Lo que pase con los ediles y alcaldes vacunados nos va a acompañar unos días todavía. La crisis, como todas, es una oportunidad. Como decía la semana pasada, lo es para los dos grandes del bipartidismo, para comprobar si han aprendido la lección de la anterior crisis y tienen la fuerza suficiente para apartar a aquellos que han tenido comportamientos poco éticos con la inyección de la vacuna contra la covid. Y para los emergentes, como Ciudadanos, y otros no tanto, como Compromís, para saber si tienen la fuerza suficiente de exigir que el grande cumpla y destierre a su representante no ejemplar.
Esto va por barrios, pero será una oportunidad única para conocer la fuerza y efectividad de cada uno. De momento, sólo la edil del PSOE de Dénia, Cristina Morera, ha dado una lección al resto. Ha reconocido el error y se ha ido. Al menos, podría ir por la calle con la conciencia tranquila. Sus vecinos del norte, los alcaldes de El Verger, Ximo Coll, y de Els Poblets, Carolina Vives, caerán si su partido quiere: sólo tiene que expulsarles y buscar alternativas dentro de su propio partido. En Els Poblets es más fácil: en junio toca relevo de alcalde; en El Verger, insisto, depende de la valentía del partido.
En otros casos, que afectan tanto a PP y PSPV, ya entra en juego Ciudadanos. Y por lo que sabemos, la formación naranja, que en esto también ha visto una oportunidad, no se conforma con ceses. Quiere dimisiones. Las exigirá en Benejúzar (donde se vacunó un edil del PSPV); en Orihuela (otro del PP) y en la Diputación de Alicante, donde de momento ha conseguido apartar a Bernabé Cano de las competencias del equipo de gobierno de manera definitiva y dejarlo sin sueldo.
En estos hay una cierta unanimidad: los que se han aprovechado de su cargo para vacunarse deben dimitir. Otra cosa es que eso se produzca. Y de momento, sólo Cristina Morera ha dado ejemplo. El PSPV sólo lo conseguirá si expulsa a sus alcaldes; y el PP, ídem de lo mismo. Es lo máximo que puede hacer un partido, más allá de convencer al beneficiado de esa decisión tan personal. El propio Cano es consciente de su error y lo admite. Incluso reconoce que debe pasar a la reserva. Otra cosa es que se quiera ir por ser quién es; y lo que representa. Este es el debate, y en eso se deben emplear tanto PP como Ciudadanos.
Ahora bien, esta semana, ha aparecido el cortador del césped, que acostumbra a realizar sus trabajos de jardinería, en espacios visibles, y nos ha dicho, como siempre, de qué males padecemos. La oportunidad lo merecía, de verdad. Al final y al cabo, unos servidores públicos se han saltado unos protocolos, y deben dimitir. Nadie lo discute. Otra cosa, diferente, es la fuerza para echarlos. Pero bien. Quizás por remordimiento de conciencia, de otras crisis en cuestiones de ética, a la que posiblemente llegó tarde para exigir responsabilidades, estos días, el cortador del césped se ha empleado a fondo, con varios trabajos. Cómo diría el colega Juan Carlos de Manuel: Ave María Purísima. Nunca la cabeza de un diputado provincial mereció tanta atención, y tuvo un precio tan alto.
Y sí, en esta efervescencia de análisis -crisis peores y de mayor calado no requirieron tal acumulación de tareas de descifre- reside la sospecha: no por lo que pida, que es lógico y coherente; si no por las intenciones que maneja, que se vislumbran a la legua. Si por una parte, está haciendo el desagradable juego de tener que despachar a Cano, hay que recordar que con anterioridad hubo razones de mayor peso -y si no, que le pregunten a la oposición de La Nucía, que las sufrió en sus carnes-; o si, auspiciado por los hombres de negro de Presidència de la Generalitat, busca la cuadratura del círculo que a Ximo Puig ahora más le quita el sueño: ganar a Ciudadanos de aliado para que en un futuro, los restos de la nave naranja, si quedan, con Cantó a la cabeza, garanticen otro mandato, más plácido, sin las presiones de Compromís, y la inestabilidad interna de Podemos.
Sea el cumplido para Carlos Mazón, para que llegue inmaculado -aunque le que puede salirle caro si Cano acaba en la bancada de los no adscritos-; o lo es para Ximo Puig, en forma de moción de censura, no debemos olvidar una cosa: el cortador del césped no hace las cosas gratis. Es decir, que sea cuál sea el desenlace, la factura será mutualizada. Ahora bien, por mucho que apriete, las razones (desgraciadamente) todavía no dan. Y eso lo saben los diputados de Ciudadanos (Javier Gutiérrez y Julia Parra), por eso su apuesta es la que es, y tiene unos límites. Otra cosa es lo que diga el twitter de Toni Cantó. Si viviéramos en otra sociedad, otra gallo cantaría. Y ojalá me equivoque, pero no creo que Bernabé vaya a abandonar la Alcaldía por las buenas. En todo caso, cabe la expulsión, y veremos quién es el valiente que la ejecuta.
Y lo siento por esta ingente labor del jardinero, pero todo hace indicar que ha prodigado sus apariciones esta semana para tal fin. Insisto, tiene razón, como todos los que se han mojado, pero todo apunta que el precio de la cabeza de Bernabé Cano, acabe como acabe, la asumirá (una vez más) el erario público con la empresa; es decir, el diario Información. Ojalá en esto también me equivoque, pero tiene toda la pinta. Y si pasa, será como un embarazo, que no se podrá ocultar. Lo veremos. El exceso, en este caso, huele. Insisto, cuestiones mayores no preocuparon tanto.