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exposición

1996-2010: La historia de la electrónica “post-bakalao” a través de sus flyers

El espacio Taller 21 de Benimaclet inaugura el 5 de julio una muestra que reúne más de 300 piezas representativas de las tendencias gráficas de aquellos años que demarcaron el fin de la Ruta y el inicio de la cultura de club en València

20/06/2019 - 

VALÈNCIA. “Habrá quien vea tan solo papelitos de colores en esta exposición. No le contradigas. Otros verán, como yo, muchas capas de información y estímulos”. Al habla Nando Boronat, comisario de una muestra retrospectiva que recorrerá la escena electrónica valenciana desde finales de los años noventa hasta la actualidad desde una perspectiva muy concreta: el diseño de flyers. La exposición se inaugurará el próximo 5 de julio en el espacio Taller 21 de Benimaclet (Marcelino Giner, 21), y reunirá más de 300 piezas representativas de esa cultura de club que eclosionó en la capital del Turia tras el ocaso de la Ruta del Bakalao a mediados de los noventa, con la consiguiente traslación de la escena de música electrónica desde las grandes discotecas periféricas hacia las pequeñas salas del centro de la ciudad. En la exposición, cuyo cartel ha diseñado la agencia Snoop, colaboran además dos protagonistas de la escena momento, Antonio J. Albertos, H4L 9000 y Sergio Carreño que aportan decenas de flyers de sus colecciones particulares.

Apenas se habla ya de ello, pero la primera década de los “dosmiles” fue también intensa en lo que ha música electrónica se refiere. Surgieron con fuerza (por herencia anglosajona principalmente) corrientes underground como el drum&bass, el breakbeat, jungle, el revival electro o el minimal techno, que junto con el house fueron ganando terreno al pop en las discotecas urbanas. El declive de los “makinetos” coincidió con el auge de los club kids y la proliferación de las raves en fábricas abandonadas y descampados. Los festivales de música indie como el FIB ya cedían los amaneceres a los ritmos sintéticos. El dance punk -que en realidad era un invento de los ochenta- puso a bailar de nuevo  a todo el mundo gracias a grupos con ADN muy urbanita como LCD Soundystem, The Rapture o Radio 4.

Este contexto general favoreció la proliferación en València de un ecosistema de pequeños colectivos -Educative Sounds, UHF, Move, 3MV Disc-Unit, Gorila CR3W-; salas como Gon, Le Club, Looping, Látex-, y djs locales como Cristian G.Martí y Jordan (propietarios a su vez de la extinta tienda de discos 3MV), H4L 9000, Nacho Marco, Fran Campos, Dioni Sánchez, Boluda, Roberto C, Chola, Gaviota, Cham, Nacho Aníbal, Chuky, Txau)me, Sergio Máñez, etcétera.

También destacaron un grupo de diseñadores, ilustradores y colectivos como Made:Sign (al que pertenecía Dioni Sánchez), Pigsel, Toni Payà, Raki, “y muchos otros anónimos que utilizaban los nuevos programas de diseño vectorial y bitmap, que desbordaban los límites de nuestra imaginación con sus filtros, capas y opciones”. “En aquella época recibíamos mucha influencia del mundo anglosajón, con gente como Peter Saville, colectivos como Designers Republic, y también del nuevo diseño gráfico holandés y catalán”, añade el comisario y diseñador gráfico Nando Boronat, conocido artísticamente como Nandroid.

Toda esta constelación de personas e iniciativas se ponía de manifiesto en el diseño, los logotipos y la letra pequeña de los flyers que se expondrán hasta el 31 de julio en Benimaclet. Todos han sido rescatados de colecciones privadas y nos dan una idea de cómo han evolucionado las tendencias gráficas desde aquel pasado reciente que estaba fascinado por el futuro tecnológico. Curiosamente, la seducción de la incipiente era digital se plasmaba con métodos absolutamente analógicos: duotonos, cuatricomias, cartulinas y troqueles.

El término anglosajón flyer debe su nombre a los folletos de propaganda que los pilotos de avión de la II Guerra Mundial lanzaban sobre territorio enemigo como campaña de moralización o desmoralización para la población”. Es por tanto un formato con más de medio siglo de historia, al que posteriormente se le han dado múltiples utilidades publicitarias. La industria de la noche es, sin duda, uno de los sectores que más ha exprimido las posibilidades artísticas de este elemento gráfico de formato reducido. El concepto de flyer continúa vigente hoy en día, si bien no necesariamente en soporte físico.

Formatos apaisados, juegos de texturas y guiños a la cultura digital

“El diseño gráfico de los primeros dosmiles estuvo muy marcado por las herramientas digitales y el hecho de que el montaje fotográfico, las texturas, las fuentes y demás fuesen más accesibles”, opina Fausto Furioso, joven diseñador gráfico que está detrás de la rupturista y descarada línea estética del club Gordo. Esta sala y Umbral -que por cierto, se han hermanado para organizar este sábado una fiesta conjunta en la mítica sala Spook- son las que mejor han sabido devolver la emoción a la cultura electrónica de vanguardia en la capital del Turia.

“Imagino que por aquel entonces también se pretendía ser futurista y romper con lo anterior -algo que por otra parte no es nuevo-. Si bien es cierto que hoy en día ciertas creaciones de esos años pueden verse como algo naif, en la estética todo es cíclico y en la actualidad ya podemos ver un revival de todas estas formas de diseño gráfico. Ahora todo va mucho más rápido, tienes que renovarte constantemente para sorprender y las tendencias y su percepción cambian cada año, con sus consecuentes revisiones, sincretismos, y fechas de caducidad”, agrega Fausto. “Lo digital en todos los campos ha ido desplazando a lo físico. Sin embargo, no hay tanta diferencia entre lo que hoy entendemos por flyer y lo que ha sido los últimos veinte años, más allá de su carácter tangible. El copy en Facebook o Instagram ha sustituido a la conversación de la figura de relaciones públicas, pero el contenido suele ser similar. Los flyers que solemos ver hoy en calle son de carácter genérico y anuncian más un local que un evento concreto en sí, y su utilidad se basa más en meter un extra de público en la sala que en comunicar un día concreto como podía hacerse hace unos años. Pese a ello, se encuentran bastantes paralelismos entre esto y la clásica invitación de las discotecas de la Ruta, que se utilizaba para dirigir de público de los pubs de la ciudad - o de otras discotecas - a tu sala”.

Pablo Averno, programador del Club Gordo, también opina sobre la vigencia del flyer en formato físico: “Yo en esto soy muy millenial. Creo que el formato físico a nivel ético debería desaparecer, porque al mundo no le hace ninguna falta ese gasto innecesario de papel. Como promotor, mi experiencia me dice que los que van a una fiesta con un flyer en papel suelen ser gente a la que normalmente no le interesa el programa musical. Han recogido el flyer en un bar y entran al club porque les pilla de paso. La gente a la que sí le interesa la música suele ir a Gordo porque nos sigue en las redes y le gusta nuestra línea de trabajo”.

La exposición ¿Tenéis flyers? no es un proyecto cerrado. Por eso, se ha abierto una cuenta de Facebook donde, además de publicarse las obras más destacadas de la muestra, pretende recopilar comentarios e imágenes de otros usuarios para construir “una narración en movimiento sobre una cultura a reivindicar”.

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