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su autora, víctima de violencia de género, jamás ha revelado su identidad

Astiberri recupera 'Quiéreme Bien', la novela gráfica que enseña a querer mejor

En 2006, la crítica se rindió ante "Quiéreme bien", el diario dibujado de una víctima de la violencia de género en una época en el que el tema tenía todavía algo de tabú. Astiberri recupera ahora esta obra maestra que encandiló a la crítica pero que pasó casi desapercibida para el público

19/03/2018 - 

VALÈNCIA.-  Corría el año 2006 y la editorial Lumen publicó Quiéreme Bien, la biografía de la publicista canadiense Rosalind B. Penfold quien, durante una década, fue víctima de la violencia de género. Penfold era, en realidad, el pseudónimo de una mujer que se embarcó en una relación tóxica con un viudo y que, un día, se dio cuenta de que su vida no era normal. Tras ser consciente de su situación consiguió ponerle fin y un día descubrió en una caja un montón de dibujos que había hecho a lo largo de una década y en los que, casi sin darse cuenta, había dejado testimonio de su infierno. Así nació una de las grandes novelas gráficas de todos los tiempos.

Quiéreme Bien fue un grandísimo éxito de crítica y se publicó en casi una docena de países, sin embargo el público no le prestó excesiva atención. Por un lado, el tema del maltrato era para demasiada gente un tema tabú o algo que debía de quedar dentro del ámbito de la pareja. La conciencia sobre la gravedad del tema no era la de hoy ya que, recordemos, las estadísticas sobre maltrato empezaron a publicarse en 2003. Además, al menos en España, llegó a la estantería de la mano de Lumen, una editorial que publicaba cómics (por ejemplo, toda la obra de Quino, padre de Mafalda) pero que no era exactamente una editorial de cómics. Pudo influir, quién sabe, que parecía dirigido a un público femenino (¡craso error!) pese a que se publicó casi a la vez que Persépolis (Marjani Satrapi) que acabó para siempre con ese absurdo prejuicio. Para los que no conozcan la obra, esta estupenda reedición por parte de Astiberri (más respetuosa con el formato original) es una ocasión de oro para hacerlo. Desde Canadá, vía mail, la autora responde a las preguntas de CulturPlaza. "He tenido que volver a meterme en la cabeza de esa chica que una vez fui", asegura.

— Desde el principio, prefirió permanecer anómima ¿Por qué ha mantenido tanto tiempo su decisión? Supongo que así Quiéreme Bien es una historia de todas las mujeres que sufren o han sufrido abuso; de la otra forma, sería solo su historia. ¿Estoy en lo cierto?

— Alguien dijo que podrás conseguir cualquier cosa en la vida siempre que no te preocupe quién se lleva el crédito. Al principio, estaba contenta por permanecer anónima —y dejar que Rosalind se llevara el mérito— porque me escondía, no quería convertirme en la poster-girl del abuso o que esos años me definieran. También tengo que reconocer que me daba un poco de vergüenza el dibujo, que parecía tan amateur y tan esquemático, casi como muñecos de palo, nada que ver con el tipo de dibujos que hago de manera profesional. Mi ego protestó. Pero con el tiempo me he dado cuenta del valor de ese aspecto tan esquemático. Es como dices, un dibujo de esos puede ser cualquier persona, un círculo con dos puntos puede ser cualquier rostro. Así las imágenes se vuelven icónicas y pueden contar la historia de cualquiera.

 — Pese a todo, ¿nunca ha sentido la tentación de decirle al mundo: "sí, esta historia tan maravillosa la escribí yo"?

— ¡Ah! Sí, en más de una ocasión, sobre todo hace doce años cuando se me ofreció la oportunidad de ir al Show de Oprah y tuve que decir que no. Ahora los editores me están presionando para que de la cara debido al movimiento #MeToo. ¿Qué me aconsejas? No sé qué hacer. 

— Quiéreme Bien se publicó por primera vez hace doce años. ¿Qué se siente al ver que después de tanto tiempo sigue tan vigente como el primer día?

— Estoy muy orgullosa de que Astiberri haya reeditado mi libro. Me gustaría vivir en un mundo en el que este tipo de libros no fuera necesario, pero me parece que casi es más importante ahora cuando tantas mujeres por fin se atreven a compartir sus experiencias.

— El título original de su obra es Dragonslippers (Las pantuflas del dragón), que se ha perdido en la traducción al español. ¿Podría explicar a los lectores españoles por qué eligió esa metáfora?

— Es interesante. Hace quince años, el tema de la violencia de género era muy tabú, así que intenté encontrar un título neutral, uno que casi escondiera el contenido. Había escuchado a niños maltratados calificar a su padre como "un dragón dormido" porque estaban asustados de lo que podría pasar cuando se despertara. Aquí también existe la expresión 'esperar a que caiga el otro zapato', que significa que estás en ascuas esperando que pase la próxima cosa mala. Para el título combiné las dos ideas.

— En otros países (España, Indonesia...) el libro se tituló Quiéreme Bien. Es bonito. ¿Qué le parece?

— El título cambia en muchos países. En Francia se tituló En arenas movedizas; en Brasil, Pero dice que me quiere; Polonia eligió Te quiero demasiado y en otros países se llamó Quiéreme Bien o Quiéreme mejor. Este último es el que más me gusta. En la historia, lo último que Roz le dice a Brian es: "no deseo un hombre que me quiera más ¡quiero uno que me quiera mejor!"

— Cuenta la leyenda que empezó a dibujar sobre su situación sin ni siquiera ser consciente de que era maltratada y que fue después, cuando fue consciente de lo que le estaba pasando, que decidió hacer el cómic. ¿Fue así?

— La conducta de Brian hacia mí era a menudo tan chocante que no podía darle ningún sentido. Recuerdo sintiéndome muy confusa. Creía que si podía hacer una especie de esquema y volver a mirarlo más tarde eso podría ayudarme a entenderlo (Recuerda que los teléfonos móviles no existían en los 90, así que fue como rodarlo en vídeo). Pero nunca conseguí entenderlo. Años más tarde, una terapeuta vio los dibujos y me explicó qué tipo de abuso era. Me ayudó mucho a ver lo que me estaba pasando.

— Creo que lo que hace único su libro es que son dos en uno. En el primero, ayuda a las mujeres a identificar el abuso; en el segundo, ayuda a los hombres a entender lo que es un abusador. No digo que sea un libro 'contra los hombres' sino que usted también quiso ayudarles a ellos a entender cómo se siente una mujer en esa situación ¿está de acuerdo?

— ¡Sí! Mi dibujos eran simples bocetos de mis propias experiencias, y el primero en verlos fue un hombre, un buen amigo mío. Me dijo que se sintió 'sucio' cuando los vio porque se vio retratado. Se dio cuenta de que, en el pasado, había hecho daño a mujeres sin darse cuenta. Me quedé muy sorprendida, pero fue entonces cuando me di cuenta de que mi libro también podría ayudar a los hombres. No olvidemos que los hombres también pueden ser víctimas de abusos, tanto de niños como de adultos, pero no hay refugios para los hombres, eso es algo que no se ha contado suficientemente. A medida que mi libro empezó a viajar alrededor del mundo me quedé asombrada de la magnitud del problema y de las reacciones de los lectores, reacciones que duraron años, como la obra inspirada en mi libro que produjo la Biblioteca Antonio Martín (El Prat de Llobregat, Barcelona) en 2013 en el que hombres y mujeres leyeron fragmentos de mi libro.

— Por la forma que actuó Brian contra usted, por la forma que actúan los maltratadores contra sus víctimas, me recordó eso que dicen de las ranas, que si las metes en agua a fuego lento, acaban muriendo hervidas sin darse cuenta

—Esa es exactamente su forma de actuar. La periodista americana Gloria Steinham muchas veces usa esa analogía. Si pones un pie en agua hirviendo,lo sacas rápidamente, pero si el agua está templada y la calientas lentamente no te das cuenta de nada hasta que hierve, y por eso las ranas hierven hasta morir. Creo que mientras permanezcas más tiempo en una relación tóxica, más excusas te buscas. Mientras más piensas que lo puedes arreglar, más te engañas a ti misma... hasta el día en el que descubres que te has perdido a ti misma.

— Cuando escribió Quiéreme Bien la violencia de género era casi un tabú. Al menos en España, se veía como un problema de la pareja en el que no había que meterse. ¿Era lo mismo en su país? 

— Creo que eso es así en todos los países. La gente piensa que lo que pasa dentro de una casa forma parte de la esfera privada y muchas veces los demás tienen miedo a denunciarlo. Hace años, en una tienda de fruta, vi que la cajera tenía el ojo morado y le pregunté si estaba bien. No quería ponerle en un aprieto sino que viera que alguien se había dado cuenta —para reafirmarle su realidad— en lugar de pretender que se había dado con una puerta. En otra ocasión vi a una madre abusando de su hija pequeña en una tienda y la gente miraba pero no decía nada así que di un paso y le dije "por favor, deje de hacer eso, no ve que le está haciendo daño". Por supuesto me gritó que me metiera en mis cosas pero le hice saber que alguien se había dado cuenta de su conducta y que era inaceptable.

— ¿Cree que habido avances en ese terreno?

— Los cambios siempre tardan en llegar pero sí creo que ha habido progresos. Ahora hablamos más abiertamente del tema y hay más educación sobre cómo debe ser una relación sana.

— Y sobre Rosalind ¿qué fue de ella después de dejar a Brian? ¿Ha vuelto a dibujar cómics?

— Escribo otro tipo de historias pero bajo diferentes seudónimos y también participo en conferencias de Medicina Gráfica. Se trata de promover cómics especializados en salud.

— Cuándo ve el movimiento #MeToo o millones de mujeres de todo el mundo en huelga ¿cómo se siente?

— Siento un optimismo cauto. Es muy estimulante ver esos movimientos, pero el abuso sexual no es una cuestión de sexo sino de poder, y nadie cambiará realmente hasta que hombres y mujeres tengan el mismo poder. Cuando veo fotos de líderes del mundo —como el G20 de 2017— me enfado. ¿Por qué hay solo cuatro mujeres y 32 hombres en la foto cuando las mujeres somos el 50% de la población? ¿Cómo se sentirían los hombres si hubiera 32 mujeres y cuatro hombres? Tengo ganas de que las cosas cambien ya y espero que un día las mujeres dejen de desfilar con gorros rosas de gatitos y empecemos a competir para llegar a puestos de responsabilidad. 

— ¿Y cómo es su vida ahora, más de una década después de Quiéreme bien?

— Tengo una vida muy completa. La época que pasé con Brian quedó atrás hace mucho tiempo. Cuando miro hacia atrás no me puedo creer que fuera esa chica. ¿Fue una pérdida de tiempo? Creo que puedo decir que de todo ese mal salió algo bueno porque el libro ha ayudado a mucha gente, aunque si pudiera borrar esa relación lo haría. 

— ¿Qué fue de Brian y su familia? ¿Leyeron el libro? ¿Está en contacto con ellos?

– Los hijos de Brian ya son adultos. Después de leer Quiéreme bien me dijeron que mi libro les confirmaba lo que recordaban. Brian se volvió a casar pero no duró mucho. Oí decir que su exmujer llevaba mi libro a sus sesiones de terapia.

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