ALICANTE. Aún no ha comenzado la guerra dialéctica, pero ya se enseñan las balas (argumentales) por si acaso. Si nadie lo remedia, el mandato político que ahora comienza va camino de convertirse en un duelo por la provincia de Alicante, un clásico en la política autonómica que suele surgir cuando el PP está en la oposición. Esta vez, el PP tendrá una aliado, Ciudadanos, como ya anunciara el pasado viernes su portavoz autonómico, Toni Cantó. La alianza suscrita entre ambas formaciones tiene como objetivo erigir a la Diputación de Alicante como contrapeso a las políticas "sectarias" del Consell. Y sobre todo, con el nuevo inquilino en el Botànic II, Unidas Podem.
Y desde que se fraguara ese acuerdo en el centro derecha, los diferentes cargos del Consell, los nuevos que han entrado esta semana e incluso algunos de los que lo han abandonado, como Manuel Alcaraz, vienen advirtiendo de que lo que tienen que hacer las instituciones, independientemente de su signo político, es cooperar. Alcaraz ha puesto el ejemplo que, durante el anterior legislatura, ha colaborado con toda normalidad en cuestiones de Transparencia con la Diputación de Castellón, donde gobernaba el PP, y que nunca ha podido hacerlo con la de Alicante.
En esa misma dirección se posicionó Puig el pasado sábado, el día de la constitución de los ayuntamientos. "Desde las instituciones no se confronta, se colabora y se coopera para avanzar como sociedad", afirmó.