DEL DERECHO Y DEL REVÉS / OPINIÓN

Verano extraño

26/06/2020 - 

Parece que éste va a ser el verano más extraño de cuantos recordamos. Esta semana ya hemos vivido las Hogueras de San Juan más silenciosas de nuestra vida, en las que se ha echado en falta alguna pequeña alegría, como habría sido poder ver unos sencillos fuegos artificiales acompañando a la tradicional palmera. Pero no fue así. Esa fugaz palmera lanzada desde el Castillo de Santa Bárbara, que habitualmente indica el final de las fiestas y el inicio de la cremà de las Hogueras, fue toda una alegoría a la nada que ha presidido esta triste semana, y estuvo acorde con el resto de no-celebraciones de la ciudad. Una especie de pesadilla onírica, al estilo de Tim Burton. Pese a todo, algún nostálgico irredento pretendió animar el ambiente a la hora de la inaudible mascletà, a base de tirar unos cuantos petardos. Buen intento. Hasta se ha echado de menos la música nocturna de las barracas y racós, que ya es decir.

Mientras tratamos de retomar nuestra vida y quehaceres tras la pandemia, la amenaza del rebrote se cierne sobre nuestras cabezas. Las citas de nuevos focos parecen una sarta de profecías apocalípticas, más propias de un fin de milenio, aunque es cierto que este año del doble veinte está resultando de lo más inquietante per se. Hay quienes ignoran los malos augurios casi por completo, porque a todo se acostumbra uno, y puede que muchos ni siquiera les den importancia. Sin embargo, parece que la mayor parte de la gente esté asustada, pues no se ve todavía, ni remotamente, la alegría de otros años, los visitantes y el lleno total de las terrazas y las playas. Los hoteles de nuestras costas no pueden remontar así, con la caída del turismo extranjero y en consecuencia de las reservas. Esperemos que el panorama mejore, pero a estas alturas del calendario no se puede ser razonablemente optimista.

La semana de inicio de la nueva normalidad o anormalidad, según lo vea cada uno, está siendo también muy sorprendente en el ámbito de la política nacional. Por una parte, ha ocurrido algo que parecía un imposible hace pocos días, incluso en medio de lo peor de la pandemia y a pesar de ella. Me refiere al acuerdo alcanzado entre varias fuerzas políticas ayer mismo. Gracias a este acuerdo, encabezado por PP y PSOE, se aprobó el Real Decreto de la “Nueva Normalidad”, que regirá nuestra vida tras el final del estado de alarma, con 265 votos a favor, incluidos no sólo los de PSOE y Unidas Podemos, sino también los de PP y Ciudadanos, así como del PNV, Más País, PRC, UPN y Coalición Canaria. Votaron en contra los nacionalistas más radicales, así como Vox. Teruel no sabemos dónde está. Esta es una gran noticia, que sugiere que algo se está moviendo en el ámbito del viejo bipartidismo español. De una parte, con el acuerdo el PP se ha desmarcado de Vox, con quien tenía hasta la fecha demasiadas coincidencias y confusión de discursos. Por otro lado, el PP se antepone a Ciudadanos en su acercamiento al Gobierno, demostrando altura de miras y visión de Estado por su mayor peso específico. En definitiva, ha sido un giro de timón por parte del PP. Otro tanto podríamos decir a este respecto del PSOE, que sin duda ha molestado a sus hasta ahora correosos socios de investidura, me refiero a los independentistas más radicales. Esos extraños compañeros de viaje, ERC y EH Bildu en concreto, son partidos cuya compañía rechazan muchos de los votantes tradicionales del partido de Sánchez, los socialistas de toda la vida. Es más, la situación actual ha venido a demostrar que alimentar los radicalismos y dar alas y voz a los partidos que defienden posturas extremas sólo ha incrementado las tensiones y elevado el preocupante tono de contienda en nuestro país. Ese tono que muchos desearíamos que hubiera quedado para siempre desterrado de España. Parece que tanto PP como PSOE hayan comprendido, por fin, que necesitan acercar posturas si quieren que salgamos de esta situación tan anómala. Ejemplo de ello es la extensión de los ERTE hasta septiembre, entre otras medidas. Y en ese acercamiento, el papel de Ciudadanos debería ser así mismo primordial, como partido propiamente de centro, encontrando su ídem, por fin.

Tal vez el desencadenante de este entendimiento fuera la defensa que realizó Casado del ex presidente González, la semana pasada, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso. Hasta ese momento, el PSOE estaba destacando por su silencio sepulcral al respecto, lo que posiblemente despertó el malestar entre la vieja guardia del partido.

Esperemos que el verano siga siendo atípico en este mismo sentido, en la ruptura de lamentable inercia que estaba tomando la política española, y nuestros políticos nos sorprendan con más acuerdos positivos y necesarios para el bien común.

Mónica Nombela