VALÈNCIA. El juicio del caso Erial ha quedado este jueves visto para sentencia poco más de dos meses después de su inicio y en una intensiva sesión de seis horas en la que la mayoría de abogados han expuesto sus informes de conclusiones. La jornada ha llegado a su fin con los turnos de última palabra.
El exministro Eduardo Zaplana ha hecho uso de ella para realizar un alegato más político que jurídico en lo que ha parecido una segunda despedida, muchos años después, de la presidencia de la Generalitat: "Estos días, escuchando las pruebas practicadas y los relatos, ha sido imposible no recordar los tiempos dedicados a la vida pública, que casi coinciden en el tiempo con el periodo que se ha investigado. De toda esta etapa, los recuerdos gratos superan a los ingratos y los he intentado asumir con responsabilidad. En este momento difícil para mí, sigo manifestando mi satisfacción y orgullo por mis años de dedicación a la vida pública y a la presidencia de la Generalitat. Ha sido un privilegio, aunque su ejercicio me haya traído aquí".
Zaplana ha indicado que a lo largo de este procedimiento "se ha querido trasladar una imagen y una idea de mí, de un grupo criminal que usa y abusa de sus relaciones personales". "Siempre me he tenido como buen amigo de mis amigos y cuando he podido hacer un favor lo he hecho sin ninguna contraprestación", ha añadido.
El expresidente de la Generalitat ha proseguido. "También ha sobrevolado en esta sala la imagen de una persona que se dedica a esconder su actividad y parte de su vida de una forma prácticamente paranoica por no sé qué miedos y amenazas", ha dicho.
Zaplana ha asegurado que "todos" sus bienes son los que se analizan en la pericial económica que aportó en la causa estando en prisión. "No hay más", ha afirmado. "Después de registros, 9 meses de prisión, comisiones rogatorias e investigación de mis agendas, digo lo mismo que al principio: no he cometido nunca ninguna ilegalidad al frente de la Generalitat y no tengo dinero en el exterior", ha zanjado.