No sería adecuado olvidar a estas alturas que Adif lleva muchos años tratando con el Ayuntamiento de Alicante la reconfiguración del suelo del recinto de la Estación de Benalúa, sobre todo a partir de la cesión del suelo para Casa Mediterráneo en 2009. Fue en 2012, hace casi diez años, cuando se convino con el Ayuntamiento un acuerdo de colaboración por el que Adif cedió más de veintidós mil metros al Ayuntamiento para la "Ejecución del Acceso Sur a la Ciudad". La obra se culminó hace años, pero el Ayuntamiento nunca cumplió con los compromisos que adquirió en aquel convenio. En 2020, el Ayuntamiento propuso a Adif permutar el suelo a cambio una parcela en una zona de bajo valor inmobiliario y con una edificabilidad muy inferior a la que se contempló en el convenio de 2012.
Nos consta que Adif propuso hace unos meses un nuevo convenio con el Ayuntamiento para dar una solución a lo incumplido con una alcaldesa y un equipo en el que formaban parte, por cierto, Luis Barcala y Adrián Santos Pérez. No es que yo les quiera acusar de ser responsables de la vía muerta en la que les dejó Castedo, pero otra cosa bien distinta es que después de más de año y medio quieran aparecer como los salvadores de un problema que, si bien es grave, no es más que un episodio más de una dejación constante, de una mala administración de la que forman parte: ellos son hoy parte del problema, no de la solución. Vamos de camino al ecuador del mandado y se agotó hace tiempo la carta de acusar al tripartito de lo que el bipartito no ha hecho en casi dos años.
Les hemos de valorar, a cambio, sus constantes conflictos con el resto de Administraciones: Adif, Puertos del Estado, Generalitat Valenciana, Ministerio de Fomento… Con la Diputación no tiene conflictos porque allí vive su jefe, que si no, se sumaría a otra de sus peticiones de duelo al alba. ¿Se acuerdan de un temprano Barcala aprovechaba la inauguración del túnel de Serra Grossa para quejarse de una infrafinanciación que él había consentido durante los ocho años que había sido concejal de Castedo? ¿O cuando se inauguraba una vía pública y ordenaba a su concejal que pusiera unas vallas para impedir el efecto Puig? Él, que había perdido por falta de tramitación ni más ni menos que 700.000 euros en subvención para parques industriales de la Generalitat por ser incapaz de presentar una memoria en su primer año de mandato (estaba muy ocupado en su año de reinado de hacer una gira y hablar con unos y con otros). Él, que había perdido fondos de la Unión Europea para ese Observatorio de Medio Ambiente que duerme el sueño de los justos desde que terminó la obra, realizada por Ortiz, por cierto. Creó con la Autoridad Portuaria un conflicto innecesario amenazando en el pleno del Ayuntamiento con llevar al Puerto a los tribunales, para terminar firmando con ellos porque lo que pedía no tenía ni pies ni cabeza.
En general, los conflictos de Barcala parecen producirse porque trata de compensar o disimular su mala gestión con arranques de soberbia. Cuando se ve muy mal, amenaza con llevar el tema a los tribunales. Habría que recordar a Barcala que esto no es un juzgado, es política. Frente a la crítica, su exabrupto. Hemos de reconocer que ganaría unos cuantos concursos de exabruptos con mucha facilidad. Propongo que se combine con concursos de lanzamiento de aceituna.
Pero entre todos estos conflictos, entre todos estos lances de espadachines, entre todas estas bravatas de Capitán del Tercio Viejo de Nápoles, la ciudad sigue en vía muerta, o navegando a la deriva.
Barcala disfruta de Alicante lo mismo que quien paga un amarre en el Puerto y se sienta en cubierta. Así vive entre conflicto y conflicto, gritándole a la oposición y hasta menospreciando a los portavoces, dedicándose a dar peroratas desde su posición de presidente del pleno y aduciendo que la legalidad está siempre de su lado, la legalité c’est moi. Por no hablar de las coacciones de las que le acusa el sector hostelero, al que por ahora y antes de ayudarlo, se ha dedicado únicamente a agitarlo en su coctelera de decretos equivocados e inaplicables.
Este alcalde ha sido incapaz incluso de sacar adelante lo más mínimo su programa estrella "Alicante Futura" en casi dos años. Lo único que sabemos hasta la fecha es que mientras la Conselleria de Innovación firmaba un acuerdo con la Fundación Telefónica para dar formación a 600 alumnos, Barcala nos anunciaba que "Alicante Futura" formará a 180 alumnos. Por lo menos sabemos ahora que "Alicante Futura" es un centro de formación, porque antes era un paraguas.
Las contratas se le caen de las manos. En casi tres años ha sido incapaz de sacar una contrata adelante, prorrogándolas todas (ya llevamos siete), asumiendo su incapacidad de gestionarlas. Se le había pasado hasta el contrato telefónico del Ayuntamiento. Un poco más y nos cortan la línea y se llevan los teléfonos en los despachos del Ayuntamiento.
Estamos sin plan de la vivienda. Ha sido incapaz de sacar adelante en estos casi tres años el Plan de la Vivienda 2021-2024. Pero ya sabemos que la culpa la tendrá el Botànic por alguna parte, cómo no.
Se ha negado sistemáticamente a reparar y construir nuevos centros educativos de la ciudad. Los que han entrado ha sido por nuestras iniciativas. Mientras Elche gestiona 30 millones en Edificant, Alicante gestiona 6 millones. Luego nos quejamos de que la Generalitat no invierte más. Sobre todo si no se le pides más. El PP está causando un destroce de centros públicos que, o mucho me equivoco, o la inversión necesaria después de tantos años de abandono del PP va camino de doblar la de Elche.
Hasta hace una semana, Barcala era el único alcalde de la provincia que negó un espacio municipal para la donación de sangre por orden de la ínclita Llopis. Solo tras nuestra denuncia salió corriendo en coche oficial al Centro de Transfusión para darles lo que hiciera falta. Un poco más y les pone un piso. Eso sí, acompañado por Julia Llopis; le faltó llevarla de la oreja.
Aunque de la oreja debería llevar a otro concejal, el señor Jiménez, que pasó de llegar tarde a todo a meternos las luces de Navidad hasta en la sopa y una atracción de proporciones homéricas. No seremos nosotros quien los culpe de la tercera ola de la pandemia, pero si no ata en corto a este concejal -que todo lo arregla hablando con unos y con otros en su despacho a puerta cerrada, aunque él está seguro de que es a puerta gayola-, se va a encontrar con que la ciudad está inundada de boletos para una rifa organizada por Jiménez en la que se han impreso demasiado y sospechosamente algunos números. Y a ver qué pasa entonces.
Estén ustedes atentos a la inversión de nuestros distritos y barrios. Verán que para las zonas más castigadas el bipartito no ha invertido un euro. Ni uno. Se les vuelve a pasar. El grupo socialista llevará una iniciativa a pleno para asegurar un mínimo del 5% del presupuesto en todos los distritos, así como un debate del estado de los distritos. Un poco de democracia no viene mal de vez en cuando, mire usted. Si en un principio se jactó de dejar la deuda bancaria a cero, cómo nos damos cuenta de lo mucho que nos hubiera hecho falta esos fondos con esta pandemia para los barrios más desfavorecidos. Y para los demás, también.
Casi un año después de comportamiento errático como líder, incapaz de llevar un gobierno con Ciudadanos y compensándolo constantemente con el comodín de Vox, Barcala sigue amarrado en la dársena y solo sale para la siguiente bravuconada, esperando que estos dos años pasen rápido. Parece que no le importa que los viejos capitanes de los tercios españoles en Italia terminaran como personajes ridiculizados en las corralas.
Estén atentos a los presupuestos, donde se dedica a rechazar las enmiendas que previamente hemos pactado con su socio aduciendo, cómo no, que carecen de legalidad. Ahora viene la Comisión de Hacienda donde se estudian las enmiendas de todos los grupos. Somos el grupo con menos enmiendas aceptadas. Qué casualidad. Luego vendrán los madremía, como suele decir Barcala oteando el horizonte en cubierta. Eso sí, bien amarrada la jarcia de su buque en Vox.