leas artículos como este, no te fíes de todo lo que ha escrito su autor, que siempre lleva el agua a su molino. La gente adulta con la que vas a tratar tiene sus intereses, sus trampas y sus prejuicios. Aprende a descubrirlos, mira cómo desmontarlos para que no te manipulen. Y, aun a riesgo de repetirme, estudia y aprende, estudia y aprende. Será la única manera de no terminar como otros compañeros que, por negarse a seguir este consejo, acabarán, cuando sean adultos, a merced de cualquier desaprensivo, convertidos en carne de cañón.