ALICANTE. El sector inmobiliario ha conseguido aguantar el tipo durante la primera mitad del año, a pesar del impacto de la pandemia en el segundo trimestre, y solo al final del verano ha comenzado a flojear, con la irrupción de una segunda ola más virulenta y más temprana de lo que se preveía. Sin embargo, tanto las promotoras como los consultores coinciden en señalar la existencia de una demanda latente que esperan que eclosione en los próximos meses, y que paradójicamente podría beneficiarse de la experiencia vivida durante el confinamiento.
Así, se vislumbra una tendencia clara en los próximos años, que es la denominada built to rent. Contra la atávica tendencia del mercado español a buscar la propiedad, varios estudios apuntan a la consolidación de una cultura del alquiler más arraigada en otros países europeos, y que estaría derivando a los grandes promotores hacia esta fórmula: construir para alquilar, en lugar de poner a la venta. No solo para estancias cortas (el alquiler turístico), como ya están haciendo algunas promotoras que buscan directamente inversores, y no habitantes, para sus viviendas en la costa: también como forma habitual de disfrutar de la primera vivienda.