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10N valenciano: el Botànic II recibirá su balance de daños tras el convulso inicio de legislatura

2/11/2019 - 

VALÈNCIA. El próximo domingo 10 de noviembre tendrán lugar las cuartas elecciones generales en apenas cuatro años. Una cita con las urnas que llega tras la incapacidad de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias de alcanzar un acuerdo que mantuviera al primero de ellos en La Moncloa. Un fracaso de la izquierda del que tampoco sale indemne el bloque de derechas, puesto que ni PP ni Ciudadanos estuvieron demasiado interesados en abrir una negociación real para una posible abstención que desatascara la situación.

Con este escenario, se llega a una campaña en versión reducida -ocho días en vez de los tradicionales 15- en la que la batalla por el reparto de la culpa y las promesas de desbloqueo -ahora todos parecen dispuestos a que el país avance- protagonizan los mítines y debates, siempre con la permanente sombra de Cataluña cubriendo parte de la agenda electoral. 

La mayoría de sondeos indica un estancamiento del PSOE, una recuperación importante del PP, una caída en picado de Ciudadanos, un ascenso de Vox y un deshinchamiento asumible de Unides Podem. Eso sí, por bloques, todo apunta a que se mantendría una mayoría de izquierdas aunque más justa que en abril.

¿Y en todo esto qué se juega la Comunitat Valenciana? Evidentemente, mucho, dado que las cuestiones más urgentes y necesarias para la Generalitat como la mejora de la financiación, las inversiones territoriales, la reparación de la deuda histórica, el incremento de los fondos para la dependencia o la apuesta decidida por el Corredor Mediterráneo, deben partir desde el Gobierno central. Otra cuestión es si, gane quien gane, existirá alguna posibilidad de que se ponga solución a estos asuntos que se arrastran desde hace varios años. 

De hecho, una de las opiniones más extendidas en la política valenciana entre los dos grandes partidos, PP y PSOE, es que puede resultar favorable para un gobierno autonómico que en La Moncloa se encuentre un partido de signo contrario porque permite mantener el tono reivindicativo (cuando no victimista). Es decir, preferir que no gobierne tu partido en Madrid porque estás seguro de que no va a cumplir con tus reivindicaciones autonómicas. Ahí es nada.

Pero más allá de estas cuestiones, las elecciones del próximo 10N también deben ejercer de termómetro para el Botànic II, el pacto sellado hace cinco meses entre PSPV, Compromís y Unides Podem y que ya ha sufrido las primeras grietas especialmente por las tensiones entre socialistas y valencianistas. A día de hoy, puede decirse que la única gran noticia para el Gobierno valenciano es que ha conseguido presentar los Presupuestos por quinta vez consecutiva, aunque con unos niveles de tensión demasiado excesivos para un Consell recién estrenado.

Inicio de campaña del PSPV-PSOE. Foto:  VP

¿Influirán los problemas internos del Botànic II en los resultados que se den en la Comunitat el próximo domingo? No necesariamente. El voto en este tipo de comicios se suele ejercer en clave nacional por lo que ese factor no debería tener un peso demasiado especial. Ahora bien, si se produce cierta recuperación en el bloque de derechas esto sí podría ser un golpe importante para el Botànic II e incluso, tal y como sueñan algunos dirigentes de la oposición, el "principio del fin" del Ejecutivo de coalición liderado por Ximo Puig.

Conviene recordar que en la cita de abril, se produjo en la Comunitat un empate técnico en votos (1,3 millones) entre el bloque de derechas y de izquierdas que, además, se trasladó también en una igualdad en escaños: PSOE 10, Unidas Podemos 5 y Compromís 1 (16 total) y PP 7, Ciudadanos 6 y Vox 3 (16 en total). Por tanto, será importante saber si se deshace el desempate y a favor de qué bloque recae dado que puede favorecer una tendencia al alza de las fuerzas beneficiadas y viceversa.

