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la pionera cita de rock que nació en moncofa

20 años de Rock Machina: recuerdos de un festival que nunca se despidió

Rock Machina quedó marcado en el recuerdo por llevar en el año 2000 a bandas nacionales como Mägo de Oz o Lujuria hasta la playa de Moncofa. Pero tras tres ediciones, y pese al existo de contar con una asistencia de 10.000 personas, el festival nunca volvió a celebrarse sin dar sus responsables ninguna explicación

29/06/2020 - 

CASTELLÓ. Nos topamos ante un verano donde por desgracia no habrán grandes festivales de rock en España, algo a lo que nos habíamos acostumbrado y habíamos normalizado. Los festivales son una cita más que obligada para más de uno, un lugar de encuentro con tu música favorita y con amigos de todo el país. El peregrinaje es constante, un ritual estival que se repite año tras año. Cientos de personas planean sus vacaciones mirando las fechas de su festival (o festivales) de referencia. 

Pero entre todos estos, uno de los pioneros fue el Rock Machina en Moncofar, un evento que cumple ahora 20 años, aunque realmente el festival duró solo tres ediciones, en las cuales llenó las playas y calles de la población de amantes del rock duro. El Rock Machina quedó marcado en el recuerdo a fuego. En el año 2000 el cartel tenía bandas nacionales como Mägo de Oz o Lujuria y los internacionales Edguy o Runnig Wild, por citar algunos. En las siguientes ediciones hubo más grupos extranjeros de un nivel altísimo, un evento único en aquellos años. Poniendo a España al nivel de Europa. 

Carlos Martínez, copresentador del programa de radio Metal y Tal en UPV Radio, fue uno de los asistentes a esa histórica primera edición. El Rock Machina se recuerda como un evento único, pionero, una primera vez para muchos. “Por aquella época en España había festivales de rock como el Viña Rock o Doctor Music que incluían bandas de heavy metal en su cartel,  pero Rock Machina fue el primer festival de más de un día compuesto íntegramente por bandas de este estilo”, recuerda Martínez. Por fin en España nacía algo así, y fue el Moncofar. “Para los que teníamos complicado asistir un festival europeo, aquel primer Rock Machina fue una enorme alegría y una gran jornada de convivencia entre gente de toda España con la misma pasión por la música”, añade.

No fue el único que asistió, de hecho aquella primera edición fue un éxito; para la posteridad ha quedado un reportaje en video VHS que regalaban en la revista Metal Hammer, todavía lo puedes encontrar en Youtube, donde se ve cómo fue aquella edición. José Peris fue otro de los que estuvieron allí, aunque en su segunda edición. “Por aquella época ya estaba interesado por el heavy metal, había ido a conciertos en sala, pero vamos, esto fue subir de nivel, ni siquiera sabía que existía el modelo de festival”, reconoce Peris.

El segundo año tenía uno de esos carteles que todavía hace salivar a cualquier persona que le guste el heavy. “De hecho el primer año no pudimos ir porque nos enteramos tarde, la ausencia de redes sociales y el vacío de la radio y similares que era sometido al heavy metal era brutal. Así que la segunda edición sí lo averiguamos bien y fuimos. Yo principalmente conocía a Rhapsody, y fui sobre todo por ellos”, comenta. No solo estaban los italianos, también actuaron bandas del nivel de Kreator o Lacuna Coil. 

No solo era la música, sino que el festival colocó en el mapa metalero a Moncofar; destino de miles de personas a finales de julio. “Situó a Moncofar y a sus playas en el circuito europeo de festivales”, comenta Martínez. “Durante las 3 ediciones vinieron artistas internacionales de la talla de Bruce Dickinson (cantante de Iron Maiden), Symphony X, In Flames, Angra, Gamma Ray o Kamelot, y una gran cantidad de medios de comunicación extranjeros”. Carlos gracias al programa de radio comenta una curiosa anécdota. “Años después pude entrevistar al genial John Oliva de Savatage y guardaba un gran recuerdo de su estancia en el Rock Machina y las playas de Castellón”.

Al ser una primera edición probablemente tendría algunas carencias en su infraestructura. “Recuerdo que la zona de acampada era bastante desastrosa, eran antiguos campos de cultivo donde tu plantabas la tienda donde buenamente podías, sin sombra y con pocos servicios”, comenta Peris. “En cambio la zona de conciertos sí la recuerdo muy bien, un solo escenario, bien situado con buen sonido, suelo de césped y había gente pero no estaba masificado. Recuerdo que la bebida era barata y la comida también, había poco donde elegir eso sí”.

Todo ha cambiado mucho en los festivales, desde las zonas VIP en primera fila hasta los tokens, esas monedas de plástico con las que pagamos dentro del recinto. “A nivel de infraestructura, de organización y de servicios han ido mejorando enormemente. Incluso el propio Rock Machina fue añadiendo mejoras cada edición sobre todo en la zona de acampada”, señala Martínez.

Aquello era algo nuevo para cientos de personas, ya se ha comentado la existencia de festivales referentes como Viña Rock, pero un evento destinado al heavy era algo muy especial. “Yo recuerdo ilusión, la mayoría de gente éramos de más o menos la misma edad, era nuestro primer festival, era la oportunidad de ver por fin a muchas bandas que llevábamos tiempo siguiendo, recuerdo eso un ambiente muy ilusionante y festivo, nada de reniegos ni malos rollos”, rememora Peris. 

Por desgracia, después de una tercera edición con un cartel escandalosamente bueno formado por bandas de la talla de Rage, Savatage o Moonspell, se terminó el sueño con una asistencia de 10.000 personas. En el comunicado de la empresa se decía que al año siguiente se realizaría la cuarta edición, algo que nunca sucedió. “Pues fue un palo, ya que el tercer año no pudimos ir por cuestión de dinero y pensábamos que al año siguiente podríamos y nada”, sentencia Peris. 

Rock Machina marcó el camino con aquellas tres ediciones tan recordadas. “La última edición fue la más ambiciosa de todas con la presencia de bandas con cachés muy elevados, y es cierto que no fue tanta gente como esperábamos. Por otro lado, las promotoras españolas empezaban a ver el enorme potencial económico que tenían estos festivales, y la competencia empezó a montar otros festivales por toda la península” analiza Martínez. 

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