VALÈNCIA. "Las cosas no tienen que ser cómo eran antes". Adrián Salvador y Lucas Zaragosí vuelven a empezar. O casi. El dúo tras la firma Siemprevivas, con la que se han puesto en la primera fila de la dolorida industria de la moda valenciana y han hincado el diente al mercado internacional, se reinventa para seguir dando pasos en un camino que quieren hacer a su medida. Con Savage, la nueva marca que integra todas sus actividades, no quieren revolucionar su proyecto, sino que supone la evolución lógica de una firma que quiere sacar provecho de su tamaño y ubicación para no caer en cesiones que, sencillamente, no van con ellos. La ambición no es explotar, sino desarrollar. Con nueva sede en Ruzafa y una línea de producción que se ampliará con productos para el hogar, Salvador y Zaragosí se sientan en su recién estrenado espacio -huele a nuevo- para charla sobre València, sus oportunidades y las ventajas de la filosofía 'made near'. Adiós Siemprevivas... ¡viva Savage!
-La pregunta del millón, ¿por qué cambiar de marca ahora?
-Lucas Zaragosí: Vamos a cumplir siete años desde que empezamos. Hemos pasado por distintas fases pero, desde hace dos años, tenemos muy claro la marca que queremos ser, la identidad, la imagen, la esencia... Queremos ser una marca mucho más coherente, transmitir la misma filosofía que aplicamos a la moda a otras disciplinas. Desarrollaremos otros productos relacionados con el mundo de la artesanía, desde jarrones o velas a joyería. Para esto necesitábamos darle un giro.
-Adrián Salvador: Además, durante estos años nació el estudio de diseño, que compartía espacio con Siemprevivas, donde empezamos a trabajar con esos proyectos que atraían a la marca de moda pero que no queríamos relacionarlos con ella. Nos hemos dado cuenta con el tiempo que, al final, respiramos lo mismo, ¿para qué tener dos? Hemos madurado como marca y sabemos lo que queremos como unificarla.
-El cambio de marca va ligado a un cambio en la empresa, no es un capricho. Habláis de nuevos productos.
-L.Z.: Cuando empezamos venía todo muy rápido, buscábamos momentos para parar y pensar en qué queríamos. Cuando lanzamos la primera colección fue pensada para producirse: cien prendas. El fin de esto es, además de vender, disfrutar del proceso. Habíamos entrado en una vorágine un poco loca de tiendas, producciones, desfiles... No era lo que nos iba, no era el tipo de marca en el que nosotros creíamos.
-A.S.: Entramos en el circuito de moda que estamos habituados a ver. Realmente nosotros estamos mucho más cerca de otros valores, como son la sostenibilidad empresarial. No entendíamos el tema de producir, tener en stockaje, las rebajas... Todas esas cosas chirriaban con lo que estábamos haciendo.
-¿Qué esperáis de la nueva etapa?
-L.Z.: Hemos llegado a un punto en el que estamos muy felices en València. Esta ciudad reúne todas las condiciones que hemos encontrado en Nueva York o Madrid. Una vez tenemos claro que queremos estar aquí, desarrollamos la marca que nos gusta. Esta nueva marca nos permite tener una relación más cercana con nuestras clientas, más directa, puedan venir al nuevo espacio, conocer el producto y dar un servicio más global. No será solo ropa.
-A.S.: Somos de València y, al final, somos lo que vemos. Cuando íbamos por el Lower East Side de Nueva York veíamos esas tiendecitas que detrás tenían un estudio. Esa realidad nos parecía un poco compleja aquí, pero la hemos ido construyendo. Encontrar los proveedores ha sido lo más complejo. Cuando empezamos fue el momento de crisis, habían cerrado muchos talleres de costura, carpintería... ahora tenemos una cartera de gente con la que nos gusta trabajar y hemos creado esa etiqueta, el made near, que reivindica la cercanía, lo local. Todos los productos que estamos creando con tornadores de madera, sopladores de vidrio, marroquineros, cereros... todo sale de cerca y ojalá podamos hacer crecer ese patrimonio cultural.
-¿Cuándo lanzaréis las nuevas líneas?
-L.Z.: El lanzamiento oficial es el 21 de marzo, el día que empieza la primavera, 21.3, y el nombre de nuestra primera colección.
-A.S.: Aunque de alguna manera sí haremos cosas de forma escalonada para darle a cada producto su espacio, poder hacer pequeños eventos, incluso invitar a los artesanos.
-Os lo preguntan siempre, es cierto, pero ¿por qué València?
