VALÈNCIA. Los diarios de escritores y artistas que hemos ido recogiendo a lo largo de los meses en esta sección dan buena cuenta del carácter recapitulatorio de los mismos. Cuando el cuaderno de un diario se acaba es que el año finaliza. Las entradas de los diaristas a final de cada año o principio del siguiente tienen el mismo carácter de resumen y propósito que el nuestro. La única diferencia, claro está, es que ellos lo escribían y de qué manera. Aquí van algunas de esas entradas navideñas de siete de los diarios que más nos han apasionado en este 2017 y su consiguiente interpretación:
1. Jaime Gil de Biedma – Diarios 1956 – 1985 (Editorial Lumen)
Días de navidades. Vagamente exasperado, como siempre en esta época. Me pregunto si además de las servidumbres familiares, de año en año más ligeras, puede existir otro motivo para que la tristeza, y una conciencia difusa de final anonimato, sigan invadiéndome con igual puntualidad. Quizás pesa el recuerdo de mis diecinueve y veinte años, cuando estuve absolutamente enamorado de Juan Antonio. Nochebuena, Navidad y San Esteban eran tres días -seguidos- imposibles para verse.
Jaime Gil de Biedma escribió diarios para organizarse la mente. También el corazón, siempre inquieto. Esta entrada navideña refleja bien lo que muchos sienten en esta época de obligadas reuniones, de cierta tristeza. En la juventud todavía más, pues el torrente emocional y esas dos semanas de intervalo vacacional propician que muchas historias se interrumpan. Qué poco comería aquellos tres días Jaime mientras pensaba en los días que le faltaban para ver a Juan Antonio...
2. Ricardo Piglia – Los diarios de Emilio Renzi. Años de formación (Editorial Anagrama)
1 de enero, 1966
El primer pensamiento del año fue un recuerdo de la infancia de Inés, en la playa, jugando con un perro que se metía en el mar cuando ella le tiraba una pelota para que el perro se la trajera de vuelta. Tal vez recurra a su pasado porque yo carezco de memoria personal. En realidad, peleo contra una serie confusa de de recuerdos ajenos. Mejor, tengo presente lo que han vivido otros.
Parece contradictorio que alguien empeñado en escribir los diarios de su vida a lo largo de décadas afirme con tanta contundencia que carece de memoria personal. ¿Qué es un diario si no un artefacto que produce memoria personal? Los diarios de Piglia han sido una de las revelaciones literarias de los dos últimos años. Este 2017 se ha cerrado esta obra magna con la publicación del tercer volumen -Los diarios de Emilio Renzi. Un día en la vida-. Con Piglia se reinventa de algún modo este género, se actualiza y moderniza hasta unos límites en los que la ruptura de géneros es una convención más: ficción, diario, reflexión teórica. Todo cabe en Piglia.
3. Cesare Pavese – El oficio de vivir (Editorial Seix Barral)
(1 de enero) 1940
Es poco lo hecho. Tres obras: Le due stagioni y los Paesi tuoi, y el Carrettiere.
(…)
No he esparcido muchos pensamientos en estas páginas, pero en compensación he cosechado algunos maduros y ricos y, más que nada, me he preparado para vivirlos con agilidad. Cierro el 39 en un estado de anhelo ya seguro de sí, y de una tensión como la del gato que acecha a la presa. Tengo intelectualmente la agilidad y la fuerza contenida en el gato.
(…)
Ha sido el primer año digno de mi vida porque he puesto en práctica un programa.
Pavese, con su proverbial pesimismo, recibía el nuevo año con malas noticias. Las mismas que proyectaba para el siguiente. El anhelo, la melancolía y una cierta nostalgia acompaña a este escritor cuyo diario ha sido objeto de todo tipo de interpretaciones del dolor del artista. Él ejemplifica como pocos la mítica figura de Mr. Scrooge que Dickens hizo tan famosa. Habla de sus pensamientos como semillas que ha sembrado a lo largo de los meses y que recogerá en los próximos tiempos. Pavese es el tipo de diarista que aprovecha las páginas finales del año para subrayar lo malo y anunciar, como si con él no fuera la cosa, algunas de las pocas buenas noticias: “(...) he puesto en práctica un programa”. La incógnita de este logro permanece todavía indescifrable en los últimos días de 2017.
4. Julio Ramón Ribeyro – La tentación del fracaso (Editorial Seix Barral)
Vísperas de Navidad. Rechazamos varias invitaciones, de modo que la recibiremos en casa, prácticamente solos. Vendrán a lo más dos o tres personas. Hoy adorné el árbol pascual, observado por los tres hijos del poeta martiniqués Glissant. Alida ha encargado un enorme pavo, que tardaremos una semana en terminar.
(…) Escribí en estos días un artículo y un cuento, este último en apenas una hora. Leí un poco de psicología y de lingüística, y de literatura sólo a Cortázar, que me dedicó gentilmente su último libro la semana pasada.
Ribeyro anuncia en su diario una de las problemáticas más pertinentes estos días: ¿con quién y cómo recibimos el año nuevo? ¿solos? ¿en pareja? ¿grupo reducido? Las invitaciones se multiplican y uno no sabe bien si es bueno experimentar en fechas tan señaladas. Ribeyro pasa el tiempo adornando el 'árbol pascual'. Resulta divertido imaginar a ese hombre tan serio y enjuto lleno de espumillón y purpurina delante de los hijos de su amigo poeta. El pavo de su mujer, Alida Cordero, es fundamental para acabar de imaginar la escena a la que, a buen seguro, no faltaría el cigarrillo ya característico del peruano. Despedir el año leyendo a Cortázar, por cierto, solo puede acarrear buenos augurios.
5. Andre Gide – Diario (Alba Editorial)
Fez, enero, 1944
Rilletes [hebras de carne de cerdo con manteca]; paté, ensalada de coliflor; mantequilla a discreción. Alose; puré de espinacas con huevo duro; patatas “a la inglesa”. Codillo (excelente). Mermeladas y cake... Es (o el equivalente) lo que encuentro servido en mi mesa cada día. Un tercio me bastaría. Y Si Haddou se disculpa por no poder variar más. Muy buen vino; y como el agua es dudosa y hay que temer la fiebre tifoidea, bebo mucho y seco. Después de cada comida, una infusión.
Gide ilustra bien la idea del que recibe el año fuera de su ciudad. Además, anota en su diario el menú detallado navideño de su estancia marroquí. Ahí comienza una de las partes más apasionantes de esos diarios cuando, por ejemplo, relata su aventura extramatrimonial con la secreta escritora María van Rysselberghe. Sus libros ardieron en una plaza berlinesa junto a algunos de Mann o Freud. Pronto abandonó París y buscó refugio en unas tierras que para siempre sería su particular paraíso: Argel, Fez, Túnez y Siracusa.
6. Franz Kafka – Diarios (Editorial Debolsillo)
31.XII 1914. Desde agosto he trabajado, en general, no poco y no mal, pero ni en el primer aspecto ni en el segundo lo he hecho hasta los límites de mi capacidad, como tendría que haber sido,e especialmente porque, según todas las previsiones (insomnios, dolores de cabeza, insuficiencia cardíaca) mi capacidad no durará ya mucho tiempo.
(…)
4.I 1915. No he cedido a mis grandes deseos de empezar una nueva historia. Todo es inútil. Si no puedo dar caza a las historias por las noches, se escapan y desaparecen, eso me está ocurriendo ahora con El fiscal suplente. Y mañana voy a la fábrica; cuando Paul se incorpore al ejército, quizá tenga que ir todas las tardes. Eso es el fin de todo. El estar pensando en la fábrica es mi permanente Día de las expiaciones.
A Kafka la navidad le pillaba siempre trabajando. La tensión entre el conflicto laboral y el artístico salpica las páginas de sus días, incluso en los días festivos. En 1915, en plena primera guerra mundial, Kafka batallaba con sus propios fantasmas. De su primera entrada de 1915 se desprende su deseo de empezar cada año con una nueva historia. Sin embargo, la fábrica seguirá presente como símbolo de la corrupción, de la opresión extrema. No sabía aquel día de enero de 1915 que ese año iba a ser el que escribiría un libro con el que pasaría a la historia de la literatura universal. Ya nadie escribiría igual después de aquella obra llamada La metamorfosis.
7. Iñaki Uriarte – Diarios. Segundo volumen 2004 – 2007 (Editorial Pepitas de Calabaza)
2006
Pasamos la Nochebuena en familia, en San Sebastián. Mantenemos esa costumbre. Nos gusta. Salieron los dos temas clásicos de discusión, el papa y el rey.
Hace tres años nos enzarzamos en el asunto del nacionalismo y acabamos fatal. Joana terminó llamándome “mierda de vasco” o “vasco de mierda”, no recuerdo. En los dos años siguientes no se ha vuelto a suscitar el tema y hemos regresado a la vieja tradición de la disputatio a grito pelado sobre el papado y la monarquía.
(…)
Nochevieja en Málaga, con Carlos. Allí es inevitable el tema del nacionalismo. Carlos está obsesionado. Ha dejado de desayunar Nesquik y comer fabada Litoral porque son productos de empresas catalanas. Menos mal que lo de ahora es el nacionalismo español contra el catalán. A maría y a mí nos cae un poco más lejos. Hacía un tiempo espléndido.
Abrimos y cerramos este compendio diarístico con autores españoles. Uriarte es, por vocación y profesión, lo más opuesto a Gil de Biedma. Si bien, ambos comparten una procedencia floreciente, una familia de alta alcurnia y unos gustos sofisticados. Este entrada escrita por Uriarte hace casi una docena de años entristece por su actualidad. “(...) ahora es el nacionalismo español contra el catalán”. ¿De qué otro asunto apuestan ustedes que se habló en las última cenas navideñas y en las que están por venir? A veces, un diario es más fiel que un notario, que unos informativos, que un periódico.
Feliz 2018.