VALÈNCIA. El paso de las revelaciones de Villarejo a la esfera internacional con sus amenazas con tirar de la manta también del 11-M recuerda a priori a los grandes agentes secretos de nuestra historia, pero de la historia de la historieta. Porque el género de espías tuvo un gran auge en los 60 hasta que Mortadelo y Filemón se convirtieron en la referencia absoluta diez años después.
Natural de Paterna, Arturo Rojas de la Cámara fue uno de los dibujantes más importantes de la editorial Bruguera en los años 70, pero antes, en la década anterior en Editorial Valenciana, creó uno de los agentes secretos míticos de la historieta española, 7-7 Cero a la izquierda.
En plena Guerra Fría, no hacía falta recurrir a las novelas para encontrar historias de espías inverosímiles. Formaban parte de la actualidad. Eso fue lo que dio la popularidad al personaje 007, que se convirtió en un icono británico interpretado por Sean Connery en el cine desde 1962. Por eso tuvo una respuesta estadounidense en 1966, Flint, agente secreto. Y en televisión, desde 1960, estaba el agente secreto de la OTAN, John Drake, en Cita con la muerte. En clave de humor, en 1965, hubo una serie de televisión que sobrevivió en nuestras pantallas hasta los 90, Superagente 86, con Don Adams como protagonista, a quien se atribuye la fama del zapatófono, y que en los 80 se pasó a los servicios secretos franceses para dar vida al Inspector Gadget entre 1983 y 1986.
En los 60, una profesión tan singular y dada a las situaciones extraordinarias y extravagantes como la de agente secreto no podía quedarse sin su correspondiente reflejo en la historieta. Firmado como "Rojas de la Cámara", 7-7 Cero a la izquierda contaba con muchos de los detalles que hicieron que Mortadelo y Filemón fuesen insuperables cuando entraron en la T.I.A en 1969, pero Cero a la izquierda apareció en 1967 en la revista Jaimito.
El espía rival se llamaba Críspulo. Los gags recurrentes eran en torno a los equívocos que llevaban al protagonista a fracasar en sus misiones. Habitualmente, todo empezaba con la entrada secreta a través de alcantarillas o cubos de basura para acceder a las oficinas de los servicios secretos donde recibía instrucciones de su jefe, encargado de la agencia P.E.P.O.L. Normalmente, solía fallar, pero en no pocas ocasiones o acertaba por error o cumplía la misión sin darse cuenta, solo echándose una siesta en un parque mientras todo sucedía a su alrededor a base de carambolas que acababan favoreciéndole.
Antes de trabajar para el DDT de Bruguera, Rojas fue un habitual de las revistas de Editorial Valenciana, Jaimito y Pumby en las que empezó a dibujar con solo 18 años, en 1948, ilustrando las aventuras de El Corzo.
En la historia del tebeo valenciano Viñetas a la luna de Valencia de Ediciones de Ponent, firmada por Álvaro Pons, Pedro Porcel y Vicente Sorní, dicen de él: "La estilización de sus personajes, muy expresiva y abiertamente grotesca, la violencia presente en sus historias y el tremendo dinamismo que les imprime lo diferencia del humor blando y bien intencionado corriente en las páginas de Jaimito (...) Su sentido del humor es un poco resultante del cruce entre la escuela de Bruguera y la valenciana. De la primera toma la crueldad con la que trata a sus protagonistas, tanto en su representación gráfica como en las peripecias del guión, de las que resultan eternamente perdedores".
Otro ejemplo de la época fue el Agente 0077 de Francisco Torá Margalef también en Bruguera. El de Ginestar (Tarragona) firmó sus páginas más conocidas internacionalmente en Alemania, con Fix und Foxi, dos ratoncitos, y en Suecia con el osito Bamse, Trabajos que realizó a través de la agencia Bardon Art de Barcelona. Un caso curioso el suyo, a los ojos de hoy, ya que tuvo que ponerse a trabajar en la historieta para ayudar económicamente a su familia y no al revés.
Su éxito en Bruguera fue escaso lo que sumado a las condiciones en las que se trabajaba en tan celebrada casa, sin reconocimiento profesional, cobrando muy poco y con condiciones leoninas, es lo que le animó a marcharse y comenzar su carrera internacional con productos infantiles. Es lo primero que se deduce al leer las historias de su agente 0077, que su talento y vocación eran más apropiadas para el público que empezaba a leer entre la guardería y la primaria. Los equívocos eran naif incluso para la época, apropiados solo para niños que era la primera vez en su vida que se acercaban a un tebeo.
Todo lo contrario que el Anacleto de Vázquez. La historia del dibujante madrileño es bien conocida, la llevaron al cine Óscar Aibar y Santiago Segura, y su personaje hace tres años también llegó a la gran pantalla de la mano de Javier Ruiz Caldera y Quim Gutiérrez.
Su espía nació en 1965, fue el primero en subirse a la ola que venía del cine. De la dimensión que alcanzó su obra da cuenta que se hicieran lecturas sociológicas y análisis de su mensaje. Algo que a al autor siempre le echó para atrás y negó reiteradamente que sus historietas tuvieran intencionalidad alguna. "¡Qué va! aceptar lo que ellos dicen sería como admitir que uno está loco (...) Para empezar, nada de lo que hacíamos era original. Todo estaba copiado de lo que publicaba en Argentina la revista Rico Tipo. Para continuar, nadie se consideraba un artista y todo el mundo trabajaba por cuestiones meramente crematísticas. Y, para acabar, la censura impedía cualquier tipo de creatividad"", manifestó en una entrevista que recoge Vázquez, el dibujante y su leyenda de Enrique Martínez (Sins entido, 2004)
Anacleto fue el primero, pero el más duro. No eran de extrañar las historietas que acababan con muertos. El Jefe fallecía en más de una y a veces asesinado por su propio agente, harto por alguna misión engorrosa o ridícula. Años más tarde, con el boom de la novela negra, Vázquez aprovechó el éxito de su personaje y dibujó a Ana y Cleto, dos detectives privados.
Ese fue justo el camino inverso que hizo Ibáñez, de la segunda generación de Bruguera y muy influenciado por Vázquez, que hizo pasar a Mortadelo y Filemón de detectives a espías. Inicialmente, eran una parodia del doctor Watson y Sherlock Holmes, pero fue en los 70 con su nuevo estilo como se convirtieron en los personajes de referencia de la historieta española. Un mito derivado de la fiebre por los agentes secretos de la Guerra Fría.