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#26M en Torrevieja: Cs puede ser de nuevo el árbitro del 'gigante del sur'

14/05/2019 - 

TORREVIEJA. Torrevieja es la quinta ciudad de la Comunitat Valenciana y la tercera de la provincia de Alicante. Desde 1989, siempre ha sido un bastión del Partido Popular, cuando el PSPV-PSOE todavía era fuerte en el resto de las autonomías de España. Pero en 2015 se quebró todo: el PP perdió la mayoría absoluta y todos los partidos respaldaron a José Manuel Dolón, Los Verdes, como nuevo alcalde. Fue Ciudadanos quien decantó la decisión, y cuatro años más tarde todo parece indicar que será la formación naranja quién deberá decidir quién ocupa la Alcaldía, pues nada augura que el PP mejore sus resultados. La más que probable irrupción de Vox en la corporación no garantiza nada.

Posiblemente, el actual equipo de gobierno de Torrevieja, formado por Los Verdes, PSOE, Izquierda Unida y Aptec (que no se presenta a estas elecciones), podría estar sentenciado, pero el 28 de abril le ha dado una bola extra: los socialistas ganaron tanto las elecciones generales como las autonómicas, por delante del PP, algo que no sucedía desde hace más de 30 años. Y ahora, el aspirante socialista, Andrés Navarro, elegido en primarias, ve que ese aire de cola le puede situar como la fuerza más votada de la izquierda y con opciones para seguir con la etapa progresista.

No será fácil. El mandato 2015-2019 ha sido un tíovivo de decisiones, y de emociones, aunque finalmente, el Gobierno local, que arrancó con 12 concejales y cinco partidos, y con menos efectivos, ha salvado dos intentos de moción de censura y un punto de inflexión mortal para cualquier alcalde: que la interventora se negara a suscribir el pago de las nóminas a los funcionarios en septiembre de 2018, lo que dejó a los 772 trabajadores municipales en un ay durante 8 días que duró la crisis.

Y tampoco ha sido fácil: el cuatripartito, con decisiones desconcertantes e incomprendidas, también tuvo que hacer frente a la herencia de 27 años de régimen popular, con un ex alcalde, Pedro Ángel Hernández Mateo, que no reinó, sino que aplicó un rodillo sin contemplaciones, se encontraba entre rejas, cumpliendo condena en la cárcel por prevaricación. Las infraestructuras culturales -teatro municipal y centro cultural Virgen del Carmen- estaban en precario y sin cumplir la normativa y fueron clausuradas -el centro cultural, por un tiempo corto-; los proyectos faraónicos, paralizados, como el Auditorio Internacional o el Balneario de Lodos y lo más importante, la sensación de que tanta inversión había olvidado la gestión de la crisis: el Instituto Nacional de Estadística calificó a la ciudad como la más pobre del país, en 2015.

Ante este contexto, el cuatripartito de Torrevieja no supo, en muchas ocasiones, buscar soluciones la herencia del PP: apenas pudo aprobar los presupuestos últimos; cambios en la gestión de las subvenciones; tuvo que dar marcha atrás en su intento de municipalizar la gestión de la limpieza viaria y recogida de residuos y la falta de funcionarios prolongó muchas de las salidas previstas para solventar las cuestiones de primer orden.

A ello, se une la falta de inversiones: ni llegaron en la última etapa del PP en el Gobierno de Rajoy; ni el Botànic ha hecho de Torrevieja un sitio preferente de sus políticas; es más, si la política educativa de Compromís chocó en una plaza -además de en otras zonas castellanohablantes- fue en Torrevieja -y Orihuela costa-, no solo por el rechazo a la obligatoriedad del valenciano, sino también por el elevado número de residentes de muchas nacionalidades, que de por sí también tienen problemas con la enseñanza en castellano. Políticamente, perdió a dos apoyos, los de la formación local progresista Sueña Torrevieja, y nunca acabó de tener la confianza de Ciudadanos.

Todo ello ha convertido a Torrevieja en un campo de batalla dialéctico incansable, donde el PP no ha dado respiro al Gobierno local, y con Ciudadanos con una ambigüedad muy medida para no cometer errores. Sueña Torrevieja también ha marcado distancias, pero sin forzar el cambio de gobierno.

Pese a las turbulencias, el Gobierno municipal ha intentado marcar distancias en algunos aspectos con la etapa anterior: en urbanismo y en contratación, quizás no ha habido la agilidad esperada, pero al menos ha imperado la transparencia y el cumplimiento de la legalidad que años atrás se ponía en duda; en Turismo, se ha abierto el campo de acción: se ha intentado que las Salinas funcionen como un atractivo y que el medio ambiente y los parques naturales sea un activo; la sede de la UA y el Auditorio Internacional han intentado aplacar la falta de una oferta cultural en sus habitats naturales, el teatro y el centro Virgen del Carmen. La residencia municipal de la Tercera Edad también abrió sus puertas tras ocho años cerrada, aunque una huelga del personal de la limpieza, por problemas de la empresa, ha empañado su puesta en funcionamiento. Pero poco más. Si ha habido mejoras en otros ámbitos, la polémica las ha acabado solapando.

Sólo la desaladora de Torrevieja ha visto la salida en este mandato, con más producción. Las grandes infraestructuras que necesita la ciudad siguen en el aire: ni con el PP ni con el PSOE se ha solventado el verdadero cuello de botella que es la N-332 y su necesaria duplicación, ni tampoco se sabe nada de la prolongación del tren de Cercanías a la ciudad salinera.

Y con este contexto, 43.690 torrevejenses están llamados a renovar la corporación municipal el próximo 26M. El PP, que es la fuerza más votada, intentará recuperar su feudo, aunque la marca no pase por sus mejores momentos y el PSOE le haya ganado la doble cita del 28A. Eduardo Dolón, el ex alcalde y candidato, ha renovado la candidatura de arriba abajo, marcando distancias con cualquier pasado. Pese a ser diputado de Turismo, lleva meses volcado con su campaña local. Aunque podría perder concejales, el PP puede recuperar la Alcaldía si suma con Ciudadanos y Vox.

Frente a él, el candidato socialista, Andrés Navarro, que ve opciones de conformar un gobierno progresista el próximo 26M con el aire de cola que le aporta Pedro Sánchez y Ximo Puig. Los socialistas tienen cuatro regidores ahora y creen que pueden llegar a siete.

El actual alcalde, José Manuel Dolón, de Los Verdes, es más cauto: cree que todo se resolverá por un concejal; es decir, que gane un bloque u otro, dependerá de un puñado de votos. En Ciudadanos repite, Pilar Gómez Magán que para cualquier acuerdo pone como condición que no esté Vox en el pacto. Lo habitual sería que la formación naranja, ahora con dos concejalas, creciera, pero la agrupación local también ha sufrido fugas hacia el PP y hacia el PSOE. 

Sueña Torrevieja, con Pablo Samper, también ha renovado su apuesta con el objetivo de mejorar resultados y ser decisivos el 26M. La gran incógnita en Torrevieja es qué pasará con Esquerra Unida, ahora con un representante municipal, y que se presenta en confluencia con Podemos; también quién recogerá los votos de APTc, del ex popular Domingo Soler, y qué pasará con Vox, cuya candidatura, encabezada por el matrimonio  Carolina Vigara y Juan Carlos Ramos, ambos en paro, buscan aprovechar el tirón de la marca de Santiago Abascal.

Y con todo este contexto, y este último mandato de cuatro años, pero que han parecido seis, por las continuas broncas, Torrevieja debe elegir su voto: los bloques están muy definidos, con sus virtudes y defectos. Y sólo Ciudadanos puede estar en los dos. Será, de nuevo, el árbitro.

DATOS DE INTERÉS

2015

Población: 88.447

Paro: 9.191

Renta per cápita disponible: 16.147

2019

Población: 82.559

Paro: 7.642

Renta per cápita disponibel: 16.420

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