VALÈNCIA. En ese nebuloso periodo de nuestro pasado reciente que los libros de texto recogerán como ‘confinamiento’ hubo un fenómeno que reconfortó las mañanas de muchos ciudadanos encerrados en sus casas. Ante el silencio imperante en las calles por la falta de tráfico y el cese de otras actividades humanas ruidosas, un buen puñado de aves se reportaron en nuestra zona cada día más cantadoras. De repente, en medio de la abulia imperante, descubrimos que teníamos unas vecinas aladas trinando con entusiasmo. Y no es que esas tórtolas, lavanderas o gorriones hubiesen llegado para hacer nuestra cuarentena más amable, sino que llevaban allí desde siempre. Simplemente, los decibelios cotidianos nos habían impedido escucharlas en todo su esplendor.
Esas semanas de barrios desiertos terminaron, pero el interés por los habitantes emplumados de nuestro entorno ha seguido creciendo. Prueba de ello son dos proyectos que toman a los pájaros en general y, a su canto en particular, como eje de acción. Por un lado, encontramos Ciento Volando, que pretende trazar un mapa sonoro de València a través de los trinos de las aves que habitan en cada barrio. Esta propuesta participativa, integrada en la programación del Centre del Carme, anima a la población a grabar y enviar audios aviares para generar un atlas de los animales alados más comunes en cada distrito.
Por otro lado, en el marco del ciclo Presentes Densos puesto en marcha por el IVAM, encontramos la iniciativa para escuchar, grabar y retransmitir el Coro del Amanecer, o lo que es lo mismo, el canto matutino de los pájaros al comenzar un nuevo día. En este caso, el evento se realizó el pasado mes de mayo en l’Albufera y reunió a un buen grupo de fanáticos de los seres emplumados: “allí nunca hay silencio total, siempre se escucha algún pájaro cantando o vocalizando, por ejemplo, garcetas. Hay un coro permanente, aunque lo más espectacular es el alba que parece una gran fiesta, puede llegar a ser atronador”, señala Kamen Nedev, artista que coordinó la actividad de escucha y registro del coro.
El objetivo del equipo era formar parte del Día Internacional del Coro del Amanecer, un evento que se inició en Inglaterra en 1984, celebrado el segundo domingo de mayo. Desde 2014, el colectivo SoundCamp organiza Reveil: una emisión en red del Coro del Amanecer de todo el planeta. La iniciativa suele durar algo más de 24 horas, siguiendo el giro de la Tierra por franjas horarias. “Cada paisaje sonoro tiene unas características concretas. En l’Albufera permitía escuchar aves acuáticas, movimientos en el agua con el ruido de las alas…”, explica el responsable de Presentes Densos, Miguel Martínez. Una de las asistentes a este orfeón fue Chiara “me impactó la ausencia de silencio, incluso durante las horas de noche cerrada. En el Tancat de Milia siempre se podían escuchar sonidos de insectos, ranas, peces, etc. La llegada de la luz generó una multiplicación de vibraciones y una explosión de diversidad: siguiendo una especie de orden no escrito, todos los grupos de pájaros se activaban y saludaban el nuevo día. Fue conmovedor”.
Respecto al enclave en el que registrar esta sinfonía, Martínez indica que se eligió l’Albufera “por ser un territorio en el que se materializan los efectos de las transformaciones climáticas que suceden en una escala mundial, pero también en un contexto más local. Queríamos establecer un diagnóstico del parque natural y afinar nuestra sensibilidad para aprender de unos seres muy diferentes de nosotros. Para ello estuvimos trabajando con biólogos y ornitólogos”.
Volviendo a Ciento Volando, descubrir con qué especies conviven los habitantes de Benicalap, Ciutat Vella Patraix o Marxalenes no es solo una cuestión de curiosidad. “La presencia de los pájaros en la ciudad es crucial, como lo es en cualquier otro ecosistema, para que ese ecosistema siga vivo. Nuestro objetivo es visibilizar su existencia y reivindicar que es importante que existan y que sigan cantando. Así, podemos reflexionar sobre otros asuntos como la salud sonora de una urbe: los pájaros adaptan su canto al nivel de ruido del entorno”, apunta Teresa Juan, coordinadoras de Ciento Volando junto a Marco Ranieri. De hecho, su compañero señala que estos animales suponen “uno de los colectivos no humanos más relevantes dentro de nuestros territorios habitados: nos indican niveles de contaminación atmosférica, acústica o lumínica. También nos pueden revelar el estado de la vegetación y la biodiversidad local”.