Callejón sin salida. Pedro Sánchez, ha tenido que hacerse el harakiri. No sabemos si ha sido Pedro o Sánchez, o los dos a la vez. Es verdad que muchos le dieron/le dimos por muerto políticamente en su batalla partidaria. Pero ya es sabido que resistió y venció. Fue audaz y consiguió sorprender al resiliente por excelencia Mariano Rajoy, y llegó a la Moncloa tras una inopinada moción de censura. Ahora se encuentra en un callejón sin salida. No sé si fue audaz o ingenuo al plantear la versión socialista del diálogo para Cataluña. A Rajoy y a Soraya Sáenz de Santamaría tampoco les funcionó. Sánchez se ha visto obligado por su obstinación, audacia o creatividad a arrepentirse de sus propias promesas. Lo de la hemeroteca deja retratado al más pintiparado. La ecuación diálogo con los independentistas, apoyo de los PGE, continuidad en Moncloa no ha salido. Alguien ha fallado en los cálculos, ha pecado de ingenuidad, desconocimiento o incluso de soberbia. El caso es que nos vemos abocados a una situación casi sin salida, porque el escenario electoral fragmentado, a lo mejor no da con la clave de bóveda.
Incertidumbre. Nos instalamos, si es que no lo estábamos ya en la incertidumbre más absoluta. Han sido unos meses extenuantes, con idas y venidas. El Presidente del Gobierno ha luchado contra viento y marea para resistir en La Moncloa. La operación diálogo ha sido un fracaso para Cataluña y para los propios intereses de Sánchez. Y no digamos para los gobiernos autonómicos que esperaban como agua de mayo, y nunca mejor dicho por la consulta electoral, la aprobación de los PGE. Solo la Comunitat Valenciana perdería 1.185 millones de euros. La volatilidad y dispersión de votos que recogen las encuestas no hacen prever que se pueda salir del impasse en el que estamos. Son muchos factores a tener en cuenta. A saber: el juicio al procés con las declaraciones de los acusados pero también de los testigos, -anotemos entre otros Rajoy, Sáenz de Santamaría, Cristóbal Montoro,-; el desconcierto de los propios socialistas, veteranos, clásicos, pedristas y demás familias; la debacle de Podemos les dará o quitará votos, ¿Qué influencia tendrá Vox en el conglomerado de la derecha? ¿Pablo Casado conseguirá liderar la derecha? ¿Cómo hará Albert Rivera para deslindarse de la triple alianza con PP y sobre todo Vox? ¿Y cómo votaremos los españoles, en clave nacional, autonómica o local? ¿Habrá cambio en La Moncloa? ¿Sánchez, Casado o Rivera?
Campaña singular. Lo de la política y los extraños compañeros de cama lo hemos visto, tan cerca como en el rechazo de los PGE. PP, Ciudadanos y los independentistas han votado juntos en contra de las cuentas del Gobierno. Toda una alegoría a la situación perversa en la que estamos. Nos vamos a encontrar probablemente con medio país en la playa, otro medio país en las procesiones y los ínclitos políticos dando mítines por doquier. Será una campaña curiosa y eterna, muy eterna. Es verdad que el bucle electoral nos persigue en los dos últimos años y ahora ¡ojalá haya suerte! puede concluir en el primaveral mes de mayo. Lo que ocurre es que podemos volver a estar en una situación repetida de paralización. Con los previos demoscópicos nos barruntamos que habrá que pactar y mucho para la Moncloa, para los gobiernos autonómicos y para los ayuntamientos. Así que el verano también va a ser entretenido. El problema es saber si los políticos consiguen dar con la piedra filosofal y salimos del marasmo en el que estamos.