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reflexionando en frío / OPINIÓN

¿Y si todo es mentira?

6/12/2020 - 

Les voy a ser sinceros, la inspiración parece haberse saltado mi casa, y como hace Santa Claus con los niños malos, no me ha visitado esta semana. Normalmente antes de escribir un artículo me lo preparo concienzudamente durante días utilizando una pequeña libreta en la que desarrollo ideas con las que encauzar mis escritos. A diferencia de fechas anteriores, esta semana estaba literalmente en blanco, sentía que la actualidad continuaba siendo la misma y por temor a repetirme en la columna de esta semana no concebía ninguna idea concreta que plasmar en una página. Subconscientemente me preguntaba ¿sobre qué voy a hablar cuando llevamos discutiendo semanas de lo mismo? Que si ley Celaá, que si Presupuestos, que si ETA, que si Covid-19, que si Cataluña… Los mismos temas día tras día y los autores cocinando refritos insípidos de exactamente las mismas realidades. Incluso visitando librerías uno tiene la sensación de estar observando las mismas obras escritas por diferentes autores. 

Circunstancias tediosas en las que los ciudadanos nos sumergimos anhelando la aparición de globos sonda con los que zafarnos de aquella actualidad repetitiva. Escribe una enfermera infectada por Covid un tweet sobre el desprecio flagrante al que ha sido sometida por sus compañeras de piso y toda España se vuelca para apoyarla. La respaldan celebridades, multinacionales utilizan su figura como reclamo publicitario enviándole todo tipo de productos promocionales… Ella era el centro del universo mediático. Poco le duró, al día siguiente ya había usuarios acusándola de afán de protagonismo. Su historia era una tendencia perecedera utilizada para hacer un poco más llevadero el caminar mundano. Orbe vivido con comportamientos líquidos que no impliquen un gran esfuerzo de abstracción o compromiso. Buscamos entretenimiento en lugar de enriquecer el pensamiento. A lo mejor por eso triunfan programas que atentan contra la razón.

Sentido común que no interesa a ciertos individuos del sistema. Como me contaba un buen amigo tras haber hablado con un diplomático que le manifestaba su decepción al percatarse de que este compartía noticias relacionadas con determinados líderes de opinión como Carlos Herrera. Vivimos en una realidad manipulada en la que los que mandan quieren que caigamos en la trampa de creer que las cosas pueden cambiar cuando en realidad todo permanece inerte, atentando contra las leyes de Heráclito. Es así. Uno tiene la sensación de que lea lo que lea, escuche lo que escuche o vea lo que vea, todo sigue igual, experimentamos un día de la marmota permanente y los líderes se aprovechan de las ocurrencias a modo de pantalla de humo para ocultar lo verdaderamente importante. Les gusta vernos recrearnos como gatos jugando con un ovillo de lana mientras el tiempo avanza anodinamente.

Nos suministran píldoras informativas a diario con el fin de que no interrumpamos sus pensamientos y anhelos. El mínimo elemento sirve para anestesiar nuestro espíritu crítico disidente para anular cualquier tipo de defensa contra la manipulación. Esta semana ciertos periodistas de la caverna sectaria se escandalizaban al informar sobre un grupo de Whatsapp formado por militares jubilados que tramaban un golpe militar protegidos por una pantalla, y soslayaban sobre los riesgos de un nuevo atentado contra la democracia. Deslizando ese tipo de informaciones no pretendan más que blanquear los pactos del Gobierno con Bildu bajo una vitola de una falsa estabilidad democrática paternalista ante el riesgo de un alzamiento ficticio. ¿Ustedes creen viable organizar un Golpe de Estado a través de un grupo Whatsapp? Ni que fuera una barbacoa de amigos. Se trata de una intención para desprestigiar una de las instituciones del Estado. ¿Se imaginan que por una conversación malentonada de unos sanitarios jubilados se estigmatice a todos los trabajadores de la sanidad española? Utilizan cualquier coartada para sacar a relucir atrezo que disfrace la realidad. Todos participan en esta obra teatral de malos contra buenos, hasta los presuntos paladines de la justicia abanderados de una disidencia programada diseñada para dar el máximo realismo a este panorama ficticio edulcorante de lo que de verdad importa. 

Ni los buenos son tan virtuosos, ni los malos son tan villanos, la verdad es que todo es mentira y habitamos en una permanente pantalla de humo diseñada para no conocer la verdad. 

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