-L.Z.: ¿Por qué la gente se tiene que ir? En València están pasando cosas muy interesantes. Hay muchos artesanos aquí, luego tienes las redes para llegar a todo el mundo.
-A.S.: Cuando se habla de emprendedores aquí se dice que no hay público, pero nosotros desde el primer momento nos sentimos muy agradecidos por la acogida. Tienes que ir a buscarlo. También es verdad que Ruzafa es un barrio a descubrir para nuestro perfil de clienta, además de la que ya vive aquí.
-¿Se quedaba 'corta' la moda para contar vuestra historia?
-A.S.: Más que corta, estábamos nosotros en otro rumbo al que se dirigía el mundo de la moda. Sí es verdad que en los últimos años hay un cambio grande y nosotros queremos formar parte de él. Fuera de la frivolidad, de los grandes eventos.
-L.Z.: También es por justicia, para devolver a los artesanos toda la inspiración que nos han dado en este tiempo porque al final Adrián, en todas las colecciones que hemos tenido hasta el momento se ha inspirado en arquitectos, diseñadores, cocineros, chefs...
-¿Qué os aporta cómo marca esa vinculación para alejaros de ese mundo con el que no os identificáis?
-L.Z.: Siempre hablamos de honestidad, de las manos que hay detrás, es muy importante la labor del diseñador, pero luego hay unas personas que están en los talleres que están confeccionando. Es la cultura de una ciudad, una herencia que no se puede perder. Para nosotros es muy gratificante el tiempo que pasamos en esas fábricas, aprendemos mucho.
-A.S.: Ellos aportan la identidad con una marca, con un país. Calles Colón existen en todas las ciudades, pero barrios como Ruzafa o el Carmen no. Todas esas pequeñas tiendas, restaurantes, son las que crean la identidad de la ciudad. Nos queremos asociar a esa identidad, como nexo entre el consumidor y el artesano.
-Hablamos del poder de lo local pero, ¿dónde compite Savage?
-L.Z.: Precisamente, ese es el punto que nos gusta. Cuando empezamos teníamos un montón de tiendas y llegó un punto en el que dijimos: es que no queremos tantas, queremos la relación directa con el cliente. Es verdad que siempre hablamos de producción local y diseño global, así que en un principio lo planteamos así, para que venga la gente al espacio. A nivel digital y online puede estar en cualquier parte del mundo, pero está muy concebido como algo local. Queremos que llamen a la puerta. En València siguen pasando cosas interesantes.
-A.S.: Hay gente con inquietud de conocer la València real, también turistas que además de la playa quiere recorrer el turismo urbano, del mismo modo en que cuando nosotros vamos a Copenhague en busca de esas marcas y tiendas locales, también hay turistas nórdicos o asiáticos que nos buscan.
-L.Z.: Exacto. Cuando nos vamos fuera siempre buscamos este tipo de cosas, pero lo tenemos en València, estamos en un barrio con Doña Petrona a un paso, Nozomi a la vuelta de las esquina, a Ricard Camarena, Begoña Rodrigo... Nos creemos que Nueva York es el centro del mundo, pero está formado por pequeños comercios locales en distintos barrios. Eso es lo que está pasando en València, proyectos pequeños que juntos intentamos hacer grande la ciudad, que se la vuelva a reconocer por este tipo de cosas.
-A.S.: Estamos en un momento de explosión, de valorar la identidad de las cosas, de no ser homogéneos. Ese es un valor de la marca. Es un momento clave en València, pasados los grandes eventos hay un día a día de lo cercano.
-Da la sensación de que sois muy conscientes de vuestra responsabilidad incluso en el ámbito social.
-L.Z.: A pequeña escala y dentro de nuestras posibilidades. Todos juntos creamos la identidad de la ciudad, es a pequeña escala, pero luego esos ejemplos, como puede ser Espai Tactel, están en la feria ARCO. Es la galería que visitaríamos en cualquier parte del mundo, y la tenemos aquí. Al final todos somos marca València, durante muchos años ha estado denostada, y nosotros somos defensores. Vayamos donde vayamos hablamos de València.
-A.S.: Hay una vibración, están pasando cosas que ya se notan fuera. No es la época de los grandes eventos, sino de las pequeñas cosas.
-Es un sentimiento casi generacional, algo que se puede ver en muchas ciudades medianas europeas.
