Valencia Plaza

la milenaria institución foral valenciana

La tira de comptar revisited

  • Kike Taberner

Afuera es noche cerrada. Afuera llueve y por la carretera no circulan casi turismos. El asfalto pertenece a los camiones y las furgonetas que transportan cajas de coliflores, sacos de patatas, los primeros cítricos de la temporada. Llegan al parking, pasan el control, estacionan. En el exterior de la boca del estómago del cap i casal no parece haber una actividad humana excesiva: hay más automóviles que personas, más cajas de fruta en el suelo que iluminación, menos ruido del esperado, pero de puertas para adentro,  Mercavalència es otra cosa. La vida y la economía son cafeínicas: estamos en la hora punta de la tira de contar. Hombres y mujeres —más hombres que mujeres— empujan carretillas. De hecho, parecen unidos a ellos, son una extensión de su cuerpo, puro transhumanismo. Para muchos la herramienta de trabajo forma parte de sus primeras palabras en castellano: ‘carretilla’, ‘paga’, ‘dame’, ‘¿Cuánto?’, ‘alcachofa’.

En 2016, Vicent Molins bautizó la ‘tira de contar’ como la sacristía de la huerta valenciana: una sala imaginaria de la catedral del producto que es el Mercat Central. Esta ‘tira’, de contar o comptar es, físicamente, un espacio en Mercavalència donde los pequeños agricultores de la huerta acuden de madrugada con productos recién cogidos, frescos, brillantes. Aunque donde tiene mayor presencia es en Mercavalència, históricamente la práctica se extendía alrededor de los distintos centros de abastos de la ciudad. Con el cambio electoral, la actual alcaldesa de València, María José Catalá, declaró que eliminaría la tira de contar “por ser una competencia desleal con los comercios de los barrios y los mercados municipales". Cocineros como Ricard Camarena lamentan que ‘la tira’, “no esté escenificada en la ciudad de la forma que debería” y se relegue a una zona portuaria. Por el contrario, voces críticas con la anterior gestión administrativa local consideran que aquello de que los productores puedan vender en los alrededores de todos los mercados es “una mentira que se inventaron para que pareciera que hacían algo”.

Controversias e intereses aparte, históricamente las raíces de ‘la tira’ se hunden hasta el reinado de Jaume I, quien en 1238 oficializó la práctica comercial instaurada durante los tiempos árabes. Mediante el fuero, los agricultores podían vender directamente sus frutas y verduras en los mercados. Un privilegio de los agricultores de la Vega de València que garantizaba y garantiza la venta diaria del producto fresco de temporada procedente de la agricultura de proximidad. 

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