VALÈNCIA. ¿Tiene sentido una segunda temporada de la serie Por 13 razones? Las espadas están en alto ante la secuela de la producción de Netflix, estrenada este pasado 18 de mayo. Su showrunner, el escritor, productor y director teatral Brian Yorkey, defiende su continuación frente a los que vieron agotada la trama en la primera entrega. Nadie anticipó su éxito estratosférico. Y eso que el libro homónimo que adapta, firmado por Jay Esher, se aupó al número uno en la lista de bestsellers del New York Times en 2011. Y eso que entre sus productores ejecutivos estaban la estrella planetaria del pop Selena Gómez y el oscarizado director de Spotlight, Thomas MacCarthy.
Sus 13 capítulos abrieron una discusión profunda entre padres e hijos adolescentes sobre temas traumáticos como el suicidio, los abusos sexuales y emocionales, el bullying, la negligencia del profesorado y el ciber acoso. Pero no sólo fue el fondo lo que generó atención y controversia, sino también la forma, por el crudo retrato de los tormentos adolescentes.
Su protagonista, Hannah Baker, es una joven estudiante que tras quitarse la vida, deja tras de sí una colección de 13 casetes donde expone las razones de su decisión. Queda ya para la historia del audiovisual la secuencia insoportable de su agonía en la bañera. Los hay que achacaron irresponsabilidad al rodaje de esta escena, los hay que aplaudieron su valentía.
La serie empezaba y acababa donde el libro, con su suicidio, pero Netflix impulsó una prórroga. Yorkey, ganador de un Pulitzer y tres premios Tony por su trabajo en el musical de Broadway Casi normales, firma esta nueva incursión en los claroscuros de la etapa de instituto, con atención ahora a otro tema de candente y dolorosa actualidad, la violencia con armas de fuego en EE.UU.
- ¿Qué ha de tener una segunda temporada para evitar decepcionar al público?
- Ufff (risas). Nuestro acercamiento pasa por que muchos espectadores adoran a los personajes de la serie, se preocupan por ellos y quieren saber qué les pasa a continuación. ¿Va Jessica a recuperarse del terrible asalto sexual? ¿Será Clay capaz de superar lo que siente por Hannah? ¿Sobrevivirá Alex al intento de suicidio? Lo mejor que podemos hacer es contar esta historia de la manera más honesta posible.
- ¿Te sorprendió el nivel de discusión que generó la primera temporada?
- No me sorprendió que hubiera debate, porque tomamos la decisión de contar las cosas de una manera inquebrantable y sabíamos que la gente iba a sentir emociones fuertes ante nuestra manera de narrar. Lo que nos sorprendió fue la cantidad de gente involucrada. No podíamos predecirlo.
- En Nueva Zelanda llegó a prohibirse el visionado a menores de 18 años.
- Es cierto, tuvo un gran impacto. Pero aunque haya habido gente en contra de la manera en que tocamos y mostramos ciertos temas, lo importante es que haya generado una conversación inédita. Es mejor hablar a silenciar estos problemas.
- Tu obra Casi normales está protagonizada por una madre bipolar y en Por 13 razones abordas, entre otros temas, el suicidio adolescente y la autolesión. ¿Por qué sientes la necesidad de tratar desde el entretenimiento asuntos ligados al trastorno y a la angustia mental?
- Muchas personas de mi entorno han estado luchando contra enfermedades mentales y lidiando con el suicidio. En EE.UU. son asuntos que no se comentan habitualmente, porque son tabú y hay un componente de vergüenza. Lo que podemos hacer a través de la ficción es retratar a personas que atraviesan por situaciones así, de modo que los espectadores puedan reconocerse y hallar una salida para poder hablar de ello e iniciar un proceso de sanación. Es importante arrojar luz sobre situaciones difíciles, aunque no tengas respuestas.
- ¿Piensas entonces que una serie de televisión puede ayudar a cambiar el mundo?
- Puede dar pie a iniciar una conversación, y la gente que empieza a debatir puede cambiar el mundo. Una serie es útil para sacar a la luz temas de debate, para motivar el compromiso y para buscar soluciones.
- ¿Tuviste en cuenta los comentarios de los espectadores al poner en marcha esta segunda temporada?
- No creo que hayamos hecho nada como respuesta a la controversia, porque nuestra responsabilidad es para con los personajes y sus relatos. Hemos querido contar sus vidas de la manera más franca posible y no apartar la vista de los aspectos más duros.
- ¿Pensaste en incorporar a Selena Gómez al elenco de esta segunda entrega?
- En origen, Selena y su madre, Mandy Teefey, se hicieron con los derechos del libro para convertirlo en película y que ella la protagonizara, pero cuando se convirtió en serie, por un lado, sintió que era más mayor que el personaje, y por otro, que su condición de estrella pop internacional iba a dificultar la identificación del espectador con Hannah Baker, porque el público vería todo el tiempo a Selena Gómez. Fue una decisión muy inteligente. Selena es una chica responsable y valiente, que ha hablado abiertamente de sus problemas mentales y que tiene una barbaridad de fans, más que la serie, y aboga por nosotros como un faro guía.
- Ahora que en EE.UU. hay un debate sobre la legalidad del uso de las armas, ¿es algo que os visteis impelidos a tratar en esta segunda temporada?
- Las heridas están abiertas. Estoy seguro de que la gente va a tener fuertes opiniones enfrentadas, pero necesitábamos reflejar cómo las armas acaban con las vidas de los chicos en los institutos. Al final de la temporada, Tyler estaba pensando tomar una elección devastadora para luchar contra su aislamiento social y su sentimiento de impotencia frente al acoso escolar. Al seguir su historia espero poder contribuir al debate abierto en nuestra sociedad.
- ¿Cómo te has sentido identificado con tu propia experiencia personal como adolescente?
- Desde que me leí el libro me identifiqué con Clay, porque yo también era el chico callado que no era objeto de acoso escolar, sino testigo asustado. La lectura me hizo recordar todos los momentos en que debía haber intervenido, en que tenía que haber alzado la voz. Así que asistir a cómo Clay madura en la primera temporada y pasa de ser el chico sentado en un rincón de clase a su visita a casa del matón para arrancarle una conversación fue todo un viaje para mí.
- ¿Qué tipo de historias te engancharon de niño?
- Las series Es mi vida y Freaks and Geeks, y películas de los ochenta como La chica de rosa (Howard Deutch, 1986) y las firmadas por John Hughes, 16 velas (1984) y El club de los cinco (1985). Fueron las primeras propuestas audiovisuales que reflejaron la vida adolescente tal y como yo la entendía. Resultaron súper importantes para mí, porque sentí que nos tomaban en serio.
- ¿Cuál es la diferencia al escribir dramas destinados a un público adolescente?
- La mayor lección que he aprendido es que los adolescentes son crudos y directos, pero están llenos de secretos. No nos dicen todo, así que has de encontrar una puerta de acceso y una manera de comprender que se esconde tras sus escudos. Un reto al escribir sobre adolescentes es que es muy fácil pensar que conocemos la dinámica de la animadora, del empollón, del tímido… Sin embargo, el objetivo de la serie fue tomar estos modelos y profundizar para descubrir sus complejidades.
- ¿Cuáles son los alicientes de trabajar con chavales de esta edad?
- Lo bueno e interesante de trabajar con gente joven es que no están interesados en hacerme sentir bien (risas). Entre adultos somos diplomáticos, pero cuando dices algo fuera de lugar, un adolescente te responde: “¿Qué? Eso es una estupidez”. Hay una audacia y una sinceridad de la que no puedes escapar.
Netflix ya parece una charcutería-carnicería de galería de alimentación de barrio de los 80 con la cantidad de contenidos que tiene dedicados a sucesos, pero si lo ponen es porque lo demanda en público. Y en ocasiones merece la pena. La segunda entrega de los monstruos de Ryan Murphy muestra las diferentes versiones que hay sobre lo sucedido en una narrativa original, aunque va perdiendo el interés en los últimos capítulos