En las últimas semanas, Podemos y las confluencias en la que participamos en Alicante, Elche, Orihuela y Murcia hemos establecido una alianza para volver a poner en agenda la necesidad de inversiones en materia ferroviaria entre el sur valenciano y nuestra región vecina. La línea que une ambas provincias es columna vertebral del desarrollo de todas estas comarcas y elemento históricamente indispensable para entender las sinergias y los lazos que se han establecido entre ellas a lo largo del último siglo y que han unido, primero, el campo del Vinalopó y la huerta del Segura con el Mediterráneo a través de nuestro puerto y más adelante, también, la dinámica industrial que se estableció en su recorrido.
Ahora, el Cercanías Alicante – Murcia comprende dos áreas metropolitanas cercanas a los dos millones de personas, datos previos a la pandemia arrojaban un número de usuarios que superaba los cinco millones y atraviesa un territorio con tres universidades públicas y otras tantas privadas, varias áreas de salud, el sexto aeropuerto del Estado español, polígonos industriales y ciudades empresariales y la quinta y octava provincias en PIB por habitante, la alicantina y la murciana, respectivamente.
A pesar de la enorme potencialidad de la línea, sin embargo, ha sido olvidada por las inversiones estatales de manera reiterada. La apuesta por la Alta Velocidad y la conexión radial con Madrid ha supuesto un duro golpe a las políticas de vertebración territorial en las periferias y el País Valenciano y Murcia no han sido excepción. Han primado las necesidades del empresariado de meseta frente al local, a las del estudiantado, trabajadores y trabajadoras y vecinos y vecinas en general, que utilizan la línea en su vida cotidiana para acudir a sus espacios de formación, empleo, ocio o sencillamente para relacionarse con sus seres queridos.
A la prioridad de electrificar la vía y duplicarla, unida a la urgencia de modernizar la flota de trenes (muchos de ellos auténticas reliquias descatalogados en las principales ciudades españolas donde sí se invierte en movilidad de proximidad) y aumentar frecuencias y horarios entre los principales núcleos urbanos, también se une la urgencia de solucionar conexiones incomprensiblemente no ejecutadas en todas estas décadas. ¿Cómo es posible que los trenes circulen a un kilómetro escaso de la terminal aeroportuaria de Miguel Hernández, sin que se ofrezca servicio a los viajeros que la utilizan a pesar de que el nuevo edificio en su construcción ya prevé el espacio para el ferrocarril? Tal vez la respuesta a esta pregunta, además de en la objetiva infrafinanciación de las administraciones, tenga que ver con el lobby de los alquileres de vehículos que ha proliferado en los alrededores de l'Altet.
Cabe recordar que estamos, como han declarado la mayoría de instituciones de nuestro país, en una situación de emergencia climática. Y sabemos, por la evidencia científica, que combatir los peores efectos del cambio climático pasa por reducir las emisiones contaminantes, entre ellas las generadas por los vehículos privados, y que no hay alternativa a estos si no fomentamos e invertimos en transportes públicos de calidad y eficientes.
Pero más allá de eso la ciudad de Alicante cuenta con sus reivindicaciones específicas a las que hay que dar salida. La variante de Torrellano que libere la costa del litoral sur municipal de las vías y dignifique el espacio y lo ponga a disposición de la ciudadanía, acabe con el cambio de marcha en Sant Gabriel y suponga un cambio de paradigma para estos barrios, así como el reimpulso del parque central en los terrenos soterrados, son solo dos ejemplos.
La llegada de fondos europeos a nuestro país puede ser un extraordinario momento para acabar de una vez con proyectos ampliamente demandados por el conjunto de la sociedad y poner las bases de un modelo ligado a lo próximo, más sostenible y con capacidad de crear empleo de mejor calidad y mayor estabilidad.
Xavier López Díez
Portavoz del grupo municipal Unides Podem en el Ayuntamiento de Alicante