Así, si se cumplen las previsiones y el socialista Pedro Sánchez es el más votado pero sin un gran resultado que le permita margen de maniobra dentro de la izquierda, podría acabar en La Moncloa valiéndose de una abstención del PP, una circunstancia que podría contribuir a mayores disensiones entre el PSPV y sus socios del Botànic II.

Inicio de campaña del PP en València. Foto: VP

Las otras tesis pasan por una victoria socialista más clara de Sánchez con posibilidades para pactar dentro de la izquierda. Esto sobre el papel, sería lo más idóneo para el actual Gobierno valenciano siempre y cuando desde Madrid comenzaran a incrementar la sensibilidad hacia las necesidades y reivindicaciones de la Comunitat. De lo contrario, también se elevarían las tensiones entre el Puig y sus compañeros del Consell.

En la otra orilla, un triunfo del bloque de derechas sería un golpe duro para el Botànic II dado que apuntaría a un cambio de tendencia del voto que podría señalar la decadencia del gobierno progresista en la Comunitat. La única nota positiva sería que esto permitiría al Botànic II desatar su perfil más reivindicativo frente a Madrid.

Cómo llegan los partidos al 10N en la Comunitat

-PSPV. Los socialistas no atraviesan un momento especialmente dulce en lo que se refiere a la cohesión. Puig está centrado en gobernar y sostener el Botànic II mientras en el partido las distintas familias -principalmente el sector próximo al ministro José Luis Ábalos- tratan de buscar la mejor posición de cara al futuro congreso y quién sabe si a la sucesión del líder.

-PPCV. El ambiente está enrarecido en la formación popular. Pablo Casado apunta a una gran mejoría en estos comicios, lo que redoblará su poder en el partido y le permitirá acometer los cambios que considere oportunos o al menos controlar los procesos congresuales que se produzcan en los próximos meses. Es decir, si a Casado le van bien estas elecciones, tendrá la sartén por el mango para decidir sobre la continuidad de la presidenta regional, Isabel Bonig, cuya relación ha atravesado fuertes altibajos.

Pegada de carteles de Més Compromís. Foto: VP

-Compromís. La alianza con Íñigo Errejón obtuvo un consenso amplio pese a la oposición inicial de Mónica Oltra. Si los resultados no son buenos, podría crecer la marejada interna respecto a la política de acuerdos de los últimos años. Por otro lado, el Bloc ya estudia una refundación de su partido que podría afectar a medio plazo a Compromís. En resumen, a la moral de la coalición le vendría bien que su actual único diputado, Joan Baldoví, gozara de compañía en el Congreso y que Errejón, lograra unos escaños que lo convirtieran en decisivo.

Arranque de campaña de Ciudadanos en València. Foto: VP

-Ciudadanos. La formación de Albert Rivera sigue siendo una montaña rusa. Su voto continúa dependiendo en exceso de las oscilaciones estatales: en la Comunitat, Toni Cantó está consiguiendo destacarse especialmente en la trona de Les Corts, pero ahora mismo los sondeos dan unos resultados horribles al partido naranja. De confirmarse, el papel de jefe de la oposición que Cantó está tratando de arrebatarle a Bonig quedaría debilitado.

-Unidas Podemos. En la Comunitat, la estructura de la formación morada ha perdido consistencia tras diversos problemas internos. No obstante, la presencia en el Consell y la sobriedad de Esquerra Unida, apuntan a permitir solventar una campaña sin grandes alardes. Pese a que en tierras valencianas no están gozando de excesivo protagonismo, los sondeos apuntan a que esta coalición lucha por defender los resultados de abril.

Pegada de carteles de Unides Podem. Foto: VP

-Vox. Al igual que Ciudadanos, depende absolutamente de las oscilaciones estatales. Parece que los conflictos en las calles de Barcelona le han hecho bien a la formación de Santiago Abascal, que aprovecha en las encuestas la caída de Ciudadanos. En la Comunitat, siguen en proceso de adaptación en Les Corts y su inicio de legislatura está siendo más bien discreto, aunque parecen movilizados para albergar mítines potentes en tierras valencianas.

Inicio de campaña de Vox en València. Foto: VP

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