-L.Z.: Creo que es culpa de una etapa en la que todos, ciudades, empresas y marcas, hemos querido ser más de lo que somos, tener unas metas muy grande. La realidad no es eso, tenemos que ser conscientes de qué somos, dónde estamos y qué podemos aportar. No todos podemos ser Nueva York, Tokio o Madrid, pero somos otras cosas igualmente interesantes, es lo que hay que defender. Todos nos queríamos como el mundo, pero nos hemos dado cuenta de que nos llenan otras cosas.
-A.S.: Hace dos años estábamos dando clase en la universidad. Yo le dije a mis alumnos que a mi me hubiese gustado que, cuando yo estudiaba moda, alguien me hubiera dicho que para ser diseñador no hace falta participar en una pasarela. Hay otras formas de serlo, de forma local, modisto, estilista en teatro, patronista... Hay otra forma de hacer las cosas. Para emprender hay que ser disruptivo, no tiene sentido querer hacer lo que ya existe.
-El inicio de Siemprevivas sí está vinculado a la Valencia Fashion Week, donde fuisteis premiados.
-L.Z.: Y fue muy importante para nosotros, siempre lo decimos, pero llegó un punto en el que nos dimos cuenta de que no era lo que queríamos.
-A.S.: Hay que vivirlo todo. Hemos pasado por tantas etapas en tan poco tiempo que al final hemos encontrado el punto en el que estamos cómodos.
-¿Son de verdad tan interesantes lo grandes eventos de moda para la empresa?
-A.S.: Las pasarelas a nivel mundial, Milán o París, están en un momento de inflexión, no saben que hacer. Muchas marcas se han venido abajo, no presentan en pasarela. Es tan repetitivo.
-L.Z.: Sigue siendo una plataforma muy atractiva, ver la ropa en movimiento está muy bien. En las presentaciones que hicimos en el Botánico mucha gente nos decía: qué ganas de salir de la feria de muestras, de ver el sol. Las marcas se están dando cuenta de que en una semana de la moda compartes espacio, pasarela, modelo, maquillaje... es todo muy homogéneo, cuando has visto diez desfiles ya no sabes lo que has visto y no.
-A.S.: El rumbo que llevábamos antes, y que lleva el resto de empresas, es el de presentar la colección seis meses antes de venderla. En ese tiempo la clienta no se acuerda de las piezas, es una perdida de esfuerzo económico y personal enfocar a la gran pasarela. Grandes marcas como Burberry o Tom Ford están presentando la colección que están vendiendo en el momento. No tienen tanto tiempo para producir pero ahí te planteas, ¿es necesario producir tanto?
-Quizá vuestro proyecto más internacional es ONESIXONE, que fue reseñado en The New York Times. Hay otras maneras de llegar fuera.
-L.Z.: El hecho de estar trabajando en València y que de repente el New York Times se interese por un producto que estás desarrollando desde aquí y te ofrezca su plataforma para que puedas contarlo, es fantástico. ¿Lo local es un problema? No.
-Habláis de cambios en grandes marcas. Cambiar el rumbo de un gran barco no es tan fácil, ¿sentís que vais de la mano o por delante?
-A.S.: Las grandes marcas del lujo están intentando cambiar esos valores para sentirse asociados a lo actual. Está trasnochado el lujo ostentoso, es más experiencial, aunque no tampoco pueden dejar de vender el bolso Monograma de Louis Vuitton. Tienen ese lastre que no les permite evolucionar, aunque sí se asocian a jóvenes diseñadores y marcas que les aportan frescura.
-L.Z.: Estamos en una posición muy cómoda hablando de esto porque tenemos un punto de venta propio, pero cuando tienes cien o mil... cambiar esta estrategia es inviable. Es un proceso muy largo. Están las marcas muy mediáticas, creemos que la moda es eso, pero luego la realidad es que hay millones de barrios como Ruzafa en todo el mundo y muchas marcas que nunca han salido en prensa o desfilado viven de su estudio. Tenemos la percepción de que la moda es grandiosa, pero hay otra realidad más interesante, una realidad local y cercana. Es igualmente válido. Nosotros vamos más por ese camino.
-Al principio hablábamos del cambio de nombre pero, ¿por qué Savage?
-L.Z.: Nuestros valores siempre han sido la honestidad, sostenibilidad y el made near, el movimiento slow. Entra dentro de nuestra filosofía, llevamos mucho tiempo dándole vueltas al cambio de nombre. 'Savage' es una vuelta a los orígenes, a la naturaleza, a la artesanía, a las manos, a un proceso más vinculado a la naturaleza. Queremos estar en el Botánico y no en una feria de muestras.
-A.S.: Siemprevivas era el nombre de una flor, Savage involucra mucho más.