Valencia Plaza

NUEVA ETAPA EN NAMÚA

La obsesión por el gastronómico

  • Fotos: KIKE TABERNER

VALÈNCIA. A veces, menos es más. Y a veces, todo lo contrario. El chef Víctor Soriano todavía está buscando el punto de comodidad entre ambos extremos. Como es joven y tiene hambre -la juventud sin hambre es como un mar sin olas-, tiende sobre todo a la voluptuosidad. Todos los cocineros de su edad quieren tener un restaurante gastronómico, se ha convertido en un mantra, pese a que existen multitud de formatos que funcionan mejor. Los hay que han nacido para ser Michelin, pero también templos del producto para arrodillarse, casas de comidas con sobremesa gloriosa o bares de toda la vida donde no se debe cambiar ni un azulejo. Cada cual juega su Liga, y la de Namúa era la del espacio creativo con tono informal. Pero ahora da un golpe de timón.

De Soriano cabe valorar esa búsqueda valiente del sello personal, que no esté por conformarse y que tenga planes ambiciosos para su negocio restaurador -especialmente en estos tiempos que corren-. Hace cuatro meses que se trasladó desde el barrio de El Carmen a la zona de El Grao y, aunque su plan era mantener abiertos los dos locales de manera simultánea, la pandemia no se lo ha permitido. "Estoy procurando centrarme en el de aquí, me reconozco más en la cocina de este", asegura. Porque como decíamos antes, acercar el establecimiento a la orilla ha supuesto, a la misma vez, un cambio de rumbo en los fogones, de la 'gastro-tapa' al 'gastronómico'. Y esta última etiqueta incita a sustituir la sencillez por la floritura, a buscar unas elaboraciones y presentaciones más arriesgadas, y en consecuencia, a adecuar el menú, la sala y el ticket. 

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