Ha acabado el año 2019, y ya estamos en 2020, que va a ser un clave para los desafíos del futuro de la economía. Al menos, la doméstica. Más allá de la desaceleración, que es evidente; de las turbulencias internacionales, entre EEUU y China; de los efectos del Brexit, que notaremos más en 2021; de las medidas que pueda adoptar el gobierno de coalición de PSOE-Podemos y de la falta de financiación, la provincia de Alicante tiene una oportunidad: que es liderar la transformación económica de los sectores económicos y erigirse en un ecosistema de referencia.
No lo digo yo, lo dijo el ex rector Andrés Pedreño el pasado jueves en una jornada sobre la empleabilidad de los ciclos formativos de Informática. Hay nuevas tecnologías, disruptivas, que van a cambiar muchos sectores: el turístico, el sanitario, la automoción, etc... Hay que estar, por lo tanto, preparado para lo que venga, y formado para afrontarlo. A los sectores que mencionó Pedreño, yo añadiría dos: el cambio climático y la movilidad.
El primero, es una oportunidad para revisar estrategias de política territorial. Más allá de las ayudas que puedan ofrecer los gobiernos para reparar los daños, como dije la semana pasada, que deberían ser más ágiles en su ejecución, no debe abstraernos de un debate más amplio: toda crisis es una oportunidad y, por tanto, así hay que hay afrontarlo. Puede surgir una nueva economía u otra más eficiente, pero no podemos seguir con el actual modelo. Costará de entender, habrá que hacer sacrificios, pero con el tiempo no habrá más vuelta atrás. Y ello conllevará una intensa tarea de conciencia social, más difícil en sociedades de tradición agraria y más conservadoras, pero llegará.
De la movilidad también he hablado en diferentes ocasiones, y creo que es la gran asignatura pendiente de la provincia de Alicante. Las nuevas formas de transporte, con las oportunidades que ofrece la movilidad eléctrica, son otra oportunidad. Bien es verdad, que la conexión de los hubs económicos, formativos y tecnológicos de la provincia de Alicante, donde se moverá la economía del futuro, depende de las administraciones supramunicipales, como Generalitat y Gobierno, pero algo deberán hacer los ayuntamientos para impulsar esta nueva economía.
Con este contexto, podemos decir que Alicante ha cerrado un año 2019 aceptable en cuanto cifras macroeconómicas: es una de las provincias que más empleo ha creado en estos últimos cinco años -junto a Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga y Baleares (otro debate es la calidad de ese empleo)- y comienza a colar compañías tecnológicas (y no tecnológicas) en los rankings de las denominadas empresas gacela, que más rápido crecen. Es decir, que comenzamos a ser algo más que turismo, calzado, juguete, ladrillo y agroalimentario. Por ello, el 2020 puede ser un año clave.
El sector privado de la tecnología y de la innovación, que siempre ha existido, y que tiene a sus propios referentes, comienza a coger vuelo. Podemos citar muchos casos de éxito, pero sólo en el ámbito del sistema bancario hay dos empresas que han roto esquemas. Facephi, con sus innovadores sistema de reconocimiento facial para realizar transferencias, y Orizon, con sus procesos de eliminar los sobrecostes que implican los problemas de rendimiento tecnológico de las grandes corporaciones españolas, y que ya emplean más de una decena de empresa del Ibex 35.