Valencia Plaza

EL CALLEJERO 

Tomás y su teoría del apocalipsis

  • FOTOS: EDUARDO MANZANA

VALÈNCIA. Tomás Puertes tiene 84 años, el cuerpo de un náufrago y el corazón de un caballo. No para de moverse, descalzo, arriba y abajo. Con esos pies de joven sube las escaleras a saltitos, con una agilidad impropia de su edad. Su mujer y algunos de los nietos que están pasando el verano con ellos deambulan por allí y se sorprenden al ver a unos periodistas hablando con el abuelo. Por todos los rincones está la huella de este hombre habilidoso con las manos que hace medio siglo compró este exuberante terreno en medio de la Sierra Calderona y, poco a poco, fue haciéndoselo a su gusto. Ahora le ha dado por plantar hortalizas en una huerta donde mete la azada cada mañana. Luego lee, curiosea en internet y escribe.

Por eso, en cuanto entra en casa después de enseñar esa piscina digna de un resort, mientras las chicharras tocan sus violines desde la pinada en uno de los días más sofocantes del año, despliega sobre la mesa varios volúmenes de su obra. Son los libros que ha escrito durante las últimas cuatro décadas sobre temas tan complejos y profundos como el apocalipsis o la reencarnación. Flota el temor de estar frente a un chalado o un hombre con una imaginación disparatada, pero Tomás, que firma sus ensayos como Tomás J Valencia, es un hombre muy cuerdo.

Su estreno literario se produjo allá por 1979. Al año siguiente logró que una editorial de Barcelona publicara su primer título: La verdad de la reencarnación a la luz del Evangelio. "Un libro que escandalizó a los cristianos", apunta desafiante. Han pasado 42 años y, como cree que la sociedad ha evolucionado y piensa que la gente tiene la mente más abierta hoy en día, está redactando una síntesis de su pensamiento en busca de una segunda oportunidad.

De vez en cuando 'googlea' su nombre o el título de algunos de sus libros y comprueba que siguen a la venta en Amazon y mil plataformas más. "Pero en estos 42 años yo no he visto un céntimo. Está claro que no escribo por dinero, pero tampoco le hago ascos...". Tomás no se anda con rodeos y rápidamente se pone a dar una charla sobre su pensamiento: "Cuarenta años después proclamo con entusiasmo que el apocalipsis, a pesar de sus dolores de parto, es tan prodigioso y trascendente lo que va a nacer en la mente del planeta y en nuestra propia mente que bien merece un aleluya. Esto rompe los esquemas de la gente que piensa que el apocalipsis es el fin del mundo. Es el fin de un mundo, ciertamente, pero de un mundo basado en el egoísmo y en la ambición desmesurada por las cosas de la Tierra, que están muy bien, pero es hora de que el hombre se descubra a sí mismo y deje de identificarse con su ego, que es lo que nos lleva al conflicto y a todos los problemas".

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