Hace una semana que sufrimos una “vaguada térmica”, y otras que vendrán o ya están, con sus terribles consecuencias. Ya saben que los eventos climáticos últimamente cambian de nombre. Estas alteraciones son por motivaciones bastante diferentes a ciertos cambios de opinión, ¿qué no mentiras?, que se dan en la política; estos son verbi gracia de los meteorólogos mediáticos, que gustan de usar esas nuevas y snobs denominaciones en lugar de los tradicionales, como me recuerda siempre que puede mi amigo el Marqués de Foyos, es así como estas denominadas “vaguadas térmicas” reemplazan a las antiguas tormentas de fin de verano, al igual que se sustituye el nombre de gota fría por DANA, o en lugar de decir “ponentá” (viento de poniente) se usa el de ola de calor sahariano provocada por una dorsal de aire caliente, etcétera, etcétera, etcétera.
Y lo anterior, nos lleva a reflexionar sobre los eventos climáticos severos, las emergencias y las crisis, objeto de este artículo, y que parecen incrementarse año tras año, pero que pocos se ponen manos a la obra para solucionar sus efectos devastadores, dado que los predicadores de la Agenda 2030 pretenden lograr ese Santo Grial de cómo evitar el cambio climático, algo que históricamente ha ocurrido siempre inevitablemente. Como muchas veces les he repetido en estas líneas, - toda crisis es una oportunidad - y no sólo para Valencia, sino para toda la Comunitat e incluso España.
Porque tenemos grandes emprendedores, creadores de riqueza y empleo, en los que sobresalimos y somos punteros, desde el sector primario, a pesar del maltrato, ¿hasta ahora?, por parte de las autoridades locales, nacionales y europeas a nuestra agricultura, un ejemplo sería el eficiente aprovechamiento del agua (que se nos niega) además de la calidad y cantidad de nuestros productos agrarios, eso unido a un sector de transformación y distribución agropecuario con, por ejemplo, la principal empresa nacional de distribución Mercadona y una de las principales cooperativas del ramo como Consum; también nuestro sector productivo industrial es sobresaliente, con la automoción de la Ford o las locomotoras de Stadler Valencia, como algunas de sus lanzas tecnológicas, a las que pronto se les unirá la industria de baterías con la Gigafactoría de Volkswagen promovida con Fondos Next Generation de la UE, o metalúrgicas como Don Hierro, hoy en día líder en Innovación de Mobiliario Urbano y Smart-City; o en el sector servicios y logístico, con una naviera como Boluda de primer nivel internacional, o una destacada empresa y líder en España de la ciberseguridad como S2 Grupo, etcétera, etcétera, etcétera, pero…
Pero existe un sector en nuestra Comunitat, el de la Seguridad, donde pueden y deben converger de forma más óptima y eficiente el sector público y el privado, así como también los entes territoriales locales y autonómicos, y por supuesto el nacional e incluso internacional, para sacarle más aprovechamiento. Porque en esta Sociedad del Conocimiento y de la Revolución 4.0, el mundo reflexivo de la Universidad puede aportar mucho más al mundo resolutivo de la Seguridad y Emergencias (dado lo burocratizado que está el IVASPE de la GVA), y en colaboración con el mundo productivo o empresarial que tiene mucho por contribuir, para dar grandes beneficios a nuestra economía, así como a la mejora de los servicios públicos. Todo ello, claro está, bajo la pertinaz coordinación y cooperación del nivel decisorio o político.