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tribuna libre

La Vía Verde como herramienta urbanística en el Cabanyal

  • La Vía Verde con sus siete hitos paralelos a la playa.

El término vía verde evoca una visión humana y sostenible del urbanismo, y seguramente, para los vecinos suene como un soplo de aire fresco tras años de respirar el aire de la burbuja inmobiliaria, con sus excesos y sus obras a medio acabar a lo largo y ancho de nuestro territorio. Un soplo de aire fresco que recupera proyectos consolidados y propuestas de ciudad.

Formulada desde diversos ámbitos y aplicada sobre todo en el entorno rural, es precisamente en València donde a principios de los ochenta se realiza una firme apuesta por el Ayuntamiento que junto a la Generalitat impulsa la realización en el antiguo cauce del Turia de un gran jardín que recorre la ciudad de oeste a este y donde arquitectos como Bofill, equipo Vetges tu y Calatrava junto a propuestas como la de Rafa Rivera y Manolo Martín, intervienen en diversos tramos conformando lo que hoy en día es una gran estructura verde que contiene todo tipo de usos dotacionales que convierten este espacio en un modelo de convivencia, de compatibilidad de usos y de integración de dos partes de la ciudad utilizando un espacio que hasta ese momento había supuesto una barrera.

En la década de los 90 Gerardo Roger y otros urbanistas participan en la elaboración de un nuevo modelo de legislación urbanística que pretende desbloquear el desarrollo del territorio y propiciar el planeamiento y urbanización de nuevos espacios urbanos, y la regeneración de los viejos, con mecanismos y herramientas que evitan que los propietarios de suelo puedan limitar este crecimiento.

Estas nuevas herramientas se articulan a través de la LRAU (Ley Reguladora de la Actividad Urbanística), que posteriormente se modificará con la LUV (Ley Urbanística Valenciana) y ahora con la LOTUP (Ley Ordenación del Territorio Urbanismo y Paisaje), que van modulando los conflictos que vienen planteándose para lograr el equilibrio entre los intereses públicos, los de las grandes promotoras y los de los pequeños propietarios que a menudo se han visto atrapados en la coyuntura de desprenderse de sus propiedades ante las inabordables inversiones que a menudo comporta el desarrollo urbanístico. Surgen así, movimientos como Abusos Urbanísticos NO y fenómenos indeseables como los páramos urbanizados que van dejando atrás las burbujas inmobiliarias.

A mediados de la década pasada, Carmen Alborch junto a un equipo multidisciplinar propuso la creación de una malla radial que uniera los diferentes espacios verdes, las estructuras de comunicación y los espacios dotacionales de la ciudad siguiendo el modelo del jardín del Turia, con la pretensión de homogeneizar la calidad de vida de los distintos barrios, componiendo trayectos y cosiendo paisajes que enlazan colegios, pequeños parques de barrio y grandes parques urbanos trazando una serie de itinerarios seguros que facilitan una alternativa de movilidad a la del tráfico rodado. La propuesta además contribuía a la integración de grandes espacios naturales como las playas, la Dehesa y la Albufera, espacios artificiales como la huerta y el puerto, y a la transformación de barreras como las rondas o la circunvalación de la ciudad, vinculándolos de forma directa, pero no intrusiva, y propiciando una escala más humana del área metropolitana.

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