Este cuento podría comenzar la fecha de nacimiento de Bruno Murciano, nuestro protagonista de hoy, pero en realidad empieza mucho antes, cuando los viñedos que iluminan sus anhelos fueron plantados. O un poco más allá, cuando la uva bobal vio por primera vez el sol valenciano.
Siempre se ha entendido la bobal como un fruto peculiar, que hay que saber trabajar muy bien para explotar y obtener de ella la mejor sensación. Frescor y viveza con un punto de rusticidad que encontramos en el Sureste español, en las provincias de Cuenca, Albacete y Valencia. Uva que no entienden de fronteras y tampoco de domingos o festivos, pero que podemos ubicar en territorios de La Manchuela y de Utiel-Requena.