Las universidades valencianas y la consellera Carolina Pascual anunciaban esta semana que el curso arrancará de forma mixta. Las clases magistrales serán online y las clases prácticas que suele ser con grupos más reducidos será de modo presencial. No sabemos qué pasará con la evolución del bicho, pero hay que adelantarse y planificar.
La Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche ha sido siempre pionera en tecnología, lleva 20 años invirtiendo y formando en innovación docente. La misma semana que se decretaba el estado de alarma ofreció diferentes cursos sobre múltiples herramientas online para poder atender la enseñanza a distancia. Llevas años con docencia semipresencial en algunas titulaciones. Es una universidad que ocupa las primeras posiciones en las escalas de valoración tecnológica. Entre otras referencias; es líder en creación de empresas tecnológicas en la Comunidad Valenciana. La Universidad Miguel Hernández de Elche es la segunda universidad española con mayor número de suscriptores en YouTube, también es la segunda universidad española en innovación y transferencia de conocimiento en el ranking THE.
La tecnología ha permitido salvar el curso académico, también muchas empresas han seguido con su actividad y muchas personas han conservado su puesto de trabajo.
Hemos escuchado la radio cuando los periodistas estaban detrás del micrófono en sus casas y hemos visto las tertulias en la televisión donde sus analistas hablaban desde su particular confinamiento. La tecnología nos lo ha permitido en la era de la covid-19. Posiblemente el virus nos deje más tarde o temprano pero el teletrabajo al que nos estamos acostumbrando se va a quedar para siempre. Tan sólo se necesita medios tecnológicos medianamente adecuados. A mí el confinamiento me sorprendió con un móvil nada “inteligente” que no me facilitaba ninguna opción. También tuve que cambiar el ordenador.
Antes de la reclusión procuraba no trabajar en casa, aunque saliera a las mil del trabajo. Entendía que el hogar era para disfrutar otro espacio sin interrupciones. Durante el confinamiento sin embargo no he podido distinguir un horario de otro. Todo ha sido un totum revolutum. Saltaba de mi correo a la plataforma educativa de mis hijas, para volver a contestar un WhatsApp importante a través del móvil. El teletrabajo ha llegado de sopetón, pero nos hemos apañado. A partir de ahora no creo que las empresas abonen gastos de desplazamientos para reuniones de sus directivos en otras ciudades cuando puedes conectarte de modo online a través de videoconferencia por cualquiera de las plataformas que lo posibilitan.
Aquellos empleados que viven a más de una hora de distancia del puesto de trabajo, ya sea en coche o cualquier otro medio de locomoción, agradecerá que su empresa le permita el teletrabajo. El tiempo de desplazamiento lo invertirá en otra actividad, que posiblemente sea en “más trabajo”.
La mayoría de las normas que se han publicado durante el estado de alarma siempre tenían un artículo con la coletilla que decía “Siempre que sea posible, se fomentará la continuidad del teletrabajo para aquellos trabajadores que puedan realizar su actividad laboral a distancia”.
Ahora queda regular un poco ciertas rutinas y perfeccionar ciertos hábitos. Por ejemplo, saber desconectar, a veces estamos toda la jornada saltando del ordenador al móvil, sin tiempo de descanso. El artículo 88 de la ley de protección de datos establece que “Los trabajadores y los empleados públicos tendrán derecho a la desconexión digital a fin de garantizar, fuera del tiempo de trabajo legal o convencionalmente establecido, el respeto de su tiempo de descanso, permisos y vacaciones, así como de su intimidad personal y familiar”. Pero a veces somos nosotros mismos los que no desconectamos, ahora que hay silencio aprovecho y acabo este artículo, ahora que los demás están en sus cosas, corrijo este trabajo, etc. El teletrabajo así no respeta horarios.
Queda también por asimilar el tema de la privacidad. somos una ventana abierta al mundo, andamos sin pudor, completamente desnudos, tienen todos nuestros datos, los hemos cedido o no nos hemos molestado en negarnos a su uso, que casi es todavía peor.
Sin embargo decía un experto en una entrevista para Alicante Plaza que las normativas estrictas de privacidad está frenando el desarrollo de creación de Apps contra el virus, “algunos moriremos por contagio pero con nuestra privacidad intacta”: ¿Desarrollo o privacidad? Ese es el dilema para las personas de mi generación, pero las que vienen detrás y los nativos digitales ni se plantean tal disyuntiva.