VALÈNCIA. Tras un intento fallido de Declaración Unilateral de Independencia (DUI), la aplicación del artículo 155 de la Constitución y, desde este jueves, otras elecciones autonómicas, el nudo catalán no tiene visos de deshacerse de manera tan sencilla como deseaba el Gobierno de Mariano Rajoy y también los ejecutivos del resto de comunidades autónomas.
La candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ganó las elecciones pero su fuerte ascenso de 12 diputados no resulta suficiente para, ni siquiera sumando los escaños de otras fuerzas constitucionalistas, discutir la hegemonía de las formaciones independentistas. Así, Carles Puigdemont y JuntsxCAT aguantaron el tirón quedándose a tres parlamentarios del partido de Albert Rivera y relegando al tercer lugar a la ERC de Oriol Junqueras, que se quedó en 32 escaños pese a que los sondeos previos la situaban por delante.
Ahora bien, pese al importante triunfo de Ciudadanos, el bloque soberanista tiene la posibilidad de alcanzar la mayoría absoluta de nuevo pese al mal resultado de la CUP, que perdió seis escaños y se quedó en cuatro. Así, estas tres fuerzas políticas unidas sumarían 70 diputados, dos por encima de la barrera.
Es más, incluso si JuntsxCAT y ERC prefirieran no unir su destino a la CUP, dadas las tensas relaciones atravesadas en los últimos meses, podrían jugar sus opciones para intentar acometer una investidura buscando la abstención de Catalunya en Comú (8 diputados) o la propia CUP, puesto que la suma de sus 66 escaños no podría ser respondida con el bloque constitucionalista, que lograron 57 en total repartidos en 37 Cs, 17 PSC y 3 PP.
Es decir, el bucle puede continuar. La capacidad de maniobra de las fuerzas no independentistas es muy reducida: la pírrica victoria de Arrimadas no es suficiente para ninguna combinación factible que la pueda convertir en presidenta de la Generalitat. De hecho, el aumento de siete puntos de la participación elevándose hasta el 82% no ha variado apenas el escenario de los comicios de 2015: los 62 escaños logrados en aquél momento por JxSí han sido sustituidos por los 66 logrados entre JuntsxCAT y ERC, que posiblemente han recogido parte de los seis diputados perdidos por la CUP. En cuanto al número de votos, estas tres formaciones han sumado casi 100.000 más de los logrados en 2015 sobre pasando los dos millones de sufragios y consumando un 47,8% del respaldo, apenas un punto menos que entonces.
Por su parte, el PSC de Miquel Iceta prácticamente calcó este jueves los resultados de hace dos años y con un ascenso de un punto y un diputado más, logrando 17 escaños que parecen volver a dejarle a priori en tierra de nadie. Un resultado por debajo del que apuntaban la mayoría de los sondeos previos y que no fue considerado bueno por el propio candidato.
En cuanto al candidato de Catalunya en Comú, Xavier Domènech, tampoco se mostró contento con el balance conseguido en estos comicios. Así, la formación vinculada a Podemos acusó en cierta medida su posición intermedia en el proceso con una pérdida de tres diputados que le deja sin un papel absolutamente decisivo a corto plazo pero que con los que podría cobrar cierto protagonismo si JxCAT y ERC tratan de explorar otras vías que no se centren en reeditar su pacto con la CUP.
Por otro lado, los dos grandes perdedores de la noche fueron, sin duda, el PP y la CUP. La formación popular liderada en Cataluña por Xavier García Albiol perdió ocho diputados hasta quedarse en tres escaños, un fracaso que contrasta con el gran resultado del partido de Albert Rivera.
Por otro lado, la CUP también se llevó un fuerte varapalo al perder seis diputados de los 10 conseguidos en 2015. De esta manera, y al igual que el PP, ambas fuerzas no alcanzan el mínimo para conformar grupo propio, según marca el artículo 26.3 del reglamento del Parlament, por lo que se verán las caras en los escaños destinados al Grupo Mixto.
Con este escenario, las conclusiones extraídas de los comicios de este jueves evidencian que el bloque independentismo no ha acusado el desgaste de los últimos meses. En este sentido, y aunque estas fuerzas parecen haber tocado techo, tampoco se han desinflado pese a la aplicación del artículo 155 impulsada por Rajoy o la marcha de empresas de Cataluña. En la otra orilla, las urnas han castigado de forma contundente a la formación del presidente del Gobierno, lo cual puede interpretarse como un castigo a la gestión de la crisis realizada desde La Moncloa.
Un panorama que aboca a los diferentes actores a una segunda oportunidad, aunque en una situación todavía más compleja que antes. Una candidata más votada que no será presidenta, un posible presidente como Puigdemont fuera de España y un buen número de integrantes de las listas que se encuentran en prisión o en Bélgica y cuyos votos son necesarios para una investidura.