CASTELLÓ. Salvador Vicent (más conocido como el Yunke) ha sido bautizado por tercer año consecutivo como el mejor mago del mundo -ha ganado tres veces el Campeonato Mundial de Magia-, pero no cree el castellonense ser el mejor en lo que hace. La magia es, como reivindica, arte. Y en el arte es muy complicado determinar quién está por encima de otro. Porque lo que a uno gusta, al otro cansa. Y lo que a uno emociona, al otro no le dice nada. Eso sí, toca ser justo también con uno mismo y el Yunke ha trabajado lo suyo para ganarse este título. En Hangar 52 ha puesto en escena todo lo aprendido durante más de 25 años de carrera. Más de 35 trucos, todos creados por él mismo en su taller, de ilusionismo.
Cada vez que se abren las puertas de Hangar 52, el espectador se topará con una aventura diferente: desde los secretos mejor guardados de Leonardo da Vinci, al antiguo Egipto o los guerreros de la Gran Muralla China, hasta experimentos de teletransportación de la NASA y aviones desaparecidos en la Segunda Guerra Mundial. Un show de grandes dimensiones que hasta el 29 de enero puede verse en Castelló, en la explanada del antiguo Recinto de Ferias y Mercado. En febrero visitará València y después seguirá una gira por toda España.
-Pasaste cinco años produciendo tu nuevo espectáculo. En menos tiempo se han sacado adelante algunas películas. ¿Qué fue lo más costoso del proceso?
-Siempre lo más difícil es la creación de la magia. Las historias que la envuelven me van surgiendo poco a poco. Pero quiero siempre que el show sea dinámico, que vaya muy deprisa para que la gente no se aburra. En este espectáculo hay además historias interesantes. La gente entra en un universo.
-Digamos que, ¿la magia es un arte escénico más?
-Sí, la magia es un espectáculo muy completo, tiene mucha verdad. El mago no interpreta un papel. Le hace falta tener mucho ingenio, porque se comunica todo el rato con el público. No hay una tercera pared. El público forma parte del espectáculo. Es una de las artes más completas. Yo me fabrico mis propios trucos. En la magia de autor hay mucho ingenio.
-¿Qué se puede encontrar en el taller de un mago?
-Uff, de todo, cualquier cosa. Hierro, madera, aluminio, electrónica, una máquina de efectos especiales. Todo lo que puede crear magia. Los magos utilizamos los efectos especiales del cine pero en directo, no cortamos el plano. La cámara siempre está ahí. Tiene mucha más dificultad.
-¿Algún truco que se te haya resistido especialmente?
-Me costó mucho el del Hombre de Vitruvio, inspirado en la obra de Leonardo Da Vinci. Se me resistía mucho y me costó, pero gracias a este truco pude ganar el ultimo mundial de magia.
-¿Cómo llevas la presión del directo siendo el 'mejor' mago del mundo?
-Hay mucha presión y responsabilidad, porque la gente viene a ver al mejor del mundo, pero confió mucho en mi trabajo. Además, dentro del mundo del arte es muy difícil que uno sea mejor que otro. Ahora me toca a mi, pero todo depende de la magia que te guste. Yo no me considero el mejor. Es cierto que es complicado ganar el título, pero al final no puedo considerarme el mejor del mundo aunque lo sea.
-Los magos soléis recomendar al público que deje de buscar dónde está el truco y disfrute el momento. ¿Has podido, en tu caso, ver un número sin tratar de destriparlo?
-Sí, estoy muy bien educado en eso. Quiero disfrutar de la magia. Por defecto profesional es difícil no saber cómo funciona, pero a veces ocurre que no lo sabes. Si un compañero me hace un numero nuevo y después me quiere contar cómo lo ha hecho, le digo que no, no tengo interés en saberlo. Quiero dejarme engañar por la magia, pensar que es un milagro.
-¿Cuando piensas en tus veinte años de trayectoria, te acuerdas más de los inicios o de todo lo conseguido?
-Pues es una mezcla de las dos cosas. Nunca olvido mis orígenes, se de dónde vengo y sé cómo he conseguido lo que he conseguido. Cada día tengo la misma ilusión. Voy al taller e intento ensayar los trucos. Al final no hay que creerse más importante que otro por ganar este trofeo. En el momento que creas que has conseguido todo habrás terminado de crecer. En mi caso siempre hay un crecimiento, siempre se puede hacer mejor.
-Empezaste muy joven, ¿qué te contagió el gusanillo?
-Un efecto de magia. Cuando tenía ocho años me hicieron un juego y me impactó mucho. Me puse a investigar y empecé a ir al restaurante de mis padres a hacer trucos. Allí conocí al maestro Ballester, un mago retirado. Todos los fines de semana iba a Vila-real para aprender de él. Tuve un profesional que empezó a dirigirme y eso ayudó. De otra forma hubiera sido complicado. Al final vivía en un pueblo de tres mil habitantes, como Vilavella.
-David Copperfield te ha felicitado por ‘Hangar 52’. Parece la magia una profesión un poco solitaria. No sé si por ello, se agradece más si cabe el apoyo entre compañeros.
-La magia no es solitaria, al contrario, hay muchos congresos, nos reunimos continuamente. Hay mundiales porque hay mucha unión entre nosotros. Existen miles de libros publicados. Somos una comunidad muy grande. Y de hecho, cuando inventas un truco, existe un respeto y nadie te lo copia. Habrá alguno más mediocre que lo haga, pero no los patentamos por el respeto que hay entre nosotros. Ésta mal visto copiarse.
-Y las giras, ¿son muy sacrificadas?
-La verdad que estar siempre fuera de casa es lo más pesado. Giras de más de dos meses ya no hago, para mí es mucho. Las mas largas que hago es en Asia. Pero más tiempo no, porque es importante también estar con mis hijos.
-¿Son las redes sociales una buena plataforma para quienes quieran empezar a dedicarse al oficio?
-Sí, la magia es muy visual, por eso tiene tanta cabida en la televisión y funciona bien. Pero es más bonito verla en directo. En la televisión la gente desconfía más, por eso prefiero los teatros. El sentir la magia cerca, ver la iluminación, etc cambia la experiencia. La televisión es un complemento para que la gente la conozca.
-Decidiste abrir en Peñíscola un museo de la magia...
-El museo lo creé para devolver a la magia lo que ella me ha dado, que es muchísimo. Está dedicado a la época dorada de la magia, hace un recorrido por esa etapa y después por la noche hay espectáculos en vivo. Está por una parte la historia para saber de dónde venimos, y por otra, la noche de los magos en una sala pequeña para no más de 150 personas. Allí he invitado a amigos como Jorge Blas o Jandro. Solo hacemos la temporada de verano. De semana santa hasta septiembre-octubre.
Jordi Camí y Luís M. Martínez marida magia y neurociencias en ‘El cerebro del ilusionista’ (RBA)