CRÍTICA DE CINE 

'23 paseos': amores tardíos

15/01/2021 - 

VALÈNCIA. Dos ancianos pasean a sus respectivos perros, Tillie y Henry, por el parque. Se llaman Dave (Dave Johns, el que fuera protagonista de Yo, Daniel Blake, de Ken Loach) y Fern (Alison Steadman, conocida por sus papeles en las películas del que fuera su marido, Mike Leigh).

Los dos están solos y Fern todavía se siente herida tras la separación de su marido, que la abandonó por su secretaria veinte años más joven, sí, ese cliché sobre el que ella misma ironiza.

Son muchas las heridas que se arrastran a medida que la edad avanza. En los amores adolescentes, hay poca mochila que cargar, todo es nuevo y excitante. Pero poco a poco se van acumulando los desengaños, los recelos y cada vez resulta más difícil volver a confiar en otra persona para iniciar un idilio, porque sabes que cada vez va a doler más. Alrededor de esa idea, la de ilusionarse cuando esa posibilidad parece descartada, gira 23 paseos, una película dirigida de forma serena y luminosa por Paul Morrison (Solomon & Gaenor) en la que, de alguna manera, se ponen de manifiesto esos lastres que se arrastran sin necesidad de haber llegado a la senectud, aunque en este caso, no cabe la menor duda de que el tema de la edad resulta importante, sobre todo porque representa una barrera invisible que los propios protagonistas se autoimponen, como si haber pasado esa franja de los setenta les impidiera volver a acercarse al amor.

Paul Morrison se aproxima a David y Fern intentando imprimir en todo momento un toque de humor, pero también de melancolía y dulzura, sin necesidad de ser ni cursi ni empalagoso. En su primer encuentro, él le dice a ella que su perro yorkshire intenta demostrar frente a su pastor alemán quien es ahí quien marca el terreno, pero en realidad los canes conectarán de una manera más inmediata e instintiva que sus dueños. No se trata de una cuestión de juegos de poder entre machos y hembras. En realidad, los personajes son víctimas de sus propios deseos y miedos, de todos esos lastres que les impiden avanzar, porque se sienten condicionados por la mirada de todo su entorno, en especial de sus hijos, de si les juzgan por enamorarse a esa edad tardía o no.

'23 paseos'

No es la primera vez que se aborda el tema del amor en la vejez, pero sí resulta complicado encontrar películas donde aparezcan escenas de sexo entre dos personas mayores, como si se tratase de un tabú todavía por asimilar. Entre los escasos ejemplos, Y llovieron pájaros, de la canadiense Louise Archibalt, En las nubes (En el séptimo cielo), del alemán Andreas Dressen o 45 años, de Andrew Haigh, gracias a la que Charlotte Rampling estuvo nominada a los Oscar.

Pero el sexo no es el principal ingrediente de 23 paseos. Sí que va de desnudarse, pero por dentro. El director va modulando la relación entre Dave y Fern a través de esos encuentros en los que poco a poco los dos irán desvelando sus intimidades y su pasado a modo de confidencias a través de las que irán asentando su comunicación. En realidad, este es uno de los temas principales de la película, qué se dice o no por miedo a que todo se esfume, cómo manejar la sinceridad y las expectativas, algo que sirve para cualquier edad cuando se quieren dejar las cosas claras desde el principio y, sin embargo, no se puede.

Paul Morrison habla de todas estas cuestiones de forma lúcida y clara, sin necesidad de utilizar argumentos complicados ni argucias emocionales, apelando a una sencillez que resulta hasta cierto punto purificadora y una honestidad que desarma.

El parque se convertirá en un espacio alejado de las presiones que ambos tienen en sus respectivas vidas, un lugar abierto a la expansión de los sentimientos en medio de una naturaleza que abraza y que calma y en la que se sienten seguros y reconfortados. Cada uno tiene sus problemas, a Dave lo van a desahuciar y Fern también tendrá que dejar su hogar porque su exmarido va a vender su casa. El peso de sus anteriores parejas también supone un condicionamiento, así como el dilema entre la libertad y la dependencia emocional. Pero al director no le interesa ahondar demasiado en sus respectivas miserias más allá de lo importante, la soledad. 23 paseos no es una película social, es solo una tierna historia de amor con un toque de optimismo.

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