Esta semana hablamos de dos productos patentados de bollería artesanal valenciana que han sabido unir tradición, innovación e identidad local. Son nuestra propuesta para una merienda perfecta.
Pla Pel Món es el producto estrella de Salvador Pla, reconocido en 2018 como el Mejor Pastelero del Mundo. Su obrador de la calle Pizarro de València levanta pasiones por muchas razones -su carta de panes especiales, sus tartas elegantes y refinadas, sus pasteles…-, pero si tenemos que escoger una pieza de bollería única para una merienda memorable, esta es sin duda alguna el Pla Pel Món. Un brioche muy de la terreta, cuyos ingredientes principales son la calabaza asada (ecológica y cultivada en Náquera), naranjas del Mercado Central y almendra marcona autóctona. El acabado exterior, una exquisitez también: Un glaseado de mandarina natural y polvo de pistacho.
Se trata de un dulce de viaje, especialmente diseñado para poder llevarlo de regalo o enviarlo por mensajería sin que pierda su frescura por el camino. De ahí su packaging: una cajita con asa. Ese fue la idea de origen, al menos. La realidad es que muchísimos clientes locales de Monpla lo compran para llevárselo a casa, con la ventaja añadida de que mantiene su textura esponjosa de siete a diez días.
“Es un híbrido entre el panquemado valenciano y el panettone italiano. De este último toma prestado el método de conservación. Es decir, para su elaboración utilizamos masa madre natural, no levadura prensada. Además, el aporte de calabaza y el aceite de oliva contribuyen también a que su textura perdure igual de tierna y húmeda. Es un producto muy pensado. Por ejemplo, dado nuestro clima, yo no quería un brioche excesivamente graso, como los que suelen preparar en países más fríos como Alemania o Francia. De ahí que el exceso de mantequilla se sustituye por aceite de oliva”.
“Inventé el Pla pel Món porque cuando me dieron el Premio, empezamos a recibir un aluvión de turistas increíble. Y muchos nos pedían algún producto que pudiesen llevarse con ellos y no necesitase nevera. Pero resulta que, así como los mallorquines tienen su ensaimada con su tradicional caja para transportarla, los valencianos no teníamos nada parecido. En el gremio lo habíamos hablado muchas veces, pero nunca nos poníamos de acuerdo en crear e impulsar todos juntos un dulce de viaje valenciano. Así que lo hice yo por mi cuenta. Y ha sido un éxito increíble. Empezamos hace un año y medio, y ahora mismo he tenido que poner un límite de 250 unidades a la semana, porque tengo un obrador pequeño y sino no podría producir el resto de productos de Monpla”.