VALÈNCIA. Se autodefine como defensor casi radical del ciudadano. El secretario municipal del Ayuntamiento de València, Pedro García Rabasa (València, 1949), se jubila tras 27 años de servicio público en el consistorio, donde ha vivido un sinfín de situaciones, algunas más cómodas que otras. Imputado en el caso de Monforte junto al concejal Jorge Bellver, conoció de primera mano lo que implica la judicialización de la política. Lamenta que se lleven los asuntos políticos a los tribunales. Hay un coste más allá de lo económico: hay funcionarios que temen firmar algunos documentos.
Hombre de pocas estridencias y amante de la tinta del noventayochista Pío Baroja -tiene su obra completa y compra sus libros aunque los tenga 'repes'-, cuenta que no le gustó nada el Ritaleaks, pues no le parece "razonable" usar informaciones como las que se hicieron públicas "para cuestiones de tipo personal". En todo caso, su máxima es que "los políticos son el reflejo de la sociedad, ni más ni menos". Son como son porque somos como somos, explica.
En ocasiones, quien ostenta la Alcaldía podría tomarse su figura como la de un 'Pepito Grillo', pero su experiencia no ha sido esa. "Rita Barberà y Joan Ribó han sido extraordinariamente corteses", admite, y ninguno de ellos ha intentado torcer su voluntad. Ni ellos, ni los concejales de Urbanismo a quien guió, ni los promotores. Intentar presionarle, dice, siempre ha sido "predicar en el desierto". Pero eso sí, de estas casi tres décadas de ejercicio, se lleva dos grandes amigos y exconcejales: Rafael Rubio (PSPV) y Jorge Bellver (PP).
En esta defensa a ultranza del ciudadano, García Rabasa ha tratado de hacer más ágil y menos farragosa una institución mastodóntica y suspensa en velocidad como lo es un ayuntamiento, y en especial el de València. Su propuesta es una "interpretación flexible" de los procedimientos. "A veces no he sido comprendido en estas cosas porque parece que te quieras saltar la ley, pero nada más lejos de la realidad", comenta. Celeridad, sí, pero no velocidad enloquecida. La serenidad en la toma de decisiones es un valor.
Un histórico del consistorio valenciano recibe a Valencia Plaza en su despacho municipal, primera